«La política de persecución contra los judíos comenzó con medidas no violentas, como la privación de derechos y la discriminación de su religión, y la colocación de impedimentos en el camino del éxito en la vida económica. Se movió rápidamente hacia la violencia masiva organizada contra ellos, el aislamiento físico en guetos, la deportación, el trabajo forzoso, el hambre masiva y el exterminio. De los 9, 600,000 judíos que vivían en la Europa dominada por los nazis, se estima autoritariamente que el 60% pereció… La historia no registra un crimen jamás perpetrado contra tantas víctimas o uno realizado con una crueldad tan calculada.» (Extracto del discurso de apertura del fiscal estadounidense Robert Jackson en el Tribunal de crímenes de guerra de Núremberg). El Palacio de Justicia de Núremberg, fue seleccionado para albergar estos juicios por tres motivos: por su simbolismo, ya que fue el lugar donde el partido nazi concentró a más público durante sus mítines, por ser el lugar donde se promulgaron las Leyes Raciales contra los judíos en 1935 y por ser el único edificio de este tipo que quedó intacto en Alemania, tras los bombardeos.
Estados Unidos, Gran Bretaña, Francia y la Unión Soviética (URSS), se auto erigieron como jueces y moderadores en representación del resto de países perjudicados con motivo de la Segunda Guerra Mundial, mediante un acuerdo firmado en Londres el 8 de agosto de 1945. De las 4.850 solicitudes de procesamientos individuales que fueron hechas, finalmente se acusó a 611 personas. Los criminales más destacados, fueron: Hermann Göring, comandante en jefe de la Luftwaffe; Karl Dönitz, gran almirante de la flota alemana y sucesor de Adolf Hitler tras su suicidio, Rudolf Hess, secretario particular de Adolf Hitler. El miércoles 21 de noviembre de 1945, los líderes fascistas, comparecieron en la Sala del Tribunal para responder: si se declaraban culpables o inocentes. El Tribunal de Núremberg, estaba facultado, para juzgar y castigar a las personas que, actuando en interés de los países del Eje europeo, hubiesen cometido crímenes contra la paz, entre ellos, el de planear, preparar, iniciar o hacer una guerra de agresión o una guerra que viole tratados, acuerdos o garantías internacionales o participar en un plan común o conspiración para la perpetración de cualquiera de los actos indicados. El Tribunal de Núremberg, consideró un típico discurso pronunciado por Hitler en 1923, en el cual hizo hincapié en las tres exigencias que constituían los cimientos del movimiento nazi: la unificación de todos los alemanes; la abolición del Tratado de Paz de Versalles, y tierras y suelos para alimentar a Alemania. El Tribunal de Núremberg, señaló la disposición del Partido Nazi en alcanzar esas metas mediante la fuerza a menos que se accediera a sus exigencias en negociaciones. El 30 de abril de 1945, fue decisivo en el telón final que caía sobre el nazismo, en la capital germana. Adolf Hitler, el gran responsable de la tragedia, se suicidaba con sus planes imperiales y racistas de dominación del mundo y de exterminio de las razas no arias. Y en la misma jornada, militares soviéticos, enarbolaban la insignia roja con la hoz y el martillo, en los techos del Reichstag o cancillería alemana en señal de victoria. ¡La caída estrepitosa del sueño hitleriano, era un hecho! El 8 de mayo, los generales derrotados, firmaron su rendición ante norteamericanos y británicos. Al día siguiente, debieron hacerlo ante los militares soviéticos, encabezados por Gueorgui Zhúkov. Según W. van Mourik, en Bilanz des Krieges (Editorial Lekturama, Rotterdam, 1978), los norteamericanos tuvieron 220.000 soldados muertos y los británicos 370.000, más otros 60.000 civiles. Las muertes soviéticas fueron, según ese autor: 8.860.400 soldados y 17.139.600 civiles, como evidencia de quién puso su pellejo para parar la aventura nazista y frenar su dominio al mundo todo. El fiscal estadounidense, Robert Jackson, le tocó pronunciar el discurso de apertura de los juicios en el que afirmó: «la civilización no podría sobrevivir, si el mundo tuviera que hacer frente a un nuevo conflicto de esta magnitud», y obviamente se equivocó. 78 años después de aquellos horribles hechos, hoy acudimos a la reactivación de Núremberg, como centro de enjuiciamiento de criminales de guerra por genocidio cometido, pero esta vez contra antiguas víctimas: Israel y Estados Unidos, pero ahora como victimarios en perjuicio del pueblo Palestino, convertido en víctima de monstruosos crímenes de guerra cometidos por Israel y EEUU, Benjamin Netanyahu y Joseph Robinette Biden, presidentes de los estados de Israel y Estados Unidos, simbolizando ambos al Adolfo Hitler de la modernidad criminal. Desde el pasado 07 de octubre de 2023, se antojaron ambos criminales de guerra en acabar con la población palestina de la Franja de Gaza y desde entonces la matanza de pobladores palestinos se inició con total impunidad alcanzando al día de hoy la atroz cifra de 26.083 seres humanos asesinados por las bombas y balas sionistas y 64 mil 487 heridos, en lo que se ha constituido ya, en el mayor genocidio perpetrado en el siglo XXI, cuyos autores criminales están plenamente identificados: Benjamin Netanyahu y Joseph Robinette Biden.
Sudáfrica, país fundador de los BRICS y precursor del legado de Nelson Mandela en defensa de los derechos humanos y contra el apartheid impuesto por los blancos británicos, encabeza una solicitud a la Corte Penal de Justicia, atención ojo: distinta a la Corte Penal que dirige el prófugo de la Justicia Rusa, el fiscal Karim Ahmad Khan, harto conocido en Venezuela por sus posiciones pro EEUU, abiertamente conocidas que lo hacen ver como lo que es, un agente de la CIA. En la cortecita de Khan, los juicios duran milenios pues esa es la forma en que obtiene dinero por extorsión-corrupción de países bajo presión. Al contrario de ésta, la Corte respondió este pasado viernes 26 de enero en los siguientes términos: en su veredicto, la CIJ ordena a Israel tomar «todas las medidas a su alcance» para prevenir «actos de genocidio en Gaza», lo que ya es un hecho consumado, esto, en respuesta a la demanda presentada por Sudáfrica. Además, el tribunal dictaminó que el país judío debe impedir y castigar casos de incitación directa al genocidio en el enclave palestino. Al mismo tiempo, la CIJ, exigió que Israel permita la llegada de la ayuda humanitaria a la región, donde llevan meses de conflicto incesante. Sin embargo, se privó la CIJ de ordenar un alto al fuego, una de las principales peticiones presentadas por Sudáfrica en su demanda y la veintena de países que le acompañaron, entre los cuales resaltan los países ALBA (Bolivia, Cuba, Nicaragua y Venezuela), contra el régimen sionista por su responsabilidad en los actos genocidas cometidos contra el pueblo palestino de la Franja de Gaza. Es lo que puede dar un organismo como ONU, tan mediatizado por los dólares de EEUU, quien lo financia. La Humanidad reclama, un organismo más independiente y en sintonía con los intereses de la mayoría de países; a los BRICS tocará tomar la palabra al respecto y tomar la decisión en un futuro no muy lejano.
Esta pírrica decisión de la CIJ he envalentonado a Washington, llevando a funcionarios del gobierno imperialista a manifestar: «Seguimos creyendo que las acusaciones de genocidio son infundadas y queremos subrayar que la Corte [Internacional de Justicia] no llegó a ninguna conclusión sobre genocidio ni pidió en su fallo ningún alto el fuego». Como retaliación, Washington ha suspendido de manera temporal su financiación [de EEUU] a la Agencia para los Refugiados Palestinos de la ONU (UNRWA). El genocidio continúa y la pérdida de apoyo a la criminal Administración Biden seguirá in crescendo…