El presidente de Estados Unidos, Joe Biden, y el presidente de China, Xi Jinping, se reunieron este viernes en California, en medio de fricciones sobre conflictos económicos y militares, y de una creciente rivalidad por la influencia global¹.
El encuentro, que duró unas cuatro horas, fue el primero entre ambos mandatarios desde que Biden asumió el poder en enero, y se produjo después de una serie de tensiones entre las dos potencias, que se han enfrentado por temas como el comercio, los derechos humanos, el cambio climático, la pandemia, el ciberespacio y el mar del Sur de China.
Según fuentes oficiales, los dos líderes abordaron una amplia gama de asuntos bilaterales, regionales e internacionales, y buscaron identificar áreas de cooperación y de gestión de las diferencias, con el objetivo de evitar una escalada de la confrontación.
Sin embargo, también hubo momentos de fricción y desacuerdo, especialmente en lo referente a la situación de Taiwán, la isla que China considera parte de su territorio y que Estados Unidos apoya con armas y diplomacia, y que ha sido escenario de crecientes maniobras militares por parte de ambos países.
Asimismo, los dos presidentes expresaron sus visiones opuestas sobre el papel de Estados Unidos y China en el mundo, y sobre el orden internacional que quieren construir. Biden defendió la democracia, los derechos humanos y el multilateralismo, mientras que Xi reivindicó la soberanía, la no injerencia y el respeto a la diversidad de los sistemas políticos.
¿Qué se juega Venezuela en este encuentro? Venezuela es un país que tiene una estrecha relación con China, su principal socio comercial y financiero, y que ha recibido su apoyo político y humanitario en medio de la crisis que atraviesa. Venezuela también es un país que ha sido objeto de una agresiva política de sanciones, bloqueo y amenazas por parte de Estados Unidos, que busca derrocar al gobierno de Nicolás Maduro y restaurar su dominio sobre la región.
Por lo tanto, Venezuela tiene un gran interés en que se mantenga la paz y la estabilidad entre las dos potencias, y en que se respete el derecho internacional y la autodeterminación de los pueblos. También tiene un gran desafío en aprovechar las oportunidades de cooperación y desarrollo que ofrece China, sin caer en una dependencia o una subordinación que afecte su soberanía y su proyecto bolivariano.
Se necesita una diplomacia activa, inteligente y creativa, que le permita defender sus intereses y principios, y que le abra espacios de diálogo y entendimiento con todos los actores internacionales, incluyendo a Estados Unidos, si este país cambia su actitud hostil y reconoce al gobierno legítimo de Maduro.
Venezuela es un país que tiene una historia de resistencia, de lucha y de dignidad, que ha sabido enfrentar las amenazas y los ataques del imperialismo y sus aliados, un país que tiene un futuro de esperanza, de paz y de justicia, que depende de la voluntad y la conciencia de su pueblo, una causa que nos convoca a todos y a todas, que nos llama a la solidaridad y a la acción. Venezuela es una patria que vive y que vence.