En defensa de México y de la dignidad

“Que el fraude electoral jamás se olvide”


Nuevamente los pusilánimes y políticos tradicionales vieron frustrados sus pronósticos. El pasado domingo, el zócalo de la Ciudad de México volvió a colmarse de pueblo. Más de un cuarto de millón de almas, imbricadas en condición de Patria, llenaron la plancha de la principal plaza del país, incluyendo las avenidas y calles convergentes. El himno nacional cantado al unísono por miles de gargantas, selló el compromiso de todos para seguir adelante en la lucha por construir el México nuevo, en resistencia pacífica ante el gobierno impuesto por la vía del fraude que, por cierto, no sólo no se olvida sino que se mantiene como el elemento de legitimidad de la movilización. Cuánta razón asiste a Andrés Manuel y a la dirigencia del movimiento al mantener el carácter pacífico de la protesta, la pólvora no se quemó en un infiernito; día con día se acrecienta y se potencia, sin caer en la trampa de la represión sangrienta; ya ha corrido mucha agua bajo ese puente, tanto en México como en toda Nuestra América, como para cometer errores irresponsables. Aunque ganas no faltan para arrasar con la caterva de plutócratas corruptos a punta de madrazos.

A un año de perpetrado el ominoso fraude electoral es marcado el contraste de las ceremonias. El tal Calderón se reúne a puerta cerrada con su partido y, con un tic delator en la comisura de los labios, se congratula porque, según él, la tormenta ya amainó y el país está en calma. Andrés Manuel convoca a cielo abierto y vuelve a llenar la plaza, en firme y frontal rechazo al gobierno espurio. Es significativa la comparación: de un lado la cúpula y la parroquia; del otro, el pueblo raso en multitud. En siete meses de gobierno ilegítimo, el espurio se ha visto obligado a operar dentro de una cápsula, bajo la protección de los uniformados, totalmente divorciado del pueblo. López Obrador lleva realizados mítines informativos en mil doscientos municipios y más de un millón de gentes registradas y con credencial como representantes personales del Gobierno Legítimo. Calderón en la machacona y onerosa campaña mediática de propaganda, supone que convence al pueblo; AMLO en la brega del contacto personal, mirando a los ojos y recibiendo la respuesta directa a su convocatoria, no sólo por la escasez de recursos, sino por la confianza en el poder de la comunicación personal.

Así las cosas, la dignidad se convierte en el arma más importante en la defensa de la nación y se esgrime con contundencia. Me imagino que la honda de David tuvo que lanzar muchas piedras antes de atinar al ojo de Goliat; igualmente ocurrirá en nuestra historia: a base de constantes muestras de dignidad y coherencia, el espurio caerá por sus errores y por su mezquindad. Ciertamente, los compromisos establecidos con quienes contribuyeron al fraude resultan cada vez más onerosos y contradictorios; la competencia en la repartición corrupta del pastel, obliga al gobierno ilegítimo a contradecirse y a negar los que, alguna vez, fueron los principios doctrinarios de su partido; no es concebible la cohabitación de la Gordillo con los discípulos de Gómez Morín; no puede compatibilizarse un compromiso electoral por el empleo pleno, con una política neoliberal desempleadora; no puede exhibirse una “pasión por México” y, al mismo tiempo, servir de limpiabotas de Bush. Tarde o temprano el hilo se reventará. Y se reventará porque, en ese peloteo, el pueblo sólo es el espectador que, cansado y aburrido, rechifla cada vez más sonoramente y exige se le devuelvan las entradas. Madre le va a faltar a Calderón para tanta mentada.

No obstante, las cosas no son fáciles. No es fácil que quien hoy goza de un empleo, así sea precario, se arriesgue a perderlo; hay cola larguísima de sustitutos. No es fácil que quien vive de las remesas de algún pariente emigrado, se arriesgue a que se enoje el Tío Sam y le regrese a su pariente con cajas destempladas, también hay cola de centroamericanos y asiáticos esperando poder entrar.

La fórmula es la perseverancia con dignidad. Los agravios se acumulan y, pronto, harán reventar la burbuja mediática de la propaganda. Más pronto que tarde, los precavidos y los temerosos se irán convenciendo de la ineficacia de la contemporización con el régimen espurio y, entonces, tomará cuerpo la parálisis nacional y el régimen espurio caerá. Mientras, hay que trabajar muy duro para lograrlo. Otro México es posible y necesario.

gerdez999@yahoo.com.mx


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Gerardo Fernández Casanova


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