"Deseo combatir como un soldado de las ideas...", así concluye el mensaje en el cual Fidel expone al mundo su decisión de no aspirar la presidencia del Consejo de Estado. Visionario convencido, ha hecho de la perseverancia una forma de vida. Sus enemigos llaman habilidad política a su carisma y a su valor, crueldad.
Su retiro marca el fin de una época, pero no una transición política. Cuba no regresará al pasado anterior a la revolución. Aunque sus adversarios no lo acepten, la mayoría de los cubanos permanecerán fieles a su realidad política.
Se trata de una lealtad sostenida por un nacionalismo que, a diferencia de Europa oriental, es de origen distinto. Es de un sistema que nació en Cuba y no impuesto desde afuera. Se afirma en la resistencia al anexionismo que EEUU se propuso desde la conquista española.
Se sostiene en la firmeza de un pueblo que enfrenta un devastador embargo comercial y financiero de casi 50 años llevado en forma continua por los últimos 10 presidentes norteamericanos.
Para Fidel, ni esa guerra económica, ni el terrorismo hostil desde Miami, ni Bahía de Cochinos, ni los atentados fallidos contra su vida han menoscabado su solidaridad con el pueblo norteamericano. Con ocasión a los hechos del 11 de septiembre, expresó públicamente: "Seríamos fanáticos si pretendiéramos culpar al pueblo norteamericano de las diferencias entre nuestros gobiernos". De actitudes como ésa emana su autoridad.
Teórico revolucionario, jefe militar victorioso, respetuoso con sus interlocutores, lleno de palabras donde ninguna es más alta que la otra, sencillo y fraternal es, además, profundamente autocrítico. Así lo percibí hace dos años en una conversación de muchas horas que apenas interrumpieron una sobremesa y un saludo de despedida para un grupo de médicos que partían hacia Afganistán.
Su concepto de la unidad sin imposición de criterios, su ética como componente de la actuación política, su desprendimiento por las cosas materiales, su solidaridad entendida como deber, su dignidad, su coherencia y dedicación al estudio, su ausencia de odio personal, es lo que –en palabras de Ramonet – "lo hace entrar vivo a la historia".
Ex Fiscal General de la República