La muerte del fantoche

No hay nada más ridículo y deplorable que aquel hombrecillo que se ve
caminando y llorando por las calles chilenas, desesperado, absolutamente
dolido, por la muerte de su papa, jefe, Dios o líder Pinochet.

Antes cuando ni sabíamos que existían los Derechos Humanos, cuando no
teníamos informaciones y creíamos en todo lo que decían nuestros gobiernos
militares seudo patriotas, hasta se justificaba. ¿¡Pero hoy, con Internet,
radio, televisión, satélites, medios de comunicación libres y alternativos.

Considero que hoy solo es borrego y reptil quien quiere. Es payaso o
idiota útil porque realmente quiere serlo.

Nuestros dictadores, por mayor patentes que lograron, no pasaron de
energúmenos prepotentes, delicadamente seleccionados para hacer el trabajo
sucio de un sistema que solo interesaba a los norteamericanos y a algunos
otros ladrones y manipuladores de nuestras materias prima.

Nuestros dictadores eran simples títeres tontos llenos de convicciones
equivocadas y un orgullo no se de que. Una especie de lumpen, altivo,
inteligente y condecorado, utilizado como bobo jurado bajo bandera.

Con la muerte del General Pinochet en vez de pensar si merece o no
honores militares, celebrar o llorar, deberíamos todos avergonzarnos por
haber vivido estos tiempos con tanta negligencia, indiferencia y burricie.

Llorando o celebrando no podemos continuar siendo fantoches de los
fantoches.

marzhand@hotmail.com


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Marzha Navarro


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