México puede resistir

Que el fraude electoral jamás se olvide

 

En el Zócalo de la Ciudad de México, colmado de gente y de sol, Andrés Manuel López Obrador lanzó una cuerda salvavidas al naufragante sistema político y económico. El que fue atacado como un peligro para México es, en los actuales momentos de crisis mundial, el que le ofrece seguridad. Ante la Patria y sus defensores, reunidos por enésima ocasión en el corazón de la República, el discurso coherente y congruente convoca a la procuración del acuerdo nacional para rescatar al país Justo cuando en el mundo entero hace agua el modelo económico neoliberal, sumido en la peor debacle financiera de todos los tiempos; justo cuando, quienes fueron los adalides del libre mercado y que lo impusieron al mundo entero, se retractan para reconocer la imperiosa necesidad de la intervención del estado en la regulación y operación de la actividad económica, es justo cuando la propuesta del Proyecto Alternativo de Nación ya no sólo se presenta viable sino de urgente aplicación.

Finalmente tuvo que ser Washington quien se comiera al propio Consenso de Washington. Al muy disminuido Bush no le ha quedado más alternativa que reconocer la inoperancia del decálogo de la libre competencia y, de alguna manera, tragar el sapo de sus palabras de alabanza y rezo al dios del mercado, con las que trató de adornar la infausta imposición de sus intereses en todo el mundo. Fueron sus propios diáconos, desde sus lujosos templos de Wall Street, quienes colocaron la dinamita en el centro mundial del comercio para hacerlo estallar y derrumbarse. Herejes que hoy reclaman la intervención del estado y de los recursos del contribuyente (no sólo gringo, sino mundial) para preservar sus privilegios.

Con mucho tino, la mayoría de los presidentes de Nuestra América están señalando la paradoja: el gobierno de los Estados Unidos y sus políticos están viviendo las consecuencias de lo que han sembrado en nuestros países. Nadie mejor que el presidente Chávez para girar por el mundo exhibiendo su condición de dirigente de un país emancipado; concretando alianzas comerciales y militares con China y Rusia, incluso con la Unión Europea, sin pedir permiso a nadie que no sea su propio pueblo; corroborando la razón de ser de la Revolución Bolivariana y apuntalando su capacidad de ser soberana.

¿Es que alguien con cinco centímetros de frente puede mantenerse atado a Washington? Pues sí. Pareciera increíble, pero sí. El tal Calderón, ciego a la contundencia de los hechos, insiste en su actitud sumisa y en su ortodoxia neoliberal. Clama por la unidad de los mexicanos en el vacío; como un Santa Anna redivivo, hace alarde de falso patriotismo para entregar los recursos de la nación al extranjero, casualmente a ese que hoy hace agua. Endilga el mote de traidores a la patria a quienes atentan contra la seguridad ciudadana, con destinatario aparente en el crimen organizado, pero ampliándolo a quienes se movilizan para oponerse a sus designios entreguistas. En plena tormenta, el sedicente presidente insiste en presionar a la aprobación de su reforma petrolera privatizadora; se regodea recibiendo al heredero del (también espurio) trono español, que viene a recordarle los compromisos para con los grandes consorcios de la reconquista. Es el que, a punto de ahogarse, desprecia la cuerda salvavidas que le lanza un adversario honesto que, con modestia, le invita a alcanzar verdaderos acuerdos de rescate del país. Es nuevamente el tozudo que se opuso al recuento de los votos de la elección presidencial, sin detenerse a considerar el conflicto que se generaba en el país, el que ahora guarda silencio ante una nueva oportunidad de enderezar el barco, en este caso el de la economía. Ya soltó a su jauría de comentaristas a sueldo para hacer mofa de la oferta salvadora ¡Nada más eso faltaba! No hay por ciego que el que no quiere ver. No obstante, la oferta está en el aire: México podría resistir la crisis m,ediante el fortalecimiento de la producción y el consumo domésticos. Así de simple.

Entre tanto, la cuenta de los agravios a la población continúa creciendo. El magisterio nacional, principalmente el del estado de Morelos, manifiesta su rechazo al llamado Acuerdo para la Calidad de la Educación, pomposa envoltura para el ariete del Banco Mundial para acabar con la educación pública y gratuita. Ya van cinco semanas de paro educativo y de toma de la plaza de armas de Cuernavaca por los maestros, quienes por toda respuesta reciben la rotunda negativa a construir un nuevo acuerdo con la participación efectiva del magisterio, liberado de la tutela de su autonombrada líder vitalicia, Elba Ester Gordillo. Para el régimen yunquista, enemigo histórico de la educación pública y laica, el conflicto le viene muy al pelo; así provocan a la sociedad para achacar todos los males al magisterio movilizado. No les interesa resolverlo. Las molestias las paga la ciudadanía, el gobierno sólo le pasa la factura y los incita a enfrentarse con los maestros. Lo bueno es que los panistas presumen de una ética política impoluta ¿Qué tal si no la tuvieran?

gerdez999@yahoo.com.mx



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Gerardo Fernández Casanova


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