La nota en cuestión, tiene en su contenido aspectos o frases que permiten entender los doble discursos, las mentiras y las manipulaciones a las que frecuentemente acuden este frente político que ha venido escondiéndose es su vestimenta para hacerle acompañamiento a la oposición venezolana. La nota no deja a lugar a dudas sobre la poquísima moral que existe en ese grupo de personas que dicen representa el ideario de Dios en la tierra. A medida que uno va metiéndose en el contenido de la nota, las palabras SINVERGUENZAS y VAGABUNDOS van acomodándose en una parte de nuestro entendimiento para convencernos, que esa iglesia y ese grupo de obispos no son más que una parte de la miseria y de la suciedad que aún confronta el mundo.
Veamos parte de esa nota para comprender esa miseria y suciedad.
“(….) favorecer una opción partidista no es compatible con la misión eclesial y pastoral de los sacerdotes y personas de la vida consagrada. Por lo tanto debemos abstenernos de actuar como dirigentes o militantes de parcialidades políticas, de apoyarlas públicamente en los medios de comunicación social, y de participar en actividades de carácter partidistas”.
Después de haber escrito y lanzado esta nota pública, uno, además de asociar el pronunciamiento con una miserable y sucia intención, tienen que preguntarse. ¿Existe realmente el pecado? ¿La mentira es efectivamente uno de los pecados capitales? ¿Además de sucios pecadores, los obispos creen que el resto de los venezolanos carecemos en capacidad para verla la cara a la miseria humana?
No hay necesidad de desbaratarse los sesos y neuronas para ver lo sucio de esta nota y lo miserable de esa iglesia. Sencillamente hay que recordar sucesos y acontecimientos muy reciente que aún debe estar muy fresco en la memoria de los venezolanos. Recordemos por ejemplo, el papel de actor político que desempeño la iglesia en todos los procesos desestabilizadores del 2002 y 2003. Toda esa actuación fue claramente una participación política de acompañamiento activo a las acciones realizadas por la llamada coordinadora democrática.
Vimos con la cobertura de los medios, la risita celestial que asomaba el cura Ugalde en ese acto que se concibió desde la coordinadora democrática para darle estocada al gobierno. Vimos a Ugalde plenamente regocijado levantándole la mano Carmona y Carlos Ortega, que para ese momento eran los actores políticos básicos de la campaña de desestabilización. No era en verdad una misa, pero sin lugar a dudas, era un acto de apoyo y participación política. La foto y la información fueron puestas en las primeras páginas de los medios y con total sentido político.
¿No son suficiente estos dos acontecimientos para ver como esa iglesia media sucia (o sucia completa) se ha involucrado en la política? Recordemos entonces, otros eventos igual de reciente. Ahí está fresca la figura y actuación del otro cardenal (con minúscula), que a pesar de su crítico estado de salud, fue a solidarizarse con el golpe de estado del 11 de abril y en ese evento “apolítico” y casi celestial de juramentación del supremo Carmona, tuvo una destacada actuación política al estampar su firma para apoyar un decreto, que no era precisamente una declaración de amor celestial, sino una evidente y clara posición política de alto contenido político reaccionario.
Para colocar más claramente esa miseria y suciedad ante el lector, el título y subtitulo de la nota ofrecen un panorama increíble, cuando se afirma que la “iglesia rechaza partidismos en misas” y Urosa recuerda, “que sacerdotes no tienen militancia”.
¿Castillo Lara existió? ¿Existe Ugalde? ¿Se acuerdan del video que conocimos donde dos opositores desde una iglesia del este de Caracas ofrecían (con la imagen de cristo en el fondo) orientaciones sobre cómo salir de Chávez y cómo debían comportarse frente a un proceso electoral que estaba pendiente? ¿Hemos leídos todas los pronunciamientos de la conferencia episcopal?
