Lula un día después

Brasil tiene doscientos catorce millones de habitantes y su patrón electoral es de ciento cincuenta y seis millones. Lula acaba de obtener cincuenta y siete millones de votantes y Bolsonaro cincuenta y un millón de electores. Lula es la mayor votación de la historia en la primera vuelta, sin embargo, a treinta y dos millones de electores (20%) no les interesó participar en el proceso. Ambas cámaras de diputados quedan desfavorables a Lula. Ahora Lula tiene los votos para ganar. Si gana, Brasil se alzaría como el país más importante en América Latina y el Caribe.

De todo esto han pasado apenas horas de unas elecciones reñidas como nunca antes vistas en los últimos tiempos en Sudamérica. Nadie —con sensatez— habría querido imaginar que los resultados serían tan implacables, y esto quizás se deba al afán o estrategia triunfalista de los sectores progresistas en la región y a los mismos seguidores de Lula.

Las consecuencias no habrían podido ser de otro modo o forma pues la polarización llevada por el saliente presidente fue trabajada para un final extremo. Ahora queda abierta la herida para Brasil de un golpe de Estado. La opinión de altos mandos militares denota un afán ultraderechista y radical lo cual es amparado por los líderes de la iglesia evangélica.

La autonomía del poder electoral ha quedado a punto de ser rota por el presidente Bolsonaro. La barra ha sido doblada al punto que pudiera hablarse de zurcir el telonazo forzado desde los palacios de la Alvorada y Planalto.

Un fenómeno al cual hay que prestarle atención es a las capitales de la república en Sudamérica que con honrosas excepciones son gravemente opositoras y no dudarán en apoyar a la ultraderecha.

Más de la mitad del país votó. Fueron más de ciento diez millones de votantes de un piso de doscientos millones y esto da legitimidad que muchas naciones de América Latina quisieran tener.

Ahora, Brasil con Lula se juegan llegar al liderazgo sudamericano. La agenda de propuestas, políticas, acuerdos, iniciativas y discusiones son dirigidas desde Sudamérica Brasil la cual se convertiría en pieza clave para que algunos estimen desde ya un claro reacomodo en las fuerzas progresistas de la región.

El actual liderazgo suplantado por México ha dejado resquemores en sectores económicos y políticos ahora han depositado su confianza de recuperación en Lula, pues Bolsonaro aisló al país, se autobloqueo y por eso a los mismos gringos le resultan una amenaza su intransparente relación —entre otras cosas— con Rusia.

Hay una clara definición de derecha y de ultraderecha en la sociedad brasileña y los actuales resultados lo han demostrado. También queda demostrado que Bolsonaro no es su líder y que su estupor y ataque reaccionó en todo su mandato queriendo alejar a Lula, lo que hizo fue tenerlo vivo en la palestra diaria de la política, y esto lo llevó a cometer muchos errores.

Ese error fue reconocer a un contrincante el cual aprovechaba todos los escenarios para estar siempre en la palestra noticiosa. Bolsonaro hizo crecer a Lula, nunca dejó morir su presencia siendo muy torpe y a la vez muy hábil en conquistar un electorado de ultraderecha.

En estas elecciones queda muy claro el alto porcentaje de electorado acomodado hacia la ultraderecha. Por eso en Brasil la pelea de aquí a la segunda vuelta será con ese radical sector y ya esto fue sentenciado por su actual mandatario.

Lula debe tener mucho cuidado en esta nueva pelea. Cuidarse en las respuestas, sin utilizar las acostumbradas en estos casos. Como fenómeno político Sudamérica y en este caso Brasil puede representar la consolidación de una nueva ultraderecha.

Pero en este caso la liebre no debe cuidarse de la serpiente. Tampoco debe desafiarla, pero mucho menos esconderse. Tampoco en que deba caminar a su lado. Lula debe moverse en un electorado organizado más allá de las grandes ciudades y debe dar la pelea en las grandes urbes.

El voto progresista de las favelas debe impedir que se voltee a favor de Bolsonaro.

Muchos entienden el reciente giro de la política como el camino planteado desde Donald Trump, hay que aceptarlo, es el escenario político—sudamericanos surge un crecimiento de ultraderecha. Ciertamente este camino dejó muchos adeptos, veamos el caso de la pérdida del referéndum chileno. Nadie quiere parecerse a otro sector ni con máscara prestada momentáneamente, cada quien desea manejar su propio destino y es allí donde debe estar estratégicamente la pelea de Lula.

No es la pelea contra Lula. Es la pelea de Lula un día después. Justo esa pelea está en las grandes ciudades más pobladas de Brasil que son los lugares donde se debatirán el poder de los votos representado en la manipulación de la famosa segunda vuelta y la cual ninguno hasta ahora ha decidido enfrentar y cambiar esa arma de la ultraderecha heredera de las corrientes militares en la región.



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Miguel Jaimes

Politólogo. Magister scientiae en ciencias políticas. Doctor en ciencias gerenciales. Posdoctor ontoepistemología en geopolítica de las energías. Cursando doctorado en letras. Cursando Posdoctorado en literatura del petróleo en Venezuela. Libros: El oculto poder petrolero, apertura petrolera, poder de PDVSA vs. poder del estado. Petrocaribe la geogerencia petrolera. Primera edición. Petrocaribe la geogerencia petrolera. Segunda edición. Director del diplomado internacional en geopolítica del petróleo, gas, petroquímica y energías – Venezuela. Director de la web https://www.geopoliticapetrolera.com

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