En la política, existen tantas opciones como sean las circunstancias de tiempo, lugar, modo y persona que concurran a una situación de fuerza; es decir, lo que en un momento dado se da por definitivo puede, un momento después, ser superado por el cambio en la relación de poder, ocasionado por la modificación de la potencia de uno de los factores o la aparición de una fuerza ajena a los contendientes, la cual afecta la correlación de fuerzas en favor de una de las partes o en favor de ella misma, obligándo a los actores originales a reordenar sus posiciones, alianzas y líneas de accion.
La confrontación terminal le impone a las partes, una situación dilemática que exige de cada uno de ellas, valorar no solo la potencia de las fuerzas de que disponen en un momento, sino el estado de preparación de la fuerza contraria, lo cual hace de la toma de la decision final, un dilema que incorporan variables conocidas, previsibles, pero no controladas, lo que aumenta el grado de incertidumbre y de error, en la determinación.
El proceso de diálogo-negociación de Costa Rica, impuesto por los Estados Unidos al presidente Zelaya, al margen y sin consulta con los siete paises del SICA centroamericano, de los siete hermanos de ALBA, los otros 32 “socios” de la OEA y a los 192 miembros de la ONU, traslada el dilema del uso terminal de “la razon de la fuerza”, al de la “ fuerza de la razón”, al negarle a los contendientes, la posibilidad del uso de toda su potencia para dirimir el conflicto politico, obligándolos a optar por un acuerdo en el cual se preserven los intereses inmediatos y lejanos de la potencia hegemonica de ese escenario
La aceptación de Zelaya de que el diálogo se transformara en conversaciones, esta derivara en negociaciones y que, finalmente, aceptara los 7 puntos planteados por Oscar Arias, para dar paso a la solucion de la crisis política, y, además, que los golpistas accedieran a considerar restablecer el orden constitucional, recibiendo concesiones políticas y garantias de impunidad, demuestra que el escenario se ha movido a consecuencia, no del valor directo de las razones y de las fuerzas de los contendientes sino de la intervención de una fuerza hegemónica, distinta pero no ajena a las partes: los Estados Unidos de Norteamérica.
La incursion directa y unilateral de los Estados Unidos en la “solución política” creó una nueva situación dilemática para el presidente Zelaya: O aprovecha la acumulación de fuerzas sociales bajo su liderazgo, concentrándola en una victoria política y territorial en las elecciones de noviembre, que imponga la convocatoria de la Asamblea Nacional Constituyente o; mantiene la presión de las masas antioligárquicas y el “cerco de la comunidad internacional” sobre el compacto Bloque oligarquico-burgués-neocolonial hasta su posible, pero no asegurado derrumbe definitivo; resultado que pareciera no permitirá los Estados Unidos, por la amenaza que ello representa para su base militar de Palmerola (Soto Cano), la fuerza élite Bravo y, su vieja alianza con los grupos antidemocráticos de la región.
Valoradas sus maniobras tácticas, las fuerzas acumuladas por los contendientes y, los factores externos, no es fácil pensar que el ganadero olanchero José Manuel Zelaya, se juegue la historia futura de Honduras, “en un lance”.