Europa se cabrea

Parece que algunos medios vienen a decir que no ha sentado bien por estas tierras que algunas multinacionales de la gran comunicación —modelos del gran capitalismo operante—, que se ventila en las redes sociales, no hagan caso a los jefes políticos de aquí —por otro lado, fieles seguidores de los mandatos del capitalismo del despilfarro, de la destrucción de los países como tales y de obligar a la ciudadanía de tragar con lo que se la eche— y hayan decidido pasar de la censura, siguiendo la nueva tendencia política, con destino a ser exportada.

También parece que, cuando en los países abanderados de la libertad, de la democracia y otras palabras bien sonantes en términos progresistas —es decir, el modelo de capitalismo que empieza a declinar, afectado por el empuje de los contrarios—, para defender sus altos valores, luchaban contra la desinformación usando de las redes, resulta que lo hacían utilizando la censura sin paliativos. Aunque sin que se supiera a las claras que la información que vendían a las gentes era en realidad censura moderna.

Hay un problema que puede afectar a las inocentes gentes, y es que si se deja de perseguir la desinformación y sus sucedáneos —al estilo bulos y conspiraciones—, puede resultar que salga a la luz la cara real de la información verdadera, la única, la excluyente, la que va por ahí como portadora de la racionalidad, pero no siempre del sentido común. Eso no está nada bien para los intereses de los gobernantes, porque la muchedumbre —según dicen ellos en privado— debe continuar en la ignorancia.

Hablando de lo que hay detrás —la doctrina capitalista—, una rama de la intelectualidad ha vendido al mas alto nivel, siguiendo los intereses del capitalismo, promover el despilfarro, con lo que no le viene bien que retorno el sentido común, porque su negocio intelectual de pacotilla se arruga. Es preferible continuar proponiendo utopías a las gentes, mientras los más avispados del plantel se quedan con la tajada real. Con la pluralidad de opiniones, sin censura, el riesgo de que emerja la otra información, la que deja a la información oficial en mal lugar, es inevitable, y algunos puede llegar a pensar que se les está tomando el pelo, y pongan al corriente a los demás.

Esta guía de actuación en la existencia de las gentes —la doctrina capitalista en vigor—, reconducida a la práctica de turismo, el ocio permanente y que trabajen los otros, en base a la que los creyentes reciben el dinero bobo que viene del aparato estatal o esos otros que se aprovechan de la información privilegiada en las inversiones, puede verse afectada. Por eso, cuanto mayor sea el despilfarro a cuenta de los que contribuyen al fondo estatal, mayor será el voto para los seguidores de la doctrina. No resulta buena idea que venga alguien a tratar de desmontar el tinglado.

Los que manejan Europa, fieles aplicadores de la doctrina del no hacer nada efectivo, con su gran burocracia, sus lobbies colaboradores y la estrategia del riego de dinero con aspersores, conforme a ella, han vendido a las gentes progreso en forma de espectáculo, pasar el tiempo sin hacer nada y cobrar de sus fondos y similares para dedicarlo al progreso del ocio, porque es un derecho super-fundamental. De ahí el auge de la época del gran turismo de masas, ya sea en avión, en coche, en patera o en crucero. Es la cultura del no hacer, de sentarse a tomar el sol permanentemente , de la que algunos se escapan para hacer sus particulares negocios, mientras la mayoría está a lo que le sirve el patrón. Para cumplir el protocolo hay que estar informado y, sobre todo, creer en la información oficial que suministra el gobernante de turno. Si ahora resulta que esa información se siente amenazada por la nueva política de las grandes multinacionales de la comunicación en internet. que dicen eliminar la censura, el cabreo está justificado, teniendo en cuenta los potenciales riesgos.

Hay que puntualizar que tener que permitir que en las redes sociales —acatando el mando superior de la nueva tenencia del gran capitalismo—, cada uno funcione a su aire y se pueda decir lo que se quiera, incluidas mentiras y verdades, solamente ha ocasionado un cabreo momentáneo, que no es preocupante. Aunque, a falta de censura visible, las gentes puedan llegar a aproximarse a la verdad, probablemente sea un riesgo, porque pone al descubierto que la verdad oficial no es tan verdadera, por lo que algunos llegarían a pensar que les están tomado el pelo, pero el descubrimiento no tendría la menor importancia. Por un lado, la doctrina, dispone de medios para seguir anestesiado a las masas, con lo que no hay riesgo para el sistema político, económico y social montado. De otro, la censura siempre ha evolucionado y se adaptará a las circunstancias. Por tanto, este cabreo ocasional carece de importancia, ya que lo sustancial es que las gentes tampoco van a despertar. si se imponen las redes sin censura, por lo que el gran negocio continuará su curso sin verse afectado.



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Antonio Lorca Siero

Escritor y ensayista. Jurista de profesión. Doctor en Derecho y Licenciado en Filosofía. Articulista crítico sobre temas políticos, económicos y sociales. Autor de más de una veintena de libros, entre los que pueden citarse: Aspectos de la crisis del Estado de Derecho (1994), Las Cortes Constituyentes y la Constitución de 1869 (1995), El capitalismo como ideología (2016) o El totalitarismo capitalista (2019).

 anmalosi@hotmail.es

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