El Libertador Simón Bolívar anhelaba el entendimiento entre todos los países y buscaba la unidad del continente.
El Congreso Anfictiónico de Panamá se instaló entre el 22 de junio y el 15 de julio de 1826. Crear una confederación de los pueblos iberoamericanos desde México hasta Chile y Argentina era el objetivo central.
Su instalación ocurrió en medio de las conquistas independentistas en Hispanoamérica, tras la liberación del Alto Perú (actual Bolivia) por parte del Libertador Simón Bolívar y del Gran Mariscal de Ayacucho, Antonio José de Sucre.
Se constituyó en la concreción del máximo sueño del Libertador, quien en 1815 expresó desde Jamaica: "¡Qué bello sería que el Istmo de Panamá fuera para nosotros lo que el de Corinto para los griegos!... Ojalá que un día tengamos la fortuna de instalar allí un augusto Congreso...".
Bajo esta perspectiva, Bolívar anhelaba el entendimiento entre todos los países y buscaba la unidad del continente.
Era el 130 aniversario del Congreso Anfictiónico de Panamá de 1826 a 20 al 22 de julio de 1956 . El entonces Consejo de la Organización de los Estados Americanos (OEA) acordó conmemorar la fecha, y el presidente del país, Ricardo M. Arias Espinosa, propuso una reunión de jefes de Estado en el istmo. Se gestó de esta manera la "Reunión de Panamá".La fecha: del 20 al 22 de julio de 1956. Se creó una comisión organizadora presidida por Alberto Boyd, entonces ministro de Relaciones Exteriores. Le acompañaron Octavio Fábrega, Bolívar Vallarino, Samuel Lewis, Miguel Moreno, Horacio Clare y Augusto Boyd. Diecinueve jefes de Estado confirmaron su presencia, entre ellos el de Estados Unidos (EU), Dwight David Eisenhower, y Fulgencio Batista, de Cuba. Fue una cumbre dominada por la presencia de dictadores. Aparte de Batista, vinieron: Anastasio Somoza, de Nicaragua; Alfredo Stroessner, de Paraguay; Marcos Pérez Jiménez, de Venezuela; José María Velasco Ibarra, de Ecuador; Pedro E. Aramburu, de Argentina, y el golpista Carlos Castillo Armas, de Guatemala. Brasil fue representado por Juscelino Kubitschek; Bolivia, por Hernán Siles Suazo; Costa Rica, por José Figueres Ferrer; El Salvador, por José M. Lemus; Haití, por Paul Magloire; Alberto Zubiria representó a Uruguay; Manuel Prado, al Perú; Adolfo Ruiz Cortines, a México, y por República Dominicana vino Héctor Trujillo, hermano del dictador Rafael Leonidas Trujillo, quien hasta el último momento buscó la aprobación de Panamá para venir al encuentro, petición que le fue negada. Gustavo Rojas Pinilla, el dictador que gobernaba Colombia, se ausentó por enfermedad. "Debo deplorar que circunstancias especiales me priven de estar en oportunidad tan solemne en vuestra compañía", escribió en una carta que envió a Arias.América y el mundo afrontan cambios profundos. Era la guerra fría. Eisenhower, militar, presidente 34 de EU y estratega del Día D, la operación que culminó con la invasión de la Europa occidental ocupada por la Alemania nazi durante la Segunda Guerra Mundial, firmó en Panamá el decretó que le dio vida al Banco Interamericano de Desarrollo. La Declaración de Panamá contempló cinco puntos, y de alguna manera se hizo eco de los trajines mundiales. El primero decía así: "El destino de América es desarrollar una civilización que haga reales y efectivos el concepto de la libertad humana, el principio de que el Estado existe para servir y no para dominar al hombre, el anhelo de que la humanidad alcance niveles superiores en su evolución espiritual y material, y el postulado de que todas las naciones pueden vivir en paz. La capital, según consultados sobre el tema, tenía unos 350 mil habitantes. Era otra ciudad. No hubo cierres de calle, ni había policías en cada esquina. Los presidentes paseaban por las principales vías en carros descapotables. La gente los aclamaba, los aplaudía, los vitoreaba. Una tarde, Somoza llegó al café El Pueblo en El Marañón a saludar a los comensales. Lo hizo con la tranquilidad de quien tiene a su enemigo lejos del campo de batalla. Resulta que por aquella época Panamá asiló a muchos nicaragüenses que adversan a su régimen, y para que estos no fueran a protagonizar alguna escaramuza, el Gobierno los envió a todos "de vacaciones" a la isla de Taboga.También estaba en el país el argentino Juan Domingo Perón, quien había sido derrocado del poder meses antes. Pedro Eugenio Aramburu, uno de sus golpistas, vino en representación de Argentina, por eso, Perón decidió pasarse unos días (los de la Cumbre) en Nicaragua. El excanciller Ricardo Alberto Arias, quien recuerda aspectos de la Cumbre, cuenta que Velasco Ibarra, de Ecuador, pronunció un discurso "larguísimo", que duró aproximadamente dos horas. Nunca leyó. Los actos oficiales se desarrollaron exactamente donde se realizó el Congreso Anfictiónico: en el salón Bolívar del edificio donde hoy está ubicada la Cancillería panameña.La mayoría de los presidentes se hospedó en el hotel El Panamá, mientras que Eisenhower se alojó en la residencia del embajador de EU en Panamá, ubicada en La Cresta. La VII Cumbre de las Américas cuesta $15 millones. No hay una cifra estimada de lo que costó el evento de 1956, pero el exembajador Ricardo Alberto Arias cuenta que el presupuesto general del país de ese año fue de $50 millones. "Fue una cumbre muy tranquila, pacífica, muy participativa", recuerda Arias, hijo de Ricardo Arias Espinosa, el mandatario panameño en aquel entonces. La Cumbre de 1956 generó titulares en los principales diarios del mundo. La mayoría habló del evento a la luz del pensamiento de Simón Bolívar y su sueño de una América unida. Resaltaron el discurso de Eisenhower, quien propuso que cada república designará un representante especial ante la OEA para integrar una especie de "cuerpo consultivo". "Nuestra organización no puede llegar jamás a ser estática", dijo. "La eternidad del Libertador", "América y su destino", y "Panamá, capital del mundo americano" fueron algunos de los titulares. Fue la única cumbre en la que los mandatarios de EU y Cuba se vieron las caras. Durante esos días en Panamá se revivió el sueño panamericano, y más que nunca se le dio vigor a esta frase de Bolívar: "Una sola debe ser la patria de todos los americanos".
En el siglo XXI, las relaciones entre EEUU y América Latina muestran cierta continuidad con la era de la presunción hegemónica, pero en su mayor parte son bastante diferentes, tanto en el contenido como en el tono.
El punto central en las relaciones interamericanas sigue siendo la enorme asimetría de poder. EEUU sigue siendo mucho más importante para cualquier país latinoamericano de lo que cualquier país latinoamericano es para EEUU. Las políticas cruciales para el futuro de la región se establecen rutinariamente fuera de América Latina, y el impacto que producen es por lo general más residual que intencional. Los países latinoamericanos siguen siendo altamente vulnerables a las tendencias, los acontecimientos y las decisiones exógenas y rara vez ejercen una influencia significativa en asuntos fuera de la región, aunque Brasil, Cuba, Chile y, más recientemente, Venezuela son excepciones importantes.
Es difícil exagerar la cantidad de cuestiones que compiten con América Latina por la atención de los principales responsables de formular políticas en EEUU. No solo las circunstancias especiales de la dificultosa campaña de Iraq, el dilema de Israel y los fantasmas de un Irán o una Corea del Norte nucleares le quitan importancia a la región en los círculos políticos estadounidenses. América Latina rara vez brilla en el centro del radar norteamericano y por eso los llamamientos a los principales funcionarios estadounidenses a que le «presten más atención» están condenados a fracasar. La única esperanza es que, a lo sumo, mejore la calidad –y no la cantidad– de atención. Por otro lado, EEUU nunca ha sido un actor tan coherente, unitario y racional en sus relaciones con América Latina como a menudo se lo ha concebido, pero la diversidad de posiciones se ha vuelto mucho más marcada en los últimos años. Las políticas norteamericanas que afectan a América Latina y el Caribe están determinadas no sólo por las relaciones de poder internacionales y los desafíos externos, sino también (y a menudo principalmente) por la interacción entre las influencias de diferentes regiones, sectores y grupos internos: el Rust Belt y el Sun Belt; empresas (incluidos las compañías farmacéuticas, los fabricantes de computadoras, los conglomerados de entretenimiento y muchos otros) y trabajadores; productores de azúcar, cítricos, maníes, arroz, porotos de soja, flores, miel, tomates, uvas y otros cultivos; trabajadores agrícolas y consumidores; organizaciones de la diáspora y lobbies antiinmigración; comunidades confesionales de creencias variadas; fundaciones, think tanks y medios de comunicación; organizaciones criminales, incluidos los carteles de la droga, y la policía; así como grupos organizados para promover los derechos humanos, defender las causas de las mujeres, proteger el ambiente o preservar la salud pública. Muchos actores relevantes gozan de acceso a los responsables de diseñar e implementar medidas en el extraordinariamente difuso y permeable proceso de elaboración de políticas que hoy existe en EEUU. Esto hace que sea relativamente fácil influir sobre las políticas vinculadas a cuestiones que no involucran asuntos centrales de seguridad. Pero, al mismo tiempo, torna muy difícil coordinar o controlar tales políticas, incluso cuando se hacen intentos concertados en ese sentido –algo que no es ni será muy frecuente, dada la cantidad de otros temas y relaciones que EEUU tiene que manejar. Así como la guerra en Ucrania también provocó un aumento de precios de los productos básicos, principalmente de los hidrocarburos, algunos metales, alimentos, y fertilizantes. Este incremento de precios se suma a las alzas de costos observadas debido a disrupciones en las cadenas de suministros y a la exacerbación de las interrupciones del transporte marítimo.
Estas subidas han redundado en un impulso de la inflación a nivel mundial, que en algunos países ha alcanzado máximos históricos en 2022. Ante la persistencia y aumento de la inflación se esperan mayores alzas en las tasas de interés de los países desarrollados.
La comisión regional de las Naciones Unidas agrega que el ajuste monetario de los países del Norte ha acentuado el endurecimiento de las condiciones financieras globales que se venía observando en los últimos meses, provocando una mayor volatilidad en los mercados financieros, lo que, junto al aumento a la aversión global al riesgo como resultado del conflicto en Ucrania, ha perjudicado los flujos de capital hacia los mercados emergentes.
La IX Cumbre de las Américas, prevista del 6 al 10 de junio en Los Ángeles, fue presentada por la diplomacia estadounidense como
"el evento de máxima prioridad del presidente Joe Biden para la región", después de que su antecesor, Donald Trump, no participará en el último encuentro hace cuatro años.
Pero la apuesta de Biden de construir con sus vecinos un futuro "sostenible, resiliente y equitativo", y así contrarrestar la creciente influencia de China en la Región y la guerra en Ucrania y Rusia.
"ES IMPOSIBLE E INEVITABLEMENTE HASTA HORA POR SU PROPIO ERROR" .