¡Que Vergûenza!

Recuerdo los años de infancia en la escuela primaria, en la que siempre había el niño “bien portado” y normalmente muy aislado, que buscaba las medallas de excelencia mediante la gracia del profesor, lograda a base de “hacerle la barba” –decíamos los demás- y exhibiendo su santidad en comparación con las diabluras del resto. Era el acusón o rajón que delataba las travesuras y a los traviesos, para alimentar su ambición a la medalla. También había profesores que alentaban tal tipo de conductas ante su incapacidad para dirigir al grupo de alumnos por senderos de honor. Ambos casos recibían el repudio y la descalificación por el resto de los compañeros, haciendo del “bien portado” el objeto de las burlas y hasta de las agresiones infantiles. De una manera natural, sin mayor experiencia de vida, identificábamos la lambisconería como una forma ilegítima de convivencia y de competencia, y aprendimos a rechazarla.

Que vergüenza siento cuando este cuadro se me repite, pero ya no en la inocencia del aula de primera enseñanza, sino en el escenario de la vida nacional e internacional. Calderoncito acusando a otros de ser traviesos y presentándose como el santurrón, para lograr las medallas que otros desprecian. Además de torpe e indigno, ineficaz. Talvez logre la medalla a la buena conducta, pero seguirá reprobando en las asignaturas importantes. Resulta que los traviesos obtienen excelencia en materias tales como educación popular, salud, alimentación, desarrollo, entre otras, aunque sean mal vistos por los sinodales de la escuelita mundial.

El objetivo de Calderón al hacer tales desfiguros internacionales es el lograr atraer mayores flujos de inversión extranjera a México, con el muy erróneo criterio de que es el medio para generar empleo y riqueza; nada más falso y enfermo. Más de dos décadas de apertura absoluta y de flujos importantes de la referida inversión, dan muestra precisa de la falsedad. La apertura al exterior y la liberalización al flujo de capitales sólo ha producido más desempleo y más pobreza, pero nunca verdadero desarrollo, y todavía exige mayores sacrificios para seguir viniendo: pide reformas a la legislación laboral para abaratar la mano de obra; pide reformas fiscales para pagar menos impuestos; pide apertura en energéticos para aprovechar un mercado ya existente en manos del pueblo; pide invertir en agua y en otros recursos naturales estratégicos, todo para concretar su capacidad de dominar y lucrar sin medida ni control. Ya dominan el comercio al menudeo y, por su conducto, aseguran el mercado para los artículos de su producción excedentaria; ya lograron el desmantelamiento de los institutos de investigación tecnológica y nos fuerzan a los contratos de “llave en mano” (PIDIREGAS); ya son dueños de la banca y nos ordeñan con los pagarés FOBAPROA y con las comisiones, pero sin crédito a la producción; ya son dueños de la comercialización y la importación de alimentos básicos, y nos amenazan con la apertura total por el TLC. Lo peor del caso, ya se adueñaron del destino de los y las mexicanos que tienen que ir a mendingar empleos al otro lado de la frontera para, a su vez, producir el abatimiento de los salarios para su agricultura y su industria.

La inversión productiva y sana, de aquí o de fuera, se va a generar cuando fortalezcamos el mercado interno. No tiene ningún sentido andar por el mundo con el maletín de vendedor ofreciendo las perlas de la virgen, en condición verdaderamente indigna, si la economía languidece por miseria de la población. En esta condición, la única inversión que vendrá será la especulativa y la que acarreará mayor miseria, como ha sido el caso.

Por hoy me retiro del aire, me voy con los traviesos a la marcha contra la carestía, para repudiar al rajón de Calderón.

Correo electrónico: gerdez999@yahoo.com.mx


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Gerardo Fernández Casanova


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