Revisando un poco los distintos artículos de opinión expresados por compañeros de distintas corrientes revolucionarias de la izquierda venezolana y colombiana en la página de Aporrea, he notado que esa vergüenza que como Venezolano y revolucionario me embarga con la próxima visita de Alvaro Uribe Vélez a nuestro país el día 10 de julio de este año, no es aislada, y forma parte de un malestar general que cada día crece en el corazón del pueblo venezolano.
Exceptuando alguno que otro idiota del fascismo criollo trasnochado, que milite en la acabada oposición venezolana, este oscuro personaje, asociado estrechamente a los intereses más viles del capitalismo internacional, que tanto han mermado la capacidad productiva y creadora de nuestros pueblos, en la cual se nos ha impuesto un modelo rentista de exportadores de materia prima y de mano de obra barata, basados en el libre mercado, donde los beneficios son dirigidos por la criminal “mano invisible” del neoliberalismo y las ganancias terminan quedando en las manos de muy pocos dueños de medios de producción, genera un rechazo automático de aquellos que amamos a nuestros país y a nuestro pueblo, que venga a reunirse con el presidente Chávez para acordar nuevos “convenios” estratégicos que, supuestamente, ayudarán al desarrollo integral de Colombia y Venezuela.
Desde mi punto de vista, en Venezuela ha llegado la hora de decir “basta”, con la derecha, por más buenas relaciones que se deban mantener a nivel de Estados “soberanos”, no se puede seguir negociando. Debemos recordar que nuestra actual constitución define que nuestra soberanía reside en nosotros como ciudadanos, como actores sociales protagonistas y constructores de nuestro propio futuro, y hace muchos años le dijimos no a los intereses de las grandes potencias económicas, para dar un vuelco total y velar por los intereses no sólo del pueblo venezolano, sino de todos los pueblos de una América Latina unida.
Por ello apoyamos el socialismo, indiferentemente de sus contradicciones internas y las diversas corrientes que de éstas emergen. Creemos fielmente que la guerra no puede seguir siendo el camino (tal como lo plantea Uribe) para solucionar los problemas de violencia que aquejan a la región. Por tanto, decirle no a la Guerra es decirle No a Uribe. Debemos ser más críticos, indagar en las causas estructurales de las diversas crisis sociales que afectan a nuestro continente, caiga quien caiga. Es la época dorada nuestra, de romper paradigmas, que los excluidos de siempre sean quienes tomen las decisiones, por tanto, es también decirle no a la Tecnocracia, a la Burocracia, es decirle no también al poder del sector privado de dominar los aspectos económicos.
Si tanto se habla de poder popular, de darle poder el pueblo, a los pobres, a las comunidades, es cuestión de no quedarnos en las simples y lindas palabras, es convertirlas en verbo, en acción, en praxis revolucionaria. Es promover la autogestión, la cooperación, rescatar los valores de libertad, igualdad y solidaridad que se han perdido con la hegemonización del sistema capitalista en nuestras escuelas, nuestros barrios y nuestras familias. Si, también se trata de promover la autodefensa (ojo, no las Unidas de Colombia), como forma de combatir de manera más eficaz el flagelo de la delincuencia, pero no sólo eso, sino combatir las verdaderas causas estructurales que la originan.
Por tanto, la lucha no es sólo de consignas, no es decirle No a Uribe porque éste haya tenido un altercado con el presidente, sino ideológica, es entender que son dos proyectos tanto distintos como antagónicos e irreconciliables. No se trata de odiar a los que piensan distintos, también es trascender la lucha de clases, por más acertada y presente que esté es nuestro sistema, eso sí, no es conciliar con el enemigo, es hacerle entender que su sistema nos lleva al fracaso social de las mayorías, por tanto, también es de conciencia.
¿A qué quiero llegar con todo esto?. Simplemente a que apoyo rotundamente las acciones de calle para mostrar nuestro repudio a la presencia de Alvaro Uribe en Venezuela, pero es también transmitir de forma acertiva el mensaje, los por qué, los para qué, y los qué queremos hacer para cambiar la realidad que nos rodea. Así que el llamado es a la acción directa y a la educación de nuestro pueblo.
Salud Compañeros
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