La fiesta de los enanos

“Que el fraude electoral jamás se olvide”

El pequeño fuhrer concluyó su gira por América Latina aún más pequeño que como la inició. Si, como se anunció, la gira tenía como finalidad mostrar la preocupación de la Casa Blanca por el aumento de la pobreza en la región y anunciar medidas para combatirla, el resultado fue un rotundo fracaso. Lo único que se mostró fue la prepotencia imperial y la absoluta imposibilidad del visitante para presentarse en público; en todos los países visitados se impuso el estado de sitio para protegerlo del repudio popular. En el caso de México se violó flagrantemente la Constitución: se suspendieron garantías, se admitió el sobrevuelo de helicópteros artillados y la presencia de navíos de guerra gringos en aire y mar mexicanos, se violó la libertad de tránsito y manifestación. Calderón que, aunque espurio y a escondidas, juró cumplir y hacer cumplir el texto constitucional, olvidó su juramento para consentir los atropellos del ejército de agentes de seguridad del visitante incómodo.

En contraste y con la audacia que le es característica, el Presidente Chávez realizó una gira en paralelo, reuniendo a multitudes que lo aclamaron y firmando convenios de gobierno, en el marco de la Alternativa Bolivariana para las Américas (ALBA), tendentes a fortalecer la integración y la capacidad de respuesta soberana a las demandas de la población. Mientras Bush se reunía, en privado, con Tabaré en Colonia, en la rivera uruguaya del Río de la Plata, Chávez lo hacía con una multitud en un estadio de futbol en Buenos Aires, al otro lado del río, no sin la anuencia del Presidente Kirschner con quien había firmado convenios de colaboración afirmativos. Bush en Brasil y Colombia, Chávez en Bolivia; Bush en Guatemala, Chávez en Nicaragua; Bush en México, Chávez en Haití. Bush cada vez en más pequeño; Chávez cada vez en más grande. Para qué más que la verdad.

Lula salió bien librado del aprieto; logró acuerdos favorables al proyecto bioenergético del etanol, del cual Brasil es pionero en tecnología y en operación industrial y comercial, en tanto que rechazó presiones contrarias al interés de la integración regional soberana. Por su parte, el uruguayo Tabaré Vázquez conoció el peor de los fracasos, pagó un altísimo costo por la visita y no obtuvo nada a cambio; prácticamente se rompió la alianza del Frente Amplio, su poderoso sector laboral encabezó el multitudinario repudio a la visita y, más aún, a los proyectos de apertura comercial propalados por el gobierno del propio Frente Amplio. No va a ser fácil restablecer la confianza y la unidad.

En Colombia se registró el más vigoroso movimiento antiyanqui y la más pavorosa represión. Uribe quedó más aislado y la oposición de izquierda fortalecida. Igual efecto surtió la visita en Guatemala, en beneficio del proyecto presidencial de Rigoberto Menchú, que podría enfilar al vecino del sur hacia el sendero del ALBA.

Respecto de México habría que agregar que en la feria de los enanos, nuestro enano doméstico creció un poco, por lo menos en el discurso; Calderón levantó la ceja y la voz para hablarle diplomáticamente fuerte al otro enano, para seguir celebrando que ya logró cumplir cien días de gobierno. En términos reales, no se registró la movilización popular de repudio a la visita como correspondería a una sociedad tan agraviada como es la nuestra. Mi explicación para este fenómeno es que Andrés Manuel no convocó, y no lo hizo porque el suyo es un Gobierno Legítimo, virtual si se quiere, que no desea verse etiquetado como antiyanqui; hay que recordar que son muchos los mexicanos que trabajan en los Estados Unidos y muchísimos los que sobreviven con sus remesas, lo que hace que la gente vea con temor cualquier hostilidad hacia el vecino, no obstante su profundo rencor.

gerdez999@yahoo.com.mx


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Gerardo Fernández Casanova


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