El socialismo y el cristianismo en sus conceptos originarios poseen una cercanía bien estrecha en el plano doctrinal. Ambas doctrinas comparten una misma visión sobre el concepto de sus seguidores; mientras que el socialismo ha utilizado el término pueblo para definir políticamente a un conjunto de sujetos con una identidad común, caracterizados por no formar parte de las clases dominantes, el cristianismo ha utilizado el término pueblo de Dios en relación con el conjunto de creyentes quienes en sus orígenes fueron las clases mas desfavorecidas de la época. En ese sentido, tanto el cristianismo como el socialismo tienen como objetivo fundamental la igualdad social en los sistemas en los que están presentes.
Ambas doctrinas apoyan el fundamento de justicia social de reparto equitativo de los bienes. Conciben a una sociedad con desigualdad de la riqueza como una sociedad injusta y opresora pues sus medios de producción se destinan a someter al pueblo. También persiguen una redención de la humanidad, la cual gozará de la salvación si se acoge a los principios básicos de la doctrina, como única forma de comprender la naturaleza humana en su esencia.
Nacen en un contexto histórico socialmente desfavorable. Contienen una fuerte crítica social que impulsa a ambas doctrinas a la transformación del mundo. Centran su labor social en la construcción de una sociedad equitativa. Persiguen el establecimiento de una sociedad justa como lo es la dictadura del proletariado, en el caso del socialismo científico, y el reino de los cielos para los pobres, en el caso del cristianismo y finalmente conciben un modelo de sociedad ideal en la que el interés colectivo prevalece por encima del individual.
Es obvio que estos simples principios son pilares fundamentales de ambas doctrinas, a pesar que la historiografía actual no le conviene poner de relieve esta coincidencia. Por ello creo evidente que entre el cristianismo y el socialismo no hay una rígida separación de finalidad que a mi entender Marx conocía muy bien, aunque históricamente asumió una conveniente desviación teórica enfrentada con el planteamiento teológico del cristianismo, la cual aflora en un tiempo que precedería a la revolución que emergió en una sociedad de férreas tradiciones conservadoras de la Rusia de los Zares. A pesar de ese hecho, ambas doctrinas no se alejaron demasiado de un proyecto político ideal, el cual a mi juicio han cabalgado históricamente en un marco ideológico común.
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