Noticias internacionales publicadas en estos días han puesto al descubierto la terrible paradoja del sionismo internacional. Mientras que por un lado nos informan que sus poderosos “lobbistas” lograron que la Asamblea General de la ONU aprobara por consenso (no hubo votación) una resolución de condena a la negación del holocausto judío por parte de los nazis, en la cual se consignó tanto esa “condena sin reservas a cualquier negación” de lo que fue, sin duda alguna, una las más terribles matanzas colectivas que se conozcan, como un llamado “a todos los estados miembros a rechazar” cualquier intento que persiga desconocerla como “un acontecimiento histórico”, por el otro lado nos relatan y he allí lo paradójico o para mejor expresarlo, la hipocresía hecha acción viva y palpitante, que en la ciudad de Hebrón, una de las muchas palestinas asediadas por el ejército israelí, decenas de colonos judíos destruyeron los vecindarios de su parte más antigua, así como toda su infraestructura económica, mientras pintaban consignas y mensajes en las paredes que decían: “maten a los árabes” o “los árabes a la cámara de gas”.
Recoge el cable que nos transmite el segundo mensaje, que vecinos de muchos años de la zona confiesan que “Todo lo que necesitas saber sobre la ocupación (de Israel) lo puedes ver en esta área de cinco kilómetros cuadrados dentro de Hebrón. Este es un microcosmos de lo que está pasando en Israel y Palestina. Los palestinos que viven en esta área han sido atacados y acosados por años. Muchas familias han preferido mudarse, cansadas de los tormentos y de la basura que es arrojada contra sus hogares por parte de los colonos judíos”.
Pero ante estos hechos que se vienen sucediendo desde hace décadas en la Palestina donde nació Jesús, la ONU calla y nada se promueve para condenarlos, simplemente porque allí el imperio yanqui, haciendo uso de su derecho de veto, impide cualquier intento de sentar a Israel en el banquillo de los acusados.
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