Los rebeldes cubanos hicieron una revolución mediante una guerra de guerrillas que se convertiría en guerra: de los rebeldes frente al ejército de Fulgencio Batista. La toma del poder fue violenta y violenta fueron la confiscaciones de las tierras y del resto de los medios de producción en manos de privados, nacionales y transnacionales.
Luego de esa experiencia todos los intentos de revolución, de toma del poder en nuestro continente, con las excepciones que todos conocemos incluyendo la rebelión militar de Chávez, han sido por la vía electoral, "pacífica"; opciones de poder vistas como "vías alternativas de lucha" por el camino democrático burgués para la toma del poder. Sin embargo hoy esa alternativa de lucha de repente se convirtió como lucha revolucionaria "por excelencia", la única éticamente admitida. Desde la estrategia revolucionaria hasta la ética pacifista boba, el reformismo ha invertido los valores de la revolución colocando la estrategia detrás del método, de la táctica, ahora el método, la conciliación, la paz boba es la estrategia, y la revolución socialista se desdibuja en esa bolsería seudo democrática.
Por eso Evo está asilándose en la embajada de México. Por eso Lula da Silva estuvo preso unos años. Por eso Maduro, ahora que está en el poder, rompe lanzas por la paz, así sea a costa de restaurar el gomecismo. La revolución cubana, la revolución rusa, son vistas por los políticos de "izquierda", por estos políticos pusilánimes como "etapas superadas". Para demostrar que "eso es así" atan a los pueblos a sus necesidades, los ablandan con promesas paradisíacas dentro del capitalismo, abominando de la violencia, como si la esclavitud de la explotación capitalista no constriñe la vida, no fuera violenta.
Se trata de una forma de "normalizar" el capitalismo, de hacerlo un "destino fatal" para la humanidad; ese es el logro político e intelectual del reformismo izquierdista en favor de la paz, la paz boba de los conciliadores, de los que dicen, por ejemplo, que en "Venezuela cabemos todos", explotados y explotadores.
Para la izquierda reformista al capitalismo le corresponde el monopolio de la violencia a través del ejercicio de la explotación, y a ellos, a los reformistas, les corresponde contener a las masas explotadas, mitigar su ímpetu, confundir su consciencia; es lo que hizo Evo, consciente o inconscientemente, es lo que va seguir haciendo Lula da Silva si llega a la presidencia, Alberto Fernández en Argentina y Maduro en Venezuela: solo el capitalismo tiene "derechos" en el ejercicio de la violencia, de ahí que sus llamados a la paz sea una bobería, una confesión sin necesidad de pruebas de subordinación al poder burgués y capitalista.
La revolución es una acción positiva, no reactiva. Pero la violencia revolucionaria si es reactiva a la violencia de los poderosos propietarios. Ningún capitalista va a renunciar amablemente a sus privilegios, los capitalistas no se suicidan como clase, no es posible convertirlos en socialistas, como los judíos en cristianos – por eso decimos que Castro Soteldo alucina –. Los capitalistas nunca serán desplazados del poder a través de elecciones, o leyes, compromisos, promesas, recomendaciones y demás declaraciones inútiles, su naturaleza es violenta, con violencia ejerce su poder, física y mental, con extorsión, con engaño y mentiras; el "derecho" de unos pocos por sobre las mayorías no es fácil de explicar con razones o de forma lógica, hay que hacer trampas y ejercer la violencia, pero cuando la gente se cansa y las devela, explota como un volcán.
Un líder revolucionario socialista se debe a la revolución socialista, esa es su suprema ley, y si los cambios que adelanta son respondidos con violencia por los capitalistas eso no los puede frenar, la revolución debe replicar con violencia revolucionaria, sin crueldad, sin vejámenes y humillaciones, pero con contundencia y firmeza. La armonía la social, la paz verdadera, es de las conquistas más valoradas por la revolución, pero dentro de un sistema de igualdad y de justicia sociales. Lamentablemente para los medrosos, para la conquista de la paz hay que recobrar la dignidad, y para eso hay que responder palo con pala, golpe con golpe, somos revolucionarios, socialistas, cristianos materialistas, no budistas.