¿...y el teletón apá?

El descomunal boquete que registran las finanzas públicas, hipócritamente recién descubierto por el rollizo Interventor del FMI de apellido doblemente Carstens, se hizo aparente al mermar considerablemente los ingresos petroleros, tanto por causa de la reducción del precio internacional, como por la criminal disminución de la producción. En realidad el boquete es ya viejo, por lo menos de quince años de historia recalcitrantemente neoliberal, y es resultante del fraudulento régimen de privilegios fiscales que permite a las grandes corporaciones afines al régimen eludir su contribución a las finanzas públicas. En efecto, los excedentes petroleros cubrieron lo que debían de pagar tales consorcios, lo que es lo mismo que decir que la riqueza de todos los mexicanos fue privatizada en beneficio de unos cuantos. Hoy se pretende que, ya no la riqueza, sino la pobreza de todos los mexicanos, continúe manteniendo las prebendas de los pocos privilegiados.

     Son muchos los mecanismos “legales”  de los que se valen los llamados ejecutivos de finanzas para eludir el pago de impuestos. Destaca entre ellos el régimen que permite deducir de impuestos las donaciones a proyectos altruistas y filantrópicos lo que, por sí mismo, pudiera merecer una correcta aceptación, salvo por el carácter utilitario que se le ha dado a algunos muy notorios casos, particularmente el del famoso Teletón, que no es otra cosa que la suma de todas las aberraciones que, en nombre de la caridad y la solidaridad entre los mexicanos, redundan en mayores utilidades reales para sus promotores, principalmente Televisa, en pérdida de ingresos al fisco y, de pilón, en maquillaje de generosidad para quien, con la peor de las perversidades, lucra con la idiotización cultural de la población y la promoción de la violencia. El colmo es que, además, todo eso lo hacen con dinero ajeno colectado entre miles de personas de buena fe, por un lado, y con el que dejan de contribuir al bienestar de todos, por el otro.

     Al margen del negocio, se construyen centros de rehabilitación infantil que atienden a un pequeño número de niños que, por desgracia, padecen alguna incapacidad. A cambio, por la deficiencia en la recaudación fiscal provocada por este tipo de altruismos, el resto de la población enormemente mayoritaria carece del servicio público de salud que debiera prevenir las discapacidades infantiles. Se argumenta que, si ese dinero entrara a las arcas de la SHCP, sólo serviría para engrosar la corrupta bolsa de los políticos y no estaría errado tal criterio, en cuyo caso pareciera que el debate se circunscribiría a decidir  quien puede ser corrupto: el burócrata o el empresario. No, el real debate tiene que ver con acabar con la corrupción en todos los ámbitos, sea el público o el privado. Mucho mejor servicio prestaría la televisión si, en su labor informativa, estuviera al servicio de la verdad y, en vez de solapar al régimen fraudulento y corrupto, contribuyera a erradicar vicios y enaltecer virtudes. Lástima, la virtud es buena costumbre, pero muy mal negocio.

     Fíjese, amable lector, que estos malandrines están tan contentos con sus resultados que, en adelante, la colecta de recursos para que Televisa siga vistiéndose de generosidad se va a generalizar mediante la aportación de un 2% de todas las compras que se hagan. ¿No me lo cree? Pues sí, así es. Con ese impuesto que, de aprobarse, pagaríamos todos, se cubriría lo que dejan de pagar los teletones y otros gandallas similares.

     Mientras, y para no perder la compostura de profesionistas de lujo, la alta burocracia se resiste a reducir sus altos ingresos y su ampliado número. Ya está más que documentado el comportamiento del rubro de gasto en percepciones de los mandos medios y superiores de la burocracia. Es francamente escandaloso. Para mantener el nivel competitivo de los salarios de los burócratas con los que paga la iniciativa privada y no perder su calidad profesional, de la que tan orgullosos estamos y que tan buenos resultados de gobierno nos han dado a los mexicanos, se va a castigar a los presupuestos de las universidades públicas, al fin que esas sólo engendran nacos y guerrilleros; o de la salud, al fin que para eso están los teletones; o del campo que ni falta nos hace pues todo se puede importar de USA, etc.

     Lo importante para el régimen tiene cara de gente bonita. Calderón se reúne con los empresarios católicos y los felicita por su contribución a crear el ambiente de colaboración de clases y de eliminar esa falsa contradicción inventada por ideólogos exóticos y ateos, como un tal Marx. Nada mejor que el empresariado con compromiso social que, desde luego, no afecte a sus utilidades. Es el único instrumento para eliminar la pobreza, por lo menos la de los dueños del negocio. Los electricistas del SME y otros bellacos parecidos, debieran aprender que el bienestar no lo van a conquistar por medio de la lucha, sino de su buen comportamiento ante el patrón que, por su compromiso social, les buscará una mejor condición de vida. No pus sí.

     Insisto, el régimen pretende celebrar el centenario de la Revolución Mexicana con una réplica de las condiciones que la provocaron. Una actuación de bulto plena de realismo, merecedora de los más prestigiados premios internacionales. Parte del elenco ya está actuando, los herederos de los científicos controlan el gobierno, la otra parte, el pueblo, hace su mayor esfuerzo para que la sangre no llegue al río y se resiste a emprender la vía violenta, pero está acercándose al colmo.

     Correo electrónico: gerdez999@yahoo.com.mx  


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Gerardo Fernández Casanova


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