México Walmartizado

“Que el fraude electoral jamás se olvide”

En lo que va de la instalación del régimen fraudulento a la fecha, los precios de los artículos de primera necesidad han registrado incrementos que rebasan el 40%, en tanto que el salario de referencia recibió un aumento de 4%. En el mismo lapso, la tasa de desempleo se vio incrementada en 2 décimas de punto porcentual. Estos datos fuertes son suficientes para concluir que, sin necesidad de mayor investigación, el grado de empobrecimiento de la población está registrando un jalón significativo, suficiente para mostrar la ineficacia de la continuidad de la política económica adoptada por los últimos cinco regímenes de gobierno. Los datos anteriores todavía no reflejan el efecto de la llamada reforma hacendaria aprobada por el PAN y el PRI en el Congreso, incluido el gasolinazo, que habrá de sentirse en el primer semestre de 2008. El tal Calderón, en cadena nacional, se dirige a la población para, con la mendacidad acostumbrada, comunicar que su gobierno no es responsable de los aumentos de precios y para anunciar que, por su generosidad, el impuesto especial a gasolina y diesel será aplicado hasta el mes de enero y no de manera inmediata como los legisladores pretendían ¡Que patraña!

El inefable Sojo, sedicente secretario de economía de Calderón, monta en patriotismo embustero para manifestar que no permitirá el aumento de los precios, cuando estos ya se dieron, Achaca a las presiones de los precios internacionales del trigo el aumento observado en el pan; de manera contradictoria anuncia que, para combatirlo, abrirá los cupos de importación del cereal. Si, como él mismo dice, el aumento viene del exterior, la mayor importación de trigo sólo servirá para mantenerlos altos. Pero la perla de su política de combate a la carestía consiste en el anuncio de que ya pactó con las tiendas de autoservicio (léase Wal-Mart y Costco) la venta de pan a precio menor. Igual que en el caso de la tortilla, la respuesta oficial es tronar al sector más débil de la cadena, tortillerías y panaderías medianas y pequeñas, en beneficio de la consolidación del gran comercio transnacional.

Este último asunto merece mayor atención. Desde el inicio del proceso de desmantelamiento de la economía nacional en los años ochenta y noventa, el sector del comercio al menudeo ha sido la punta de lanza; vinieron Wal-Mart y Costco a comprar las cadenas comerciales de Aurrerá y Comercial Mexicana, lo que les permitió controlar, de entrada más del 70% del mercado minorista de autoservicio. El cambio fue notorio para la gente: ya no sería necesario viajar a Texas para adquirir chucherías gringas de contrabando (la famosa y heroica fayuca) puesto que en los anaqueles de estas megatiendas podían encontrar lo mismo, más barato y sin problemas. Ahí comenzó también la debacle para la mediana y pequeña industria mexicana que no pudo competir con la importación, con la correspondiente secuela de desempleo y pauperización. La balanza comercial deficitaria da cuenta del monto de las importaciones de bienes de consumo, superior al de la exportación petrolera y de manufacturas.

Por el volumen de sus operaciones, el sistema ofrece precios menores al consumidor lo que le permite competir ventajosamente con el comercio establecido, provocando su quiebra. En estas condiciones la venta de pan y tortilla a precios relativamente menores, además de que pueden hacerlo por su capacidad económica, otorga a las megatiendas el elemento promocional de mayor impacto; para ellos lo importante es que la gente entre a las tiendas, así sea para comprar tortillas, cuyo expendio siempre queda hasta atrás de los anaqueles, para que en el camino el cliente compre más. Aún con la reducción del poder de compra general, este sistema comercial tiene todavía un largo trecho de expansión, con cargo al comercio tradicional superviviente.

La operación de este sistema comercial se convirtió en emblemática de la libertad de consumir, que es soporte esencial de la democracia made in usa y del neoliberalismo, mediante el cual se garantiza a la población que, mientras tenga dinero para comprar, es libre de hacerlo sin importar el efecto sobre la economía general. El efecto es doblemente perjudicial: se concentra la actividad comercial en un muy reducido grupo de empresas extranjeras, desplazando inversiones y ocupación en el sector tradicional; se privilegia la oferta de bienes importados, destruyendo la base productiva doméstica y los empleos correspondientes. Como es una de las recetas impuestas por el FMI a un gobierno serio le corresponde observarla a pie juntillas.

Para terminar, y hablando de seriedad, no puedo dejar de lamentar que el añejo afán frustrado de Carlos Fuentes por recibir el Premio Nobel de Literatura, lo lleve a la indignidad de convalidar el fraude electoral en México y de calificar de payaso al Presidente Chávez de Venezuela, esto último como posible compensación por el valiente libro que denuncia la locura de Bush. Seguramente Fuentes analizó la diferencia de actitud de los gobiernos mexicano y venezolano ante la carestía: la seriedad del mexicano hace que no se inmute y permite que las cosas sigan su curso; en tanto que las payasadas del venezolano lo llevan a crear toda una red de abasto popular a bajo precio, para proteger la economía familiar. Si de esto se trata, prefiero el circo venezolano al cementerio mexicano.

Correo electrónico: gerdez999@yahoo.com.mx


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Gerardo Fernández Casanova


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