Mi queridísima Celia,
Cuando en la década de los sesenta, influenciada por el Che, me preparé – en el amplio sentido de la palabra – para irme a luchar a las montañas de Colombia, tu mamá, Haydée Santamaría, acordó formalmente conmigo que, si algo me sucedía, ella adoptaría a Catalina quien era, en ese momento, la única hija mía que ya había nacido. Por ello, escribirte a ti es como escribirle a una hija, porque así te quiero.
La vida y los vaivenes del accionar político no concretaron el que Catalina y tú resultaran siendo legalmente hermanas. Pero, aún así, te considero como parte nuestra. Te siento de nuestra familia por el amor compartido a unos ideales a los cuales los tuyos, los míos, los nuestros, hemos sido siempre fieles.
Por ello, tu carta al Comandante Chávez a propósito de sus declaraciones sobre la inconveniencia actual de la guerrilla, me han hecho pensarte hasta el desvelo, repasar mi vida de militante revolucionaria y de hija de Jorge Eliécer Gaitán, porque él es un ejemplo paradigmático de lo que ha de ser un líder político coherente. Y esas reflexiones, que quiero hacerte conocer, deseo compartirlas también con mis lectores del periódico venezolano Sexto Poder, para quienes escribo semanalmente, porque me interesa saber de sus opiniones sobre este tema. Me encuentro ante el paradigma de saber cuál es el camino. No digo que el correcto, sino el más efectivo para lograr el propósito de encaminar a Colombia hacia un proceso revolucionario de calado continental.
Mi padre dijo en el curso de su lucha política dos cosas que quiero plantear como base de mis reflexiones. Lo primero, cuando afirmó que “hay caminos de mayor amplitud y más aconsejables para realizar una política renovadora, en el sentido histórico y permanente, que los del simple escamoteo, a la larga infecundo de las urnas” 2 y lo segundo, algo que cito permanentemente a propósito de las formas de lucha en Colombia: "Yo tengo una certeza y una duda. La certeza es ésta: nos tomaremos el poder. Y la duda: ¿Cómo nos lo tomaremos? Si respetan la Constitución y las leyes de la República y nos dan garantías en las elecciones, nos tomaremos el poder. Y si no nos dan garantías y si violan la constitución y las leyes, por el derecho de las mayorías, también nos tomaremos el poder".3
Partamos de ahí para analizar las declaraciones del Presidente Chávez sobre las FARC al afirmar el pasado domingo 8 de junio, en su programa Aló Presidente, que “a estas alturas en América Latina está fuera de orden un movimiento guerrillero armado y hay que decírselo a las FARC".
Nunca dijo Chávez que la guerrilla estaba “fuera de moda”, como tú lo afirmas, sino que estaba “fuera de orden”. Es decir, que tácticamente no es éste el momento para la guerrilla.
Estoy de acuerdo contigo cuando dices que es infantil echarle la culpa de todos los males de Nuestramérica al Imperio. Él es parte del problema, pero no todo el problema. Las reencarnaciones de Santander son las verdaderas culpables, pero también la izquierda. Y también la guerrilla que se ha deslindado del querer popular por la recurrente violación a los derechos humanos y su equivocación al afincar su poder exclusivamente en el fusil y no en el querer popular.
No es aquel aspirante a líder popular que tiene un programa político - por bueno que sea -pero que no responde a la voluntad del País Nacional, quien puede constituirse en herramienta para forjar la revolución, sino aquel que es INTÉRPRETE directo del querer de las grandes mayorías, el pueblo. Levantar autistamente una bandera reivindicatoria y gritar, sin ponerle el oído al querer popular, “síganme los buenos”, es una deformación caudillista. Porque el asunto no es pretender que un pueblo siga a un líder, sino que un dirigente INTERPRETE al pueblo. “Yo no soy yo, personalmente, yo soy un pueblo que se sigue a sí mismo cuando me sigue a mí, que lo he interpretado”4. ESA ES LA CLAVE. Y debemos ser claros: las FARC, en la actualidad, no interpretan la voluntad de las grandes mayorías colombianas. Las grandes mayorías – lo queramos o no – desean el fin de las FARC. No porque ésta carezca de ideales, que sí los tiene, sino porque ha olvidado que los procedimientos hacen parte integral de la doctrina que se profesa. Un revolucionario está en la obligación indiscutible de respetar los derechos humanos. Si no lo hace no es revolucionario. Para un revolucionario el fin NO puede justificar los medios.
¿Cómo explicarse que un porcentaje altísimo de la población colombiana apoye a Álvaro Uribe? Por la simple y única razón de que él se presenta como aquel que va a liquidar a las FARC y, en aras de ese objetivo, logra el respaldo de las grandes mayorías. Por eso Chávez planteó que la existencia de la guerrilla era el pretexto para que los Estados Unidos nos atacaran – porque él acostumbra, con bastante frecuencia, a evadir el mencionar a Uribe y a referirse sólo al Imperio, a sabiendas de que Uribe y Bush son una misma cosa -. Lo cierto es que si desaparece la guerrilla se derrumba el ÚNICO argumento que sostiene a Uribe en el poder ante la opinión pública.
Es cierto que si los guerrilleros se desmovilizan mediante un acuerdo de paz - incluso si el acuerdo tiene el apoyo de toda la comunidad internacional – las oligarquías santanderistas de Colombia los traicionarán y buscarán liquidarlos a muerte. En un proceso de paz la oligarquía que ha gobernado a Colombia SIEMPRE “pondrá conejo” – como decimos los colombianos -. Porque nuestra oligarquía no respeta la palabra, es tortuosa, desleal y traicionera. También es cierto que la oposición “legal” con que cuenta Colombia está conformada, por un lado, por un sector disidente de la misma burguesía socialdemócrata que siempre ha gobernado y por el otro lado por un partido, como el Polo Democrático Alternativo, dirigido por un académico que de líder político no tiene nada. Más tengo yo de pianista que él de caudillo. Personaje docto, pero negado para encarnar la emoción de un pueblo y que dirige desde su lontano y respetado pedestal intelectual una amalgama de ambiciones personales que resume lo que decía mi padre cuando afirmaba que “los socialistas en Colombia no quieren que triunfe el socialismo sino los socialistas”.
Pero, si Uribe desaparece del solio presidencial, no hay duda de que se darán las condiciones para que surja la posibilidad, ahora imposible, de que se conforme un movimiento de masas que arrase con la banda de forajidos que en este momento gobiernan a Colombia. Es por eso que este no es el momento para la guerrilla en Colombia. Al contrario, es un obstáculo para la conformación de un verdadero movimiento de masas que rompa con “la capilla” excluyente que es la izquierda organizada de hoy y que derrote a la oligarquía que nos viene asesinando.
Pienso que las FARC tienen que pensar más en el destino del país que en su propio destino como organización. Porque no hay duda: el camino de la redención del pueblo colombiano no corre hoy en día por las trochas que recorre la guerrilla. No son en la hora de ahora el camino eficiente. Y no porque la lucha armada haya dejado de tener validez, sino porque EN ESTE MOMENTO DE LA HISTORIA DE COLOMBIA no tiene posibilidades de abrirse camino para ser artífice de la revolución.
Con inmenso cariño, tu amiga entrañable,
GLORIA GAITÁN
Bogotá, junio 13 de 2008
glorigaitan@yahoo.es