La alcahuetería de la comunidad internacional

La comunidad internacional es un término utilizado en las relaciones internacionales y constituye, por lo tanto, una sociedad de sociedades, o macro sociedad, en cuyo seno surgen y se desenvuelven los grupos humanos, desde la familia hasta las organizaciones intergubernamentales, pasando por los estados. Quien lee este párrafo pareciera que la comunidad gubernamental fuese una cosa seria, pero lamentablemente dicha comunidad la conforman seres humanos agrupados en sociedades o familias y tal como siempre ocurre, en tales casos, hay intereses que los vincula, sobre todo, los de tipo económico.

Pareciera que todo lo que hace la comunidad internacional es algo bueno, ciertamente, es algo bueno para los grupos y las sociedades que la configuran. Para esto basta señalar algunos ejemplos.

La esclavitud es una acción de vieja data, hasta La Biblia las menciona en algunos de sus versículos, asumiéndola como una práctica normal. De igual forma, tales degradantes experiencias se conocieron en las culturas ancestrales, como en Mesopotamia y en Egipto, dos mil año antes de Cristo. Así mismo, en Grecia, Roma, Persia y en las civilizaciones China, Maya, Inca, Azteca y la India. Con el tiempo esta práctica se hizo regular en los países europeos, exportando negros desde África, hacia Inglaterra, España, Francia, entre otros. Así mismo, dicho comercio estaba en manos de traficantes italianos, judíos, árabes, españoles, vikingos, mongoles, entre otros, quienes hicieron de la compraventa de seres humanos un negocio productivo. Una vez que los ingleses, españoles y portugueses, usurparon los territorios del nuevo mundo, llevaron a esos territorios esta indigna experiencia. Como se nota, la comunidad internacional fue parte de este comercio, todavía en el siglo XXI, la trata de personas no ha desaparecido y se hace notorio en África Subsahariana, América Central y el Caribe. Evidentemente, en este ignominioso comercio se benefician los dueños de grades empresas globalizadas, quienes forman parte de la comunidad internacional.

El Tratado de Tordesillas (1494) es un buen ejemplo de las acciones de la comunidad internacional de la época, que no era más que las monarquías apoyadas por la iglesia católica. Este convenio no fue más que el compromiso entre los representantes de la reina Isabel de Castilla y Fernando de Aragón y los del rey Juan II de Portugal para repartirse las zonas de navegación del océano Atlántico y las tierras conquistadas en el Nuevo Mundo. En dicho tratado estuvo presente el papa Alejandro VI, quien obtendría buenos beneficios comerciales en dicho acuerdo. Otra muestra del comportamiento de la comunidad internacional, así funciona.

A la conferencia de Berlín convocada por Francia y Alemania, con la finalidad de ultimar los detalles para la expansión de las potencias en África (1885), acudieron catorces países, entre estos, además de los nombrados: Bélgica, Dinamarca, el Imperio Otomano, España, Estados Unidos, Reino Unido, Reino de Italia, Países Bajos, Portugal, el Imperio Ruso y Suecia. El resultado de esta reunión fue el robo descarado de las tierras de África, creando acuerdos comerciales y de navegación en los territorios usurpados. Como se ve la comunidad internacional actúa en consonancia con los intereses de los gobiernos que conforman dichas sociedades.

Evidentemente la comunidad internacional sirve de tapadera de irregularidades, para que con el tiempo tales acciones se conviertan como algo legal. Es el caso del arrebato de las tierras de Palestina. En este caso fue la ONU, en 1947 finalizada la Segunda Guerra Mundial. En representación de la comunidad internacional aquella decide la partición de Palestina en un estado judío y otro árabe, dando inicio a la continuación de una conflagración de vieja data. En verdad, la separación de Palestina no tenía el objetivo que siempre resalta la comunidad internacional. Las grandes potencias aliadas en la guerra (Reino Unido, Francia y EEUU; necesitaban en el oriente medio un cancerbero que vigilara la riqueza petrolera depositada en las entrañas de las tierras del desierto de Libia, Irak, Siria y las de otros emiratos que actuarían como sus socios tales, como Arabia Saudita, Qatar, Omán y otros. La comunidad internacional hizo lo suyo.

Podría señalar muchas formas de comportarse la comunidad internacional, una veces por acción y otras por omisión, pero en ambos casos, la forma de cohonestar o de alcahuetear las actuaciones de las potencias económicas. Cuando el gobierno estadounidense lanzó las dos bombas atómicas sobre Hiroshima y Nagasaki (1945) la comunidad internacional hizo mutis ante el brutal asesinato de más 300.000 inocentes que nada tenían que ver con la guerra. De igual modo, la comunidad internacional nunca se pronunció por la invasión de EEUU contra Nicaragua, Haití, Santo Domingo, Cuba, Granada, Panamá, ni tampoco de la OTAN contra Afganistán, Libia e Irak. Pareciera que la comunidad internacional tiene ojos y oídos para las cuestiones que les conviene. Mejor dicho, la comunidad internacional es EEUU y es quien decide que es lo que se debe condenar o enaltecer. El silencio de la comunidad internacional.

Hoy en el siglo XXI, la comunidad internacional, mejor dicho, el gobierno de EEUU, es el que decide cuál es modelo de democracia que se debe imponer, es el que determina si las elecciones de un país fueron legales o no, también si el método para la escogencia de un presidente, un diputado, un senador, un concejal y un gobernador es acorde con los intereses de la empresas radicadas en USA. Es sorprendente que la comunidad internacional no se pronunció para condenar el golpe de estado y el asesinato de Salvador Allende en Chile, al igual contra el presidente de Zelaya de Honduras, contra Fernando Lugo de Paraguay, de Lula y Dilma de Brasil, contra el presidente Chávez de Venezuela. En ninguno de estos casos la comunidad internacional, agrupada en la OEA (el misterio de las colonias de USA), tampoco se pronunció. Pero si lo hizo en contra del presidente Evo Morales de Bolivia, bajo la vil mentira de unas elecciones fraudulentas para establecer un gobierno de facto. El silencio de la comunidad internacional.

Actualmente es el gobierno de EEUU es quien decide cuál país es democrático o no, de acuerdo con sus intereses, ante la alcahuetería de la comunidad internacional. Está comprobado por la ONU y otros organismos especializado que Colombia es el mayor productor de drogas y EEUU el mayor consumidor. Así mismo, Afganistán es el mayor exportador de opio donde EEUU tiene bases militares al igual que en Colombia. Que la aviación estadounidense siembra el terror en los países del medio oriente y el más reciente el vil acto terrorista que causó la muerte del general iraní Soleimani y de otras doce personas y sin embargo, el gobierno de EEUU, presidido por el criminal Donald Trump, tiene el atrevimiento de llamar narco terrorista al gobierno del presidente MM.

Recién la comunidad internacional, EEUU, exhibe por el mundo un trofeo, un títere sin cerebro, a un individuo que no es ni presidente encargado, ni tampoco presidente de la AN, se trata del idiota de Juan Guaidó, un ser anodino que no representa a nadie ni a nada. Lo exhiben en varios países de Europa para intentar que el pobre remonte sus puntos tras sus fracasos, no sólo del 5E, sino los de un año continuo de mentiras tras mentiras. Parece que la comunidad internacional se siente complacida por las burradas perpetuas cometidas por el sinvergüenza, quien antes la cámaras se muestra al lado de paramilitares asesinos como los rastrojo, quien ha desfalcado y robado los activos de Venezuela ubicados en el extranjero, cerca de unos individuos que se fueron acusados de robarse la ayuda humanitaria entregadas por los mismo países que el ladino de JG está visitando. Es el colmo de la alcahuetería de la comunidad internacional. Ni que se retrate con san Pedro, Juan Guaidó dejará de ser un verdadero imbécil

Me voy a permitir copiar un trozo de la novela Toda-Raba del escritor griego Nikos Kazantzaky (1883-1957), que se explica por si mismo: "Los romanos que tenían bajo sus garras el mundo, hace una veintena de siglos, con la misma seguridad suya (se trata de un inglés en el diálogo de la novela. Nota del articulista). Eran rudos, orgullosos, señores de la tierra. Tenían un ejército y una flota formidables, una organización y una disciplina de hierro; todos los pueblos trabajaban para su grandeza y comodidad. De repente se movió el corazón humano. Y el edificio todopoderoso se vino a tierra". Lee que algo queda.



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Enoc Sánchez


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