Cual aguacero que comienza, a finales del mandato de Bush empezó la llovizna de la crisis, un banco, luego otro, los despidos, así cómo merecido final para el patriarca imperial. Así empezó la versión del siglo 21 de aquella famosa época de la depresión.
Nada más digno para aquel presidente alcohólico que fuera tan dignamente despreciado con la histeria de dos zapatazos en Irak.
Herencia formidable para Obama, la crisis justificó el triunfo y el slogan de “change” que propulsara al diestro político hawaiano en la recta final de su carrera. Formidable crisis que ha sabido administrar para ocultar tras ella los errores y comenzarnos ha hablar de lo mismo con palabras nuevas. De pequeño aprendí que una cosa es lo que la gente dice y otra lo que hace, a medir y evaluar sobre todo a quienes nos dirigen por sus actos más que por sus discursos. Si bien en la primera semana Obama arremetió contra las prisiones que su imperio tenía en lejanos lugares, cómo Guantánamo, para poder ejercer la tortura y la famosa “lucha antiterrorista” lejos de los tribunales de los derechos humanos, ahora lo vimos firmar una ley que de nuevo prohíbe la difusión de fotos o videos sobre las actuaciones que se realizan en ellas.
Cada cual con sus dichos y con sus actos. Pero ¿y que posturas toman las izquierdas ante la crisis? Nada más propicio para avances en la lucha contra el imperio del capital que la denuncia, la profundización de su misma crisis. ¿Dónde las fotos y los testimonios de cientos de miles de americanos y europeos que ahora viven en carpas y en motor homes, donde el grito de “!yanqui come home!” para que se levante la conciencia de los obreros y trabajadores que allá son echados a la calle, donde las denuncias insistentes de los premios millonarios a los bancos y las empresas capitalistas con que Obama pretende paliar la crisis?
De las crisis surgen las transformaciones, de las crisis surgen las tomas de conciencia, en una crisis del enemigo es deber absoluto para quienes somos soldados del nuevo mundo, del hombre nuevo, el lograr el mayor provecho para convencer y abrirle los ojos a todos los que la sufren.
Cuando comienza a arreciar el aguacero todos salen corriendo a guarecerse, todos hablan de tratar de que no sea tan grave y de “ayudar” a minimizar la crisis. ¿Qué es esto? Se trata de lo contrario, de agudizarla, de denunciarla, de enseñarle a la humanidad cómo el dinero es el valor supremo que devasta familias sin mengua, sin desmedro, que echa a la calle, al hambre, a cientos de seres humanos y viene a proteger a quienes se robaron todo. La crisis es porque los banqueros prestaron dinero a los pobres y éstos no fueron fieles al pagarles y por eso ahora se les ejecutan hipotecas y se le echa a dormir en sus autos, la crisis es que ahora no saben quien carajo les comprará todas sus baratijas que son “productos de consumo masivo” que se pudren en los anaqueles porque el pueblo ya no tiene dinero. Pero Obama no da dinero a los pobres, sólo imprime millones de dólares para los culpables de todo esto.
Cuando la lluvia ya trae truenos o centellas, el pánico comienza a cerrar las ventanas y las puertas, todos piensan en la manera más propia a la que el mismo capitalismo nos enseño en su dominación, a cuidarse a uno mismo, antes que nada a preservar mi empleo, mi cuota de dinero necesaria, antes que pensar en colectivo. Todos nos hacemos cómplices de ésta crisis mientras la temamos, mientras no la abordemos con las manos solidarias que nos piden la moral y la ética socialista y revolucionaria. Todos seremos parte de la crisis hasta que no demos las respuestas del nuevo pensamiento.
Si así llueve: ¡que no escampe! Que se desnude la verdad cruel de los señores de Wall Street, que se enseñen al mundo las fotos y los llantos de quienes son arrojados a la calle, que se sienta el desprecio que este sistema siempre tuvo hacia el hombre y la diabólica entrega a lo dañino, a lo inmoral a lo perverso.
Salgamos a la calle camaradas a buscar a los heridos, a los botados, a los hambrientos, démosle amor y solidaridad, abramos un espacio en nuestra casa para refugiarlos, organicémoslos, hagamos que tomen conciencia. Salgamos a incendiar el planeta con conflictos. Salgamos a la calle cargados con las armas de la hermandad y del amor, con la denuncia. Salgamos a enfrentarnos al enemigo y ya dejemos de taparnos las cabezas con periódicos para que la lluvia no nos produzca un resfriado.
Cual aguacero terrible se esperan peores tiempos, cual aguacero terrible serán cada vez más los afectados, cual aguacero infernal desnudaremos al enemigo y sacaremos los paraguas para acampar en el futuro y darnos las manos, para avanzar con más rabia y con más fuerza por el mundo que soñamos.
Sólo se puede hacer eso en esta crisis del capitalismo, sólo ser consecuentes con la furia de los desposeídos y tomar las calles y hacer peso.