“Cuba y Puerto Rico son, de un pájaro las dos alas,
reciben flores y balas sobre el mismo corazón”
Omar Montilla
El 20 de diciembre de 1824, fresca aun la victoria de Ayacucho del 9 del mismo mes, el Libertador escribe a Santander, para entonces su vicepresidente, ordenándole que “por los medios que juzgase a propósito, intimase a la España que si en tanto tiempo no reconocía la independencia de Colombia y hacía la paz, estas mismas tropas irían a La Habana y Puerto Rico.”
Después de Ayacucho el Libertador, visionario como era, quiso presionar a España para tratar de encontrar una salida pacífica y evitar en el futuro mayores desangramientos de nuestros pueblos. Por eso tenía mucho cuidado con las provincias del Río de la Plata, por el sur y con Cuba y Puerto Rico, por el norte.
Para tratar de calmar las eventuales objeciones a las que siempre era afecto Santander le dice: “Este negocio bien conducido puede producir un gran efecto. Si los españoles se obstinaren, Sucre puede ir a una parte, y Páez a otra, porque ambos están animados del mismo deseo. Los españoles, para nosotros, ya no son peligrosos, en tanto que los ingleses lo son mucho, porque son omnipotentes; y son terribles. Con respecto a La Habana, nos conviene decir a España, que si no hace la paz, pronto estará privada de sus dos grandes islas.” Es decir, que la mente prodigiosa de Bolívar ya había dispuesto que las fuerzas expedicionarias estuvieran bajo las órdenes de Antonio José de Sucre para Cuba y de José Antonio Páez para Puerto Rico.
El Libertador recibe noticias desde España, donde supuestamente se estaba formando un ejército que tenía la misión de recuperar los territorios perdidos en América. Ante tales rumores, ordena movilizaciones de tropas y se apresta a defender nuestros territorios, amenazados no sólo por España, sino que se rumoraba también que Francia le sumistraría tropas y los norteamericanos, como ya estaba comprobado, se encargarían de proveer las armas, como ya lo habían hecho en territorio de Venezuela.
Diversos sucesos posteriores fueron postergando estos planes, hasta que llegó el momento de desecharlos ante una eventual ofensiva española sobre América. “Yo creo que lo probable es que la expedición española sólo servirá a La Habana y Puerto Rico, y en caso de hacer una expedición, la harán sobre Méjico pues que a nosotros nos temen porque tenemos más de 50.000 hombres veteranos que oponerles.”
Para desgracia, Cuba se mantuvo bajo el régimen colonial hasta finales del siglo XIX y Puerto Rico sólo cambió de dueño y hasta hoy se mantiene, ahora bajo la dominación de los Estados Unidos, porque como es sabido, la derrota española en la guerra de 1898, le ocasionó la pérdida a favor del otro Imperio, de Cuba, Puerto Rico y Filipinas.
En Puerto Rico la lucha de los patriotas por lograr su independencia nunca desmayó y un ejemplo vivo de esa lucha, fue la vida heroica de Pedro Albizu Campos, nacido en la ciudad de Ponce y muerto en San Juan el 21 de abril de 1965, hace 42 años. Estudió en las Universidades de Vermont y Harvard en los Estados Unidos, donde egresó como abogado con los máximos honores.
Por su lucha a favor de la independencia de Puerto Rico, en 1930 se le designó Presidente del Partido Nacionalista Puertorriqueño. Acusado de conspiración cayó preso y fue trasladado a Estados Unidos donde permaneció secuestrado hasta el año de 1947. Gabriela Mistral, poetisa chilena laureada con el Premio Nobel de Literatura fue a visitar a don Pedro, como le decían, en su cárcel de Atlanta en 1939, pero no lo logró. Entonces escribió: "Fui expresamente a Atlanta para ver a nuestro Albizu. La cárcel me contestó por teléfono que no se recibían otras visitas que las de miembros de la familia. Y me quedé sin verlo Sólo miré -- ¡con qué tristeza!-- la masa de aquella cárcel, donde tenemos al primer puertorriqueño, y a lo mejor, al primer hispanoamericano".
Al regresar a Puerto Rico, cansado ya de la opresión de que era víctima su pueblo y ante la imposibilidad de encontrar una salida para su patria, optó por la lucha armada insurreccional. En 1950 los patriotas puertorriqueños se alzaron contra el Imperio y protagonizaron una serie de eventos con el que tuvo lugar el el 30 de octubre cuando ocurre la famosa revuelta que incluyó un atentado contra Harry Truman, presidente de los Estados Unidos, y si bien no se pudo probar que Pedro Albizu Campos organizara este movimiento, se le culpó caso por ser el líder de los patriotas. Vuelve a la cárcel y allí permanece durante 3 años, hasta que el gobernador Luis Muñoz Marín, amigo íntimo de Rómulo Betancourt lo indulta.
En 1954, un grupo de patriotas puertorriqueñas penetran violentamente en la Cámara de Representantes de los Estados Unidos con el objeto de protestar por la situación de coloniaje a que estaba sometido Puerto Rico, y don Pedro vuelve a la cárcel hasta el 15 de noviembre de 1964.
Fue utilizado por el Ejército gringo para experimentar en él los efectos de la radioactividad, por lo que padeció de un cáncer que le producía grandes dolores, con su cuerpo cubierto de llagas, sale “libre”, sólo para morir.
La historia de Puerto Rico no registra un acontecimiento más estremecedor que el entierro de Pedro Albizu Campos, quien fue reconocido como un héroe y mártir por la causa de la independencia y libertad de su pueblo. De allí las entusiastas palabras del Ché Guevara: "Albizu Campos es un símbolo de la América todavía irredenta, pero indómita. Años y años de prisiones, presiones casi insoportables en la cárcel, torturas mentales, la soledad, el aislamiento total de su pueblo y de su familia, la insolencia del conquistador y de sus lacayos en la tierra que lo vio nacer, nada dobló su voluntad. La Delegación de Cuba rinde, en nombre de su pueblo, homenaje de admiración y gratitud a un patriota que dignifica a nuestra América".
La lucha de Cuba y Puerto Rico terminó por hermanar a estos pueblos. Por eso la poetisa puertorriqueña Lola Rodríguez de Tió, escribió estos versos que me sirvieron para titular esta crónica:
Cuba y Puerto Rico son
De un pájaro las dos alas,
Reciben flores y balas
Sobre el mismo corazón...
¡Qué mucho si en la ilusión
Que mil tintes arrebola,
Sueña la musa de Lola
Con ferviente fantasía,
¡De esta tierra y la mía,
Hacer una patria sola
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