En el proceso de reinvención del estado al que nos hemos lanzado las y los mexicanos adherentes a la Convención Nacional Democrática, reviste la mayor importancia el tema de la economía popular y su fortalecimiento. Estoy muy seguro de no errar al afirmar que el 99% de los votos que en las urnas dieron el triunfo a Andrés Manuel López Obrador, obedecieron al reclamo de justicia en materia económica. El postulado de “primero los pobres” sólo tiene sentido si es para que dejen de ser pobres. En tal virtud, el enorme reto del Gobierno Legítimo estriba en lograr que, aún sin los recursos del presupuesto gubernamental, se impulsen programas que fortalezcan la economía de la gente y que esta lo perciba de manera objetiva. Es preciso reivindicar la relación virtuosa entre democracia y economía expresada en alimentación, salud, vestido y educación, siempre pasando por el bolsillo. La tarea no es sencilla, como tampoco será sencillo reconstruir al país y a sus instituciones; además es claro que el reclamo social por el bienestar no puede esperar a que el país se reconstruya, como tampoco podrá reconstruirse sin una sólida base social de apoyo; ambas se deben llevar en paralelo y alimentarse mutuamente, en una simbiosis afirmativa.
Una fase importante de esta lucha se desarrolla en el campo de la presión política parlamentaria y callejera, que no habrá de ser menguada sino acrecentada, tanto en la oposición a las medidas de política económica restrictiva o a la enajenación del patrimonio nacional, como en el respaldo de las que sean de beneficio para la gente. Esta es la única respuesta a quienes critican el modelo híbrido que no reconoce al gobierno espurio, pero que interactúa con él en las cámaras. Me refiero a las muy autorizadas observaciones de Adolfo Gilly.
Otra fase es la que se da en los ámbitos en que la izquierda es gobierno, donde el mayor compromiso tendrá que reflejarse en la economía popular, que marque la pauta a seguir por los grupos sociales de todo el país, por lo menos por los adherentes a la CND.
En todo caso, la diferencia entre la propuesta democrática y la neoliberal estriba en el énfasis en la solidaridad o en la competitividad, respectivamente. La enorme capacidad de convocatoria que ha demostrado tener la propuesta democrática podrá sustanciarse, en materia económica, en el impulso a las formas solidarias de producción, distribución y consumo. No de otra forma podrá hacerse frente a la apabullante dictadura del mercado individualista.
Saludo la reciente firma de acuerdos entre la CND y la Unión Nacional de Trabajadores, así como con la Coordinadora Nacional de Organismos Rurales y Pesqueros. El panorama se amplía de forma importante, tanto para la movilización de resistencia como para la de fortalecimiento de la economía popular. Se me ocurre, por ejemplo, que el sindicato de la UNAM consolide la demanda de alimento y vestido de sus agremiados, para conectarla con la oferta consolidada de los productores rurales organizados y de cooperativas de confección, en una acción solidaria sin subsidio gubernamental, soportada en la eliminación del intermediario y en las economías de escala. También a manera de ejemplo, el caso de los uniformes, los útiles y los desayunos escolares, que en conjunto representan un volumen de consumo formidable que, en buena medida, puede ser objeto de una ordenación tal que privilegie a la oferta de organismos solidarios de producción nacional y de materias primas nacionales. Ya en otro artículo se hizo referencia a la potencialidad de las cooperativas de consumo, como instrumento de conducción del fortalecimiento de la economía popular. Si, además, se tuviera un canal de TV popular operado por LA JORNADA (¿por qué no?) la potencialidad se multiplicaría.
En todo caso el reto es garantizar que la política de fortalecimiento de la economía popular signifique menores costos al consumidor y mayores ingresos al productor, binomio que la economía de mercado ha demostrado ser incapaz de resolver. La mejor herramienta para responder es la capacidad de convocatoria y de eso sobra. SÍ SE PUEDE.
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