Estas elecciones en el país del Norte de América han sido bastante polémicas, porque están llenas de mucha manipulación mediática y mucha alienación en cuanto a la escogencia de por quién los estadounidenses tenían que votar. El Presidente Donald Trump ha utilizado muchas tácticas y estrategias conceptuales para influir en el electorado a la hora de seleccionar el candidato.
Una de las posibles estrategias que utilizó Trump fue la de pagar grandes sumas de dinero a los marchantes hondureños con el propósito de influir de una manera directa en el electorado, exacerbar el sentimiento patriota, nacionalista y hasta fascista que tienen muchos estadounidenses y que han desarrollado, por la cantidad de mexicanos y latinos que han ido a buscar el sueño americano: "Yo soy quien defiendo mi nación", "Yo represento la fuerza estadounidense que no va a permitir que contingente de inmigrantes entren a mi territorio", "Yo soy la fuerza, yo soy quien fabrico las leyes". También sembró miedo a la población sobre los fatales resultados para EEUU si dejaba pasar al contingente de migrantes.
Los demócratas ganaron la Cámara de Representantes y unas gobernaciones importantes. Los republicanos ganaron la Cámara del Senado, aumentando el número de escaños que ya tenían.
Si bien algunos críticos señalan un entuerto político para Donald Trump, los resultados evidencian que los más de cien millones de votantes que acudieron a las urnas, se mostraron de manera muy parecida a la oportunidad en que lo eligieron como presidente. Realmente lo que se pudo evidenciar fue un gran show mediático donde el "salvador de la patria", el "Sassa Mutema" norteamericano, iba a obtener el triunfo en la pasada contienda electoral del 6 de noviembre utilizando, una vez más, los métodos de ingeniería psicológica para controlar los cerebros y las mentes de quienes van a decidir en un evento tan importante como son la elecciones de la Cámara de Representante y el Senado Estadounidense.
Trump seguirá al frente del Gobierno y continuará con las políticas de agresiones y sanciones con aquellos países que se niegan a ser cachorros del imperio y de alguna manera tratará de retomar espacios perdidos, producto de las contradicciones sustanciales y la correlación de fuerzas que está emergiendo en el mundo con la contraparte poderosa el trinomio China Rusia e Irán.
El reto que tiene que asumir Trump no es fácil. El panorama geopolítico lo adversa con la correlación de fuerzas Rusia y China. Son dos escollos poderosos y se han convertido en un peñón en el zapato de Trump en la defensa de sus intereses por el dominio imperial. La economía gringa hace aguas. Militarmente hablando, USA ha perdido batallas importantes.
En América Latina los pueblos luchan por su soberanía y enfrentan grandes retos. Venezuela ha sido el país más acosado, atacado en los últimos años, las fuerzas de Trump se diluyen en este escenario geopolítico y geoestratégico por el apoyo internacional que tiene la patria de Bolívar y por considerarse el país que no se rinde, que no entrega su soberanía, que lucha encarecidamente por mantenerse de pie y con un pueblo aguerrido capaz de defender la patria a toda costa.
Más le conviene a Trump dejar la actitud belicista con los países de la región que tanto dinero le ha costado por los impuestos que pagan los estadounidenses e invertir eso en programas sociales, incentivar el comercio, llamar a una constituyente en su país para cambiar la arcaica constitución (Fue adoptada en su forma original el 17 de septiembre de 1787 por la Convención Constitucional de Filadelfia (Pensilvania) y luego ratificada por el pueblo en convenciones en cada estado en el nombre de «Nosotros el Pueblo) y evitar el chantaje que le pudieren hacer con los impeachment y propiciar la paz mundial que tanto desean los pueblos.
Suerte Donald
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