El escenario económico no es alentador para América Latina y el desafío de la pobreza aumenta, según el Banco Mundial. "Las expectativas iniciales de crecimiento en 2018 no se cumplieron y las proyecciones para 2019 se han deteriorado.
La globalización la entendemos, como la nueva forma de dominación económica, política, ideológica, cultural y militar, liderizada por los grandes conglomerados, cuyo propósito, objetivo y fin es la recolonización del planeta, dominar y someter al mundo bajo el pensamiento único, valiéndose del nuevo escenario tecnológico-científico, para hacer del mundo un mercado sin fronteras, insertando para tales fines, un nuevo modelo de producción excluyente, dentro del modo de producción del capitalismo, llámense países capitalistas o socialistas.
En ese mercado libre de competencia, América Latina y el Caribe no tienen nada que buscar, simplemente por el atraso tecnológico y científico en el que está sumido, por su grado de dependencia en esta área. Atraso y dependencia que tiene su origen en la dominación colonialista, que a través de la historia hemos tenido y por los propios procesos políticos vividos hasta el presente.
ROMPIENDO PARADIGMAS
Cuando afirmamos, que la globalización rompe los paradigmas, de cómo producir, estamos en presencia de un nuevo proceso de producción, que no es precisamente el tradicional, el que explota el trabajo manual o intelectual, propio del capitalismo tradicional. Ahora estamos en presencia de un nuevo proceso de producción deshumanizado, que poco utiliza la fuerza de trabajo del hombre y que poco a poco es reemplazada por tecnología de punta. Sustentada dentro de una avanzada comunicacional, en el que el tiempo y el espacio, son reducidos a su mínima expresión, producto del avance técnico-científico, creando un mundo cibernético, capaz de borrar los limites y fronteras del planeta y en el que se requieren hombres y mujeres capacitados como fuerza de trabajo súper especializada, al cual no todos tendremos acceso de allí lo excluyente. En palabras de Ianni (1998): "La "fabrica global" sugiere una transformación cualitativa y cuantitativa del capitalismo, más allá de todas las fronteras y subsumiendo formal o realmente todas las otras formas de organización social y técnica de trabajo, de la producción y la reproducción amplia del capital. Toda economía nacional, sea cual sea, se vuelve provincia de la economía propiamente global. El modo capitalista de producción entra en una época propiamente global, y no internacional o multinacional. Así el mercado, las fuerzas productivas, la nueva división internacional del trabajo, la producción amplia del capital, se desarrolló en escala mundial. Una globalización que, progresivamente y contradictoriamente, subsume real o formalmente otras diversas formas de organización de las fuerzas productivas, y abarca la producción material y espiritual."
SIN OPCIÓN
Este nuevo acontecimiento, trae como consecuencia, que nuestras economías se debiliten más de lo que están, se desarticulen y se hagan más dependientes de los países desarrollados que impulsan este nuevo orden económico-social en todo el planeta.
En medio de un modo de producción capitalista que es excluyente, junto a nuevos paradigmas científicos y técnicos de la producción, que cambian la manera de producir (proceso de producción), las economías subdesarrolladas como las de América Latina, no tienen ninguna opción para producir y asimilar la competitividad de estos nuevos escenarios del mercado mundial, por carecer de los recursos necesarios, en todos los niveles, en ese marco de la globalización, tal y como está planteado.
De otro lado, el pago de la deuda externa que sigue estrangulando las posibilidades de desarrollo de las naciones de América Latina y el Caribe, los indicadores de pobreza en la población, la dependencia tecnológica y científica que hasta el momento hemos tenido, la dependencia de mercados, la pobreza de nuestra educación acompañada de deserciones escolares, el desempleo, la ausencia de vivienda y servicios públicos que satisfaga las necesidades de la gente, el clima de inestabilidad política y la ausencia de una universidad que investigue y produzca nuestra propia ciencia y tecnología, la carga fiscal contra la población, hacen de América Latina y el Caribe, una gran nación donde todo está por hacer y donde se nos coloca como simple mercado de consumo, en los propósitos globalizadores de los grandes conglomerados, situación que agudizara la pobreza en nuestro continente.
LAS ESTADÍSTICAS
En uno de los últimos informes de la CEPAL (enero-2019), nos indica, que América Latina ya tiene 246 millones se encuentran en pobreza y pobreza extrema, lo que representa cuatro de cada diez ciudadanos de la región, revela el más reciente informe de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL).
El número de personas en pobreza extrema continuó aumentando hasta alcanzar el punto más alto en una década, con unos 62 millones de latinoamericanos en esta condición, lo que representa el 10,2 % de la población, alertó la CEPAL en su informe Panorama Social de América Latina 2018.
El escenario económico no es alentador para América Latina y el desafío de la pobreza aumenta, según el Banco Mundial. "Las expectativas iniciales de crecimiento en 2018 no se cumplieron y las proyecciones para 2019 se han deteriorado. La región creció 0,7% en 2018. Las principales razones de este débil crecimiento en 2018 son una contracción de 2,5% en Argentina, la lenta recuperación de Brasil luego de la recesión de 2015 y 2016, el crecimiento anémico de México debido a la incertidumbre política y el colapso de la economía venezolana", dice el Banco Mundial, que indica que "el escaso crecimiento económico está teniendo un impacto predecible en los indicadores sociales". Si no se toma en cuenta a Venezuela, el caso más dramático ha sido Brasil, que "experimentó un aumento de la pobreza monetaria de aproximadamente tres puntos entre 2014 y 2017". El dato brasileño es especialmente notable porque el país representa un tercio de la población de la región.
LA GLOBALIZACIÓN: EL ENEMIGO PRINCIPAL
Este es en parte, el saldo que hasta la presente nos ha dejado el capitalismo globalizado, situación que ira empeorando a medida que los grandes conglomerados, expresión del imperio del gran capital afine más sus mecanismos de dominación hasta lograr reducirnos por completo dentro de sus planes coloniales. De allí que para los pueblos que luchamos por liberarnos de las cadenas que nos ha colocado el colonialismo, vemos en la globalización el enemigo principal, de manera irreconciliable de todos los pueblos del mundo. Esta apreciación no puede ser subjetiva, ni representar un anacronismo, ni una simple abstracción; es una realidad concreta que se viene manifestando en formas económicas, culturales, jurídicas y políticas en este continente, cuya realidad se expresa en la elaboración de nuevas constituciones y reformas de las mismas, decretos, privatizaciones, inversiones, apropiaciones de terrenos, bases militares, crecimiento de la deuda externa, destrucción del medio ambiente y las culturas autóctonas, tecnologías destructivas, desempleo masivo, entre otras variables que se encuentran a la orden del día y que forman parte ya de la cotidianidad de la región.
Partiendo de este escenario tan real, para los pueblos de América Latina y el Caribe, sólo nos queda inventar el modelo civilizatorio, si es que queremos buscar nuestros propios caminos para la emancipación y la independencia de nuestros pueblos, pues por el contrario, a corto y mediano plazo pasaremos a reafirmar nuestra condición de colonizados por los países desarrollados del planeta.
La búsqueda de esos caminos, para la emancipación de nuestro continente, pasa por la revisión de conceptos, que hasta el momento han enclaustrado nuestra forma de ser, pensar y producir, dejándonos como reproductores de la dominación, que mal imita y nos envuelve en un círculo vicioso, repitiendo en el fondo todos los esquemas de la vieja civilización.