Traducción desde el inglés por Sergio R. Anacona
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Estados Unidos, Gran Bretaña y otros países aliados de la OTAN aumentaron su apuesta esta semana mediante una coordinada campaña de guerra informativa satanizando a Rusia. Moscú desestimó las alegaciones de amplio espectro declarándolas como "espionaje manía". Pero las implicancias redundan en un grave e imprudente ataque que intensifica las tensiones internacionales con Rusia.
Las acusaciones que el Kremlin está ejecutando una operación de ataque cibernético global son equivalentes a acusar a Rusia de "actos de guerra". Eso, a su vez equivale a crear un pretexto para que las potencias de la OTAN ejecuten acciones "defensivas" contra Moscú, lo que incluiría un aumento de las sanciones económicas y diplomáticas contra Rusia, como también llevar a cabo "contraataques" cibernéticos contra el territorio de Rusia.
Se trata de una dinámica altamente peligrosa que por último podría conducir a una confrontación militar entre estados poseedores de armamento nuclear.
Existen síntomas notoriamente sospechosos en torno a las últimas acusaciones contra Rusia que estas constituyen un esfuerzo coordinado para elaborar acusaciones falsas.
Primeramente, existe el carácter concertado de las acusaciones, los servicios de inteligencia británicos iniciaron la última fase de la guerra informativa alegando que la inteligencia militar rusa, el GRU estaba realizando ataques cibernéticos contra la infraestructura y las industrias de diferentes países, costándole a sus economías nacionales "millones de libras" en daños.
Luego, a pocas horas de Gran Bretaña lanzar estas acusaciones, Estados Unidos y Canadá como también Australia y Nueva Zelandia, socios en la OTAN, se sumaron lanzando acusaciones altamente publicitadas contra Rusia. Resulta significativo que esos países anglo parlantes, conocidos como los "Cinco Ojos" que tienen una larga historia de colaboración en inteligencia que data desde los años de la Guerra Fría contra la Unión Soviética.
Holanda, otro miembro de la OTAN sumó a la "espionaje manía" declarando que había expulsado a cuatro agentes de la inteligencia estadal rusa a comienzos de año por supuestos intentos de piratear cibernéticamente la sede de la Organización para la Prohibición del Uso de Armamento Químico (OPCW sigla en inglés) con base en La Haya.
Luego, siguieron las consabidas condenas contra Rusia de parte de la dirección de la OTAN y de la Unión Europea. La OTAN realizó una cumbre en Bruselas esta semana. Por lo tanto es plausible que la elección del momento oportuno para las últimas acusaciones sobre las "malévolas actividades" de Rusia coincidiera con la cumbre de la OTAN.
Se esperan nuevas sanciones contra Moscú –intensificando aún más las tensiones debido a las sanciones existentes. Aún más siniestras fueron las advertencias de la OTAN en el sentido que los militares de la alianza podrían tomar acciones colectivas a raíz de lo que aseguran que se trata de ataques cibernéticos de parte de Rusia.
Esto está creando una situación de "casus belli" donde los 29 miembros de la OTAN podrían invocar una cláusula de defensa común para tomar acciones punitivas contra Rusia. Dado el carácter desenfrenado de las acusaciones de "interferencia rusa" y que ciertos miembros de la OTAN son rabiosamente ruso-fóbicos, resulta demasiado fácil y peligroso que la "bandera falsa" de los ataques cibernéticos sea montada para satanizar a Moscú.
Otro factor que es un signo revelador es que las acusaciones lanzadas esta semana por Gran Bretaña y otros socios de la OTAN constituyen un intento de integrar todas las otras acusaciones sobre las "malévolas actividades" de Rusia.
El presunto ataque cibernético de parte de Rusia –se alega—se llevó a efecto para perturbar las investigaciones de la OPCW; sobre la pretendida conspiración para el intento de asesinato de Sergei Skripal, ex espía ruso residente en Gran Bretaña, que el supuesto ataque cibernético estuvo dirigido a perturbar las investigaciones sobre mentadas atrocidades cometidas con armamento químico por parte del gobierno sirio y por extensión el aliado de Siria, Rusia; las acusaciones de supuestos ataques cibernéticos rusos también estuvieron vinculadas al dopaje de atletas olímpicos rusos, como también a la "interferencia en las elecciones de Estados Unidos" e incluso se aseguró que Rusia trató de sabotear las investigaciones sobre el derribamiento del avión de pasajeros de Malasia sobre Ucrania el año 2014.
Hasta ahora parece que todas esas narrativas anti Rusia, salvajemente especulativas, no han conseguido calar en la opinión pública mundial, sencillamente debido a la carencia de evidencias que apoyen esas acusaciones occidentales. Quizás el caso Skripal haya devenido en la más grande farsa. Las quejas del gobierno británico en el sentido que el Kremlin habría ordenado el asesinato han perdido el hilo y han llegado al extremo del ridículo.
No es coincidencia que Gran Bretaña y sus aliados de la OTAN se vieran forzados a apuntalar el cuento de Skripal y otras narrativas anti Rusia con el repetido cuento del "ataque cibernético global" lanzado últimamente.
Se han publicado fotografías de los supuestos agentes de inteligencia rusos.
Agencias policiales norteamericanas han emitido urgentes órdenes de detención. Gobiernos de países de la OTAN han emitido condenas y obedientes medios de prensa se han expresado en torno a la culpabilidad del estado ruso, sin que se le diera a Moscú la más mínima oportunidad de responder a las "altamente probables" acusaciones. Las acusaciones y las narrativas están siendo aceleradas, integradas y lanzadas a toda máquina.
A raíz de las explosivas denuncias hechas por Edward Snowden y otros denunciantes, ha quedado bien establecido que la CIA norteamericana y sus asociados tienen las herramientas cibernéticas necesarias para crear falsas "huellas digitales" con el propósito de incriminar enemigos. Por otra parte, las extensas operaciones de vigilancia cibernética que llevan a cabo Estados Unidos y sus aliados del "Cinco Ojos" –gran parte de lo cual es ilegal—resulta un irónico contrapunto a las acusaciones que se están haciendo contra Rusia.
También resulta posible que en el turbio mundo de todos los países extranjeros que realizan espionaje y reúnen información que le achaca delitos a Rusia, esta puede fácilmente ser exagerada y hacer que parezca una campaña de ataques cibernéticos.
Actualmente existe un clima ilícito en Estados Unidos y en otros estados occidentales donde meras disyuntivas son citadas como "pruebas". El principio legal de ser inocente hasta que se demuestre lo contrario ha sido tirado por la borda. El escándalo en Estados Unidos sobre el juez nominado a la Suprema Corte demuestra la erosión del debido proceso y de las normas legales.
Pero todo lo que resulta en extremo censurable e imprudente es la intensificación de la campaña incriminatoria contra Rusia basada en inconsistentes "evidencias" o carencia absoluta de estas. Cuando semejante campaña incriminatoria se emplea para "justificar" los llamados para imponer un bloqueo naval encabezado por Estados Unidos contra el comercio petrolífero de Rusia, la situación se desplazaría inevitablemente hacia una confrontación militar. La responsabilidad por esta beligerancia yace radicalmente en las potencias de la OTAN.
Una ironía más emana de la "espionaje manía" para satanizar a Rusia y es que esta se está tornando necesaria debido a que todas las totalmente infundadas acusaciones anteriores que se han hecho sobre las acciones ilícitas y "agresiones" de Rusia han fracasado. Nuevas ilusiones y mentiras están siendo conformadas con aún más ampulosas e ilusorias acusaciones.
La guerra informativa de la OTAN contra Rusia se está tornando en una auto realizada "operación psicológica". En la deplorable ausencia de una buena conducta diplomática y respeto por el derecho internacional, la guerra informativa de la OTAN está fuera de control. Se encuentra forzando las relaciones con Rusia hacia el abismo.
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