Gaza: de campo de concentración a campo de exterminio

Hacia la retención de envíos petroleros

GAZA: DE CAMPO DE CONCENTRACION A CAMPO DE EXTERMINIO

Hacia la retención de envíos petroleros

Caracas, 2 de enero de 2009

Hugo Chávez Frías

República Bolivariana de Venezuela

Presidencia de la República

Presidente y querido amigo

Feliz año. Un abrazo. Es mi sentimiento y nuestra tradición. Me duele que ese regocijo interior de nuestra gente durante la navidad y pascua de año nuevo, esté lesionado por la consternación mundial que está causando el bombardeo inmisericorde que viene ejecutando el Estado de Israel contra el Pueblo Palestino. Hacer silencio de mi parte, o cruzarme de brazos o no adoptar ninguna iniciativa frente a lo que acontece, pudiendo hacerlo, sería injustificable. Opino con la razón política y jurídica que creo nos asiste, que está en las manos de nuestro estado actuar en el seno de la Organización de Países Exportadores de Petróleo ( OPEP ), proponiendo una retención inmediata de envíos de petróleo crudo o sus derivados al estado agresor y a quienes cooperen con la acción genocida. 

Desde el pasado 27 de diciembre, el Estado de Israel descarga sin tregua el furor de sus armas contra la población palestina de la franja de Gaza. Los muertos se cuentan por cientos y los heridos por miles. Son inconmensurables los daños a las viviendas y a la infraestructura Palestina. Ese día más de sesenta aviones F-16 atacaron más de ciento cincuenta objetivos en tan sólo veinte minutos, causando una devastación desde todo punto de vista inaceptable para la humanidad.

Estas acciones no son sino la agudización dramática del solapado asedio, sostenido durante décadas, que ha reducido a niveles infrahumanos las condiciones de vida del pueblo palestino. La continua expansión del estado de Israel, a partir de sus fronteras “legales” de 1948, se sustenta en el despojo y la exclusión de la población originaria.

Expresiones de esta política, aun en tiempos de supuesta paz, son los asesinatos selectivos o indiscriminados, el encarcelamiento durante años o décadas de miles de palestinos, la sistemática práctica de la tortura a prisioneros, los asentamientos judíos en territorios palestinos, mediante los cuales se reduce y fragmentan progresivamente los espacios de vida, la desviación de los cursos de agua, la destrucción, con pretextos reglamentarios, de bienes y cultivos, el establecimiento de alcabalas en los que se somete a retrasos y humillaciones sin cuento a hombres, mujeres y niños palestinos que necesitan desplazarse para trabajar, estudiar o por cualquier otro motivo (son innumerables los testimonios acerca de personas con urgencias de atención médica que han muerto durante las esperas forzadas en los puestos de guardia israelitas), la erección de muros que cercenan aún más los territorios palestinos y, recientemente, desde hace seis meses, el establecimiento de un bloqueo que reduce a un mínimo o impide el ingreso de bienes indispensables como alimentos y medicinas. La degradación material del palestino va pareja con la degradación moral del ciudadano israelita. Gaza es un gran campo de concentración en trance de devenir en un campo de exterminio.

Todas estas acciones se acogen a una normativa que el ocupante israelita ha impuesto al pueblo palestino, y que constituyen una perversión del concepto de justicia que solamente tiene precedentes en las leyes raciales de Nuremberg. Constituye una suprema expresión de cinismo político calificar de terrorismo las reacciones defensivas que provoca esta política fríamente concebida y sistemáticamente aplicada. La perversidad de las iniciativas del estado de Israel se traducen en las operaciones quirúrgicas que mencionamos antes, y provocan acciones desesperadas de los palestinos, que les sirven de pretexto para agresiones aun más brutales y abiertas.

Por otra parte, conviene subrayar que las actividades aparentemente científicas del estado de Israel, al igual que lo hicieron los nazis, pretende encontrar, mediante investigaciones arqueológicas, los vestigios de un pasado que sustente sus derechos sobre los territorios conquistados. No se atreven, en cambio, a intentar demostrar, mediante las contemporáneas técnicas de ADN, su alegato racista de existencia de una identidad hebrea frente a la etnia palestina.

Es preciso establecer, no obstante, una distinción entre el pueblo hebreo o judío, cuya ética ancestral preconiza el respeto a la vida, y el estado de Israel, que eleva la razón instrumental de la técnica, particularmente la armamentista, a árbitro supremo de los destinos humanos. La reiterada calificación de antisemita, por parte de este estado, a toda denuncia de sus desviados procederes, es solo la utilización de la condición de agredido que provocó el holocausto que padeció el pueblo judío durante la segunda guerra mundial, para encubrir otro holocausto en ciernes, que victimiza esta vez a un pueblo que nunca albergó sentimientos antisemitas. Tal tergiversación entraña, por parte del estado de Israel, un profundo irrespeto a la memoria y a los sufrimientos de su propio pasado y a su propio pueblo.

Por lo demás, resultan antihistóricas las políticas israelitas de exclusión y despojo en pleno siglo de universalización o ecumenismo. Las actuales agresiones al pueblo palestino coinciden, además, con los prolegómenos de una crisis mundial, que más que económica es de civilización, y que necesariamente habrá de conducir a un mundo nuevo en el que la solidaridad mundial será reconocida como un valor indispensable para la supervivencia del hombre.

Planteadas así las cosas, someto a su consideración la posibilidad de radicalizar nuestra voz de protesta contra los crímenes israelitas, habida cuenta que está dentro de las facultades de la República Bolivariana de Venezuela, presentar una moción urgente en la OPEP, que se traduzca en una retención de los envíos de petróleo, que realizan los países miembros de la organización, al estado de Israel, y a los países que cooperan decisivamente en la ejecución de las acciones monstruosas que hemos referido. Me imagino que una iniciativa de esta naturaleza podría ser acompañada por los países observadores y, asimismo, por otros países exportadores. Una contribución de nuestra República en este sentido, apoyaría efectivamente al pueblo palestino, y guardaría conformidad con la prédica según la cual el humanismo está en el centro de nuestros actos, y la haría acreedora, aún más, de un respeto decoroso en esta tierra de todos.

Con todo afecto y reiterándole mis deseos de un buen año, se despide con la amistad de siempre

Freddy Gutiérrez Trejo

e-mail: freddygutie@gmail.com 
*Abogado. Profesor universitario en cursos de pre y postgrado: Universidad Central de Venezuela, Universidad de Bonn en Alemania, Instituto Pedro Gual de Altos Estudios Diplomáticos y Universidad Simón Bolívar. Magíster Scientiarum en Derecho Económico Internacional y Derecho del Trabajo. Diputado al Congreso de la República. Procesado por causas políticas. Miembro de la Asamblea Nacional Constituyente. Electo por la Asamblea General de la Organización de Estados Americanos para integrar la Comisión Interamericana de Derechos Humanos Relator Especial para Trabajadores Migrantes. Comisionado Presidencial a la Unión de Naciones Suramericanas UNASUR. Conferencista en diferentes organizaciones populares y académicas. Publica habitualmente en revistas nacionales e internacionales y en diferentes páginas de redes comunicaciónales.


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Freddy Gutiérrez Trejo*


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