Willy Brandt pide perdón por España

La petición del presidente mexicano, Manuel López Obrador, de que España pida perdón por los excesos habidos en la conquista de América (asesinatos, muertes por enfermedad, esclavitud africana e indígena, muertes por esclavitud, magnicidios, robo de tierras, imposición religiosa y cultural…) trajo la contestación de la caverna cerril en la que se han convertido el mundo político y la sociedad civil española.

La petición de una disculpa no es extemporánea (como responde el gobierno español de Pedro Sánchez), es que no se hizo nunca. Que otros imperios no se hayan disculpado no es razón suficiente para exonerar de esa disculpa a España, la justificación de la misma radica en el mal cometido durante la conquista y no en el «ejemplo» de los demás imperios pidiendo perdón.

Decir al presidente mexicano que no tiene legitimidad para pedir nada por ser descendiente de los conquistadores, además de falaz es mentira… es el presidente de México, no el delegado de Gobierno español en ese país.

La «herencia» de la «conquista» ha llegado hasta nuestros días con unas clases pudientes, blancas, locales, gobernando a millones de indígenas, afrodescendientes y mestizos, maligna herencia que convirtió la lucha por el poder en Latinoamérica en una constante desde 1820 hasta nuestros días por parte de los verdaderos representantes del pueblo: la guerrilla, hasta llegar al primer presidente indígena de América, Evo Morales, quien tampoco ha recibido muchos elogios de los distintos gobiernos españoles, más bien desprecio de altos funcionarios y de los media hispanos (que si el suéter, que si la falta de protocolo…).

Una imagen simbólica puede resumir y enseñar cuál debería ser la posición honrosa del Estado español y su monarquía. En diciembre de 1970, ante el monumento a las víctimas del gueto de Varsovia un apesadumbrado canciller alemán, Willy Brandt, se arrodillaba en silencio con respeto, vergüenza y dolor.

Brandt fue perseguido por los nazis, vivió exiliado y los combatió. No tiene relación directa con la masacre que sus compatriotas realizaron en Europa, pero eso no quita que como alemán, como ser humano, sienta una responsabilidad ante lo que otros compatriotas hicieron, y con su postración pida un perdón que lo ennoblece.



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Xurxo Martiz Crespo

Vivió 30 años en América Latina. Académico del exilio económico y político gallego

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