El desastre

No ha terminado de detenerse el conflicto entre Yemen y Arabia Saudita cuando ya comienza otro en la región del Golfo Pérsico, esto sin dejar de lado el fracaso de Ucrania sobre La Federación Rusa. Lo cierto es que los anteriores como los de ahora van a involucrar a Irán, país OPEP. De nuevo esta organización se ve envuelta en el espiral de guerras.

La guerra de Israel contra Palestina inevitablemente obligará a muchos países a terminar de concretar el esperado liderazgo mundial: El viejo modelo colonialista de conflictos quedará establecido en la presente dictadura global como algo normal y necesario. La intermedialidad y el nuevo canon multipolar pueden quedar sepultados por varias décadas.

Algunos están creyendo que Israel es un imperio y esos mismos creyentes lamentarán sus abusos. Las ilegalidades de este conflicto ponen de relieve un estado de cosas como algo natural las cuales han acelerado las pérdidas en muchas áreas, indican que las cosas jamás volverán a quedar como estaban. En el último siglo con quienes menos ha existido piedad es con las naciones que no lograron mantener su territorio después de la II Guerra Mundial como el caso palestino.

Ciento treinta y cuatro naciones representantes de seis mil quinientos millones de habitantes, ochenta por ciento de la población mundial deben invitar a repensar el planeta mientras las restantes se esmeran por destruirlo. Las cifras en daños ambientales ya comprometen a ciento noventa millones de ciudadanos sólo en América Latina y el Caribe, si sumamos el impacto que tendrá esta área más la que se va a tragar el conflicto en el Golfo Pérsico, tendremos unas relaciones internacionales totalmente dislocadas.

Más de un treinta por ciento de la población afectada está por huracanes, terremotos, sequías, volcanes, derrumbes e incendios, y otro altísimo porcentaje lo han atrapado las guerras, todos se ven más comprometidos, involucrados por las prolongadas ofensivas. Lo que ahora vemos en el Medio Oriente no es más que la continuación de un siglo de conflictos.

Sólo los trances ambientales reúnen miles de desastres ocurridos desde inicios del nuevo siglo, completar un espacio de veintitrés años, será poco a lo que el actual conflicto avecina. Jamás el planeta tuvo una combinación trans—colonial tan macabramente prolongada como la que originan el abuso del poder militar, no son sólo seres humanos las víctimas de este holocausto, también es su cultura, futuro, trabajo y la urgencia por extinguir a buena parte de la raza humana. Por uno u otro lado, es la guerra la causante de una locura indetenible.

Pero quedará tiempo para lo único que saben hacer en las Naciones Unidas, elaboración de informes que logren medir daños irreversibles entre guerras y el medio ambiente. Todas estas odas de catástrofes a pesar de quedar develadas es lo peor de los desastres anunciados y que sólo ocurren en zonas de pobreza, inseguridad alimentaria, desigualdad, migraciones, desplazamientos y violencia. Todo ha involucrado a millones complicando y extendiendo la desigualdad.

La alta densidad de un desordenado ataque de impredecibles conflictos ha arruinado a las minorías del planeta que son las mayorías que se han quedado sin él. Esto incita desplazamientos colocando al borde de la pérdida a identidades enteras.

Ha dejado de ser intermedia la degradación por tantos conflictos y han empantanado la sobrevivencia humana y de recursos naturales a lo largo del mundo, esto compromete la geopolítica de las materias primas lo cual obliga a sus poseedores a entregarlas. Se requiere de un planeta arrodillado a punto de desgracias militares para saciar la venganza de las corporaciones.

Ya, buena parte incluyendo nuestro continente atraviesa enormes riesgos. La amenaza de que conflictos latentes lleguen hasta más allá del Atlántico activa la desnudez de un final 2023 e inicio del 2024 como catastrófico, haciendo temer que puedan repetirse los colapsos de Libia, Siria, Irak, Ucrania y ahora Palestina, donde potentes guerras han dejado en un primer recorrido millones de fallecidos.

Advertir la nueva tradición de estos desamparados convertidos como tormentas constantes, hacen prever a todos estos países eventos descontrolados desde lo político hasta arrasar en lo climático, juntos traerán un nuevo nivel de pobreza, desigualdad, hambre, inseguridad y violencia.

Las devastaciones de estos siniestros soportados en varias regiones han dejado expuesto nuevos e inalcanzables modelos de sobrevivencia los cuales nos hablan de una micro III Guerra Mundial.

De seguir esto, la próxima década al igual que la actual, estará encontrándose en cercanas proyecciones de pérdidas humanas y materiales. El clima seguido se convirtió en conflictos cíclicos de gran intensidad.

Estos escenarios son la agenda de cambios sin mucha comunión. La radiografía geográfica nos lleva a una geopolítica muy marcada hacia el aumento desproporcionado de los hidrocarburos y con esto toda una generación comprometida.



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Miguel Jaimes Niño

Politólogo. Magister scientiae en ciencias políticas. Doctor en ciencias gerenciales. Posdoctor ontoepistemología en geopolítica de las energías. Cursando doctorado en letras. Cursando Posdoctorado en literatura del petróleo en Venezuela. Libros: El oculto poder petrolero, apertura petrolera, poder de PDVSA vs. poder del estado. Petrocaribe la geogerencia petrolera. Primera edición. Petrocaribe la geogerencia petrolera. Segunda edición. Director del diplomado internacional en geopolítica del petróleo, gas, petroquímica y energías – Venezuela. Director de la web https://www.geopoliticapetrolera.com

 venezuela01@gmail.com      @migueljaimes2

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