Parte XVII

En defensa del proceso revolucionario en Venezuela

Apuntes para la elaboración de una estrategia revolucionaria, bolivariana y socialista en tiempos de traición.

La base social de la revolución socialista y el problema de las alianzas

En el siglo pasado el tema agrario y de liberación nacional sin duda representaban los problemas más importantes del cambio revolucionario en las colonias y semi-colonias. El hecho que haya sido imposible resolver estos problemas, que afectan a la mayoría de los pueblos del sur hasta el día de hoy, se debe a la persistencia de los latifundios feudales y al imperialismo oligárquico en nuestras tierras. En todos los países explotados de Asia, África y América Latina, como en la atrasada Rusia pre-revolucionaria, la gente que trabajaba en la agricultura formaba la abrumadora mayoría de la población nacional. En todas partes fueron explotados y oprimidos por el imperialismo, aunque el grado de su explotación pudo diferir, dependiendo de su nivel inicial de desarrollo y las prioridades de los intereses foráneos.

Ahora bien, ¿qué hay de la estrategia de formación de alianzas en la lucha revolucionaria? ¿Con cuáles clases podemos formar alianzas?

En su obra 'Revisión del Programa Agrario del Partido de los Trabajadores' Lenin comenzó a reflexionar acerca de lo deseable de forjar una alianza entre el pequeño proletariado y el inmenso campesinado pobre de Rusia. Considerando la debilidad de la enana lumpen-burguesía, en 1906, Lenin argumentó que la revolución democrático-burguesa contra el feudalismo sólo podía ganarse por medio de una alianza de trabajadores y campesinos; por lo tanto, sus logros y progreso sólo podía garantizarse si las dos clases actuaban conjuntamente.

Está claro que los obreros, las clases trabajadoras, juegan un papel central en la revolución socialista. Asimismo, no se puede formar ninguna alianza con una clase dominante explotadora. Como una excepción, podría forjarse una alianza con las clases medias bajas, bajo el liderazgo supremo del proletariado.

Aun después que el proletariado conquistó el poder en Rusia en 1917, Lenin todavía consideraba al campesinado, especialmente al proletariado rural, un aliado importante aunque, claro está, enfatizó -luego de rechazar la teoría de dos fases para Rusia, para hacer primero la revolución democrática-nacional, y luego la socialista- el papel principal del partido del proletariado durante la revolución democrática.

Para defender la revolución socialista Lenin no buscó alianzas en las privilegiadas clases dominantes altas, y no tuvo interés en crear nuevas clases políticas. Él argumentó que la estabilidad del poder de los trabajadores sólo podía lograrse por medio de la actitud positiva de los campesinos hacia el Estado revolucionario y su activa colaboración.

En cuanto a la estrategia revolucionaria y la reforma constitucional él no abogó por una rígida expropiación de toda la propiedad privada en manos de los campesinos, sino por la repartición de todas las tierras confiscadas a los grandes hacendados y terratenientes, quienes habían sido la columna vertebral de la oposición, entre los pobres campesinos hambrientos de tierra. El advirtió, sin embargo, contra la aplicación dogmática de esta política de manera generalizada ya que sólo la consideraba aplicable para las específicas condiciones rusas.

Desde el mismo principio, sin compromisos y de manera categórica como un marxista revolucionario, Lenin vio a la Revolución de Octubre esencialmente como una revolución anticapitalista, anti-imperialista, socialista. Durante la I Guerra Mundial ni siquiera los ataques imperialistas de una docena de países capitalistas pudieron parar su marcha hacia el socialismo. El no pensó que una nacionalización exitosa sería posible en las áreas rurales hasta después que la industria nacional se reorganizara sobre la base de la industria pesada colectiva, tomando en cuenta los logros más recientes en la tecnología moderna. Él sostuvo que no debía ganarse a los campesinos por medios coercitivos sino con 'la fuerza del ejemplo'.

En cuanto a las alianzas políticas revolucionarias con varios grupos y clases sociales oprimidas, con el fin de auspiciar la revolución socialista, este asunto es realmente complejo e imperativo. El campesinado en Europa durante las Edades Oscuras, los campesinos de Argelia descritos por Frantz Fanón y los actuales campesinos de Venezuela, un país productor de petróleo, son realidades distintas que pertenecen a ciertas épocas históricas. Sus funciones sociales y revolucionarias también varían. Asimismo, una cosa es una alianza electoral para conquistar el poder político dentro del status quo económico capitalista y defenderlo democráticamente, y otra cosa es construir un partido socialista revolucionario de vanguardia para desarrollar las estrategias defensivas de los trabajadores, para formular un programa histórico para establecer una sociedad socialista a escala nacional, continental e internacional.

Ideología, lenguaje y teoría revolucionaria

Los nombres o las palabras pueden ser idénticos, pueden diferir de acuerdo al idioma; ellos tienden a convertirse en ideas fijas, ideología de la clase dominante, instrumentos inadecuados de pensamiento, de hecho, verdades absolutas. Por lo tanto, ellas distorsionan o desfiguran nuestra realidad fluyente. Las palabras utilizadas por los medios de comunicación internacionales están llenas de significados de la clase dominante, ellas no reflejan las realidades de Venezuela. Marx ya lo dijo, las ideas dominantes de cada época son las ideas de las clases dominantes. Quien ejerce el poder económico y político también controla la educación, la información, la socialización, las ideas acerca de la realidad. Aquello que las palabras y letras supuestamente describen, lo que realmente debe pensarse, teorizarse, cambia constantemente dentro del proceso de trabajo, dentro de la acumulación terrorista de capital económico, poder político y violencia social, es decir, la muerte planetaria por medio del orden social, del orden estatal.

Por lo tanto, dentro de la lucha diaria, por razones estratégicas, las ideas, pensamientos y las teorías revolucionarias deben ser concisos, incisivos y precisos. En términos de dialéctica socialista, el no explicarle a las masas electorales un concepto como el de 'la propiedad' puede tener resultados mortales para las reformas constitucionales y los referendos nacionales. Este sólo concepto es central en relación a las alianzas revolucionarias durante las severas luchas de clases como las que acontecen en este momento en Venezuela y en América Latina.

En este contexto, los enfoques trans-históricos de Lenin y Trotsky en cuanto a los conceptos e interpretaciones revolucionarias precisas son realmente fundamentales para Venezuela. Las diferencias analíticas que tenían estos dos revolucionarios en relación al asunto de las alianzas no surgieron en ningún momento sobre la necesidad en general de establecer una alianza entre el proletariado y el campesinado ruso, ya que esto fue algo lógico y necesario.

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José Antonio Velásquez Montaño


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