La polémica que
se ha desatado en torno a este asunto me resulta sospechosa, cuando
atacan a Benedicto XVI por criticar el uso del preservativo (palabra
que usa por primera vez). Llegó incluso a decir que su distribución
"agravaba" la situación. Las palabras de Benedicto XVI sobre
la inutilidad del condón para combatir el Sida en África, el continente
más afectado por la pandemia, causaron protestas internacionales, con
críticas provenientes de gobiernos, ong’s y activistas de
la lucha contra el Sida, que se hicieron a pesar que había dicho:
"Hay que resaltar empero que la Iglesia nunca ha obstaculizado
sobre el terreno la distribución de preservativos y que no logra resultado
concreto alguno con su condena del preservativo, que se sigue utilizando
en el mundo entero. Decir que la Iglesia tiene una responsabilidad en
la epidemia del sida carece de fundamento".
El problema es
que el Sida en una enfermedad cuyo origen no se ha precisado con certeza
y que hace estragos en los países más pobres, donde poblaciones enteras
se han infectado. En la propagación de este mal tienen responsabilidades
obvias los países más ricos, que gastan millones de dólares en investigar
sobre fármacos para potenciar la virilidad y se destinan migajas a
la lucha contra esta enfermedad. Es el mismo panorama que se observa
con la distribución de los alimentos sobrantes, para combatir la pobreza
en África, explotada durante siglos por las potencias coloniales europeas.
Repartir maíz, trigo o enlatados por doquier, no basta para combatir
lo que llaman genéricamente “pobreza”, lo importante sería
cambiar el modo de producción capitalista que es el verdadero culpable
de esta crisis y quien lo reemplazaría está allí mismo: el Socialismo
del Siglo XXI.
Repartir condones
a diestra y siniestra no es la mejor arma para combatir el Sida. Lo
fundamental es ir a las raíces del problema. Una epidemia de cólera
no se combate hirviendo el agua: hay que sanear el entorno; el dengue
no se combate rociando insecticida para combatir el mosquito: hay que
acabar con los criaderos; la peste bubónica, que se produce en regiones
donde las condiciones de la vivienda y de higiene son deficientes, no
sólo se combate eliminando las ratas; el paludismo no se combate sólo
tomando la pastilla a base de quinina: hay que acabar con los pantanos
(”palude” en italiano, de allí su nombre) o las aguas estancadas,
sanear al medio ambiente y crear condiciones mínimas de salubridad.
Lo mismo sucede con el “mal de Chagas”: su combate exige mejorar
las condiciones generales del hábitat, donde no se sea posible la supervivencia
de los vectores. En África donde el 70% de las personas que tienen
Sida mueren, la situación es verdaderamente dramática.
Para el papa,
"La solución de la Iglesia, es la fidelidad sexual […] el preservativo
no es una solución ya que es una falsa seguridad que sigue alimentando
la promiscuidad sexual". Esto es una verdad del tamaño de
la catedral de Pedro. La solución estaría también en una "humanización
de la sexualidad" y una renovación espiritual destinada a
"sufrir con los sufrientes". Eso está bien, pero no basta.
El presidente de un tal “Fondo Mundial de lucha contra el Sida, la
Tuberculosis y la Malaria”, Michel Kazatchkine, exigió que el Papa
se retracte de sus comentarios, a los que calificó de "inaceptables".
¿Con qué argumentos hace esta exigencia? Durante años, esta y otras
organizaciones internacionales devoran millones y millones de dólares
para combatir el Sida y el problema sigue igual o peor. Es sospechoso
que esa organización sea un “Fondo” ¿FMI? De “vainita” [1]
no se hacen llamar “Banco”.
Muchos de los
llamados “activistas” contra el Sida han caído en la trampa. El
gran negocio es que “los condenados de la tierra” [2] sigan “tirando a calzón quita’o” [3],
mientras puedan usar condones “made in USA” o “made
in Japan”, que es la verdadera esencia del negocio. Mientras más
condones se usen, más dinero habrá y las cajas registradoras resonarán
como un canto gregoriano. Lo del Sida y la pobreza son problemas que
se dejarán para ser tratados en otra cumbre maaaaas!
Notas
[1] En el libro “Los condenados de la tierra”, Frantz Fanon, nacido en Martinica, se refiere a los problemas del Tercer Mundo, después que se produjo la revolución argelina. Si no se reconstruye la sociedad, las burguesías nacionales, mantendrán los vínculos ya vigentes entre cada país y la Europa colonialista. El resultado es que el grupo pequeño de ex-colonizados que domina un país se enriquece al tomar los puestos que ocuparon los colonizadores mientras que la gran mayoría de las masas seguirá en su miseria, como si la revolución nunca hubiera ocurrido. Para prevenir tal situación, se requiere que las masas tomen conciencia de su situación. Según Fanon, “ser responsable en un país subdesarrollado es saber que todo descansa en definitiva en la educación de las masas, en la elevación del pensamiento, en lo que suele llamarse demasiado apresuradamente, la politización”. Aquí está, en principio, la solución del problema. Pulsar aquí para mayor información sobre Fanon
[2] En lenguaje “decente” sería: “fornicando desesperadamente, con pasión”
[3] “Vaina”
o “vainita”, es una expresión, que aparte de otros
significados connotativos, la usamos en Venezuela para decir “de
casualidad”.
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