En las próximas horas los jefes de las FARC deben estar emitiendo comunicado en el que ofrezcan una versión contrastante a la de Uribe con respecto a los hechos que permitieron la liberación de Ingrid Betancourt.
Se me ha producido este detonante tras escuchar desde Margarita al presidente Chávez referirse al hecho en dos ocasiones como "liberación" y no de "rescate", como lo ha digerido medio mundo. Ayer mismo, la cancillería venezolana también lo había denominado liberación.
A lo anterior le unimos incongruencias importantes, tales como que Uribe sostenga que la operación se hizo sin echar un solo plomazo y sin derramar una gota de sangre. Debió entonces Uribe tragar grueso la noche del miércoles, cuando al borde la madrugada convocó a reunión televisada en Nariño a los liberados y al alto mando militar.
Haciendo de moderador, Uribe le fue pidiendo a los militares y civiles que contaran anécdotas. Llegado el turno de Ingrid, cerca de las doce de la noche, Uribe le solicitó explícitamente que contara cómo habían sido sometidos los dos carceleros de las FARC (César y Gafas). Ella dijo que casi no tuvo tiempo de percatarse de lo ocurrido, pues estaba colmada de indignación, pero que cuando vino a ver, César estaba sometido en el piso. Y entonces contó que en medio del vaivén le cayó sangre en el pantalón, que una gotica no ha de haber sido, pues Ingrid aclaró que debió cambiarse el pantalón. Ni pendejo, Uribe no le pidióaclaración. Así que el primer mito del caso, ese según el cual no hubo sangre, está en entredicho por la versión televisada de la ahora furibista Ingrid Betancourt.
Así que lo más probable es que tanto César como Gafas estén muertos. Entre otras vainas porque es increíble creer en ese trozo de versión uribista conforme a la cual estos dos muchachos de la guerrilla aceptaron entregarle sus dos pistolas nueve miñímetros niqueladas a los "falsos" integrantes de la misión internacional.
Del show de medianoche, también atrajo mi interés la insistencia del animador en preguntarle a todos sus invitados si habían reparado en los detalles del helicóptero en el que fueron montados. Todos coincidían en que era un ave blanca, pero Uribe iba por más: ¿usted observó si tenía alguna insignia? Todos decían que no. Pero Uribe quería despejar una duda en concreto: ¿Tenía insignias de la Cruz Roja? Ingrid se permitió explicar que recordaba claramente el helicóptero blanco al que No le detalló ninguna insignia.
Ante semejante insistencia, deduje que en las dos o tres horas en que me había apartado del moniterio mediático, había surgido alguna voz haciendo el señalamiento del que Uribe se estaba defendiendo. Pero no. Chequeo en esta mañana todos los medios y constato que nadie se ha referido al planteamiento despejado por Uribe. ¿Entonces por qué tanta insistencia en aclarar un hecho inexistente? Porque todo se convertiría en un descalabro si llega a saberse que la artimaña consistió en hacerle creer a las FARC que el procedimiento era mediado por al Cruz Roja.
Otra vaina es que se llevaron a los tres gringos sin al menos un chequeo médico elemental. No los exhibieron. Más: al hacer el anuncio, el ministro Santos había invitado a los periodistas a movilizarse al sitio al que arribaría el helicóptero una vez despegado de la selva. Puso a la orden el transporte. Pero la idea fue abortada y se decidió que la espera fuera en Bogotá, donde Ingrid y los demás no llegaron en el helicóptero, sino en un avión militar. En ese trance, tanto Uribe como Ingrid admitieron que se comunicaron.
También curioso es que, una vez descendida del avión y en plena rueda de prensa, Ingrid fue interrumpida y obstaculizada por Santos a la hora de responder cómo había sido ella impactada al conocer la muerte de Marulanda. Santos no dejó que contestara esta última pregunta.
Sin contar con la casi inverosímil partecita que dice que el Secretariado fue infiltrado. Estamos en espera, pues, de la versión de las FARC.
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