“Que el fraude electoral jamás se olvide”
Finalmente se concretó la puñalada largamente anunciada. El pillo mayor, debidamente emboscado y en la tiniebla de la medianoche del sábado, tomó por asalto las instalaciones de Luz y Fuerza del Centro (LyFC) para, minutos después, publicar el decreto que dispone la extinción de la empresa pública proveedora de energía eléctrica a la región central del país. Previamente manipuló con la intención de hacerse de la dirección del Sindicato Mexicano de Electricistas (SME) impulsando y financiando a un grupo opositor en la elección de Secretario General, pero fracasó; ante ello el nefasto secretario del trabajo, dilecto vástago de la más mentada suripanta, aplicó su ya conocida fórmula: negó la “toma de nota” que daría reconocimiento oficial al dirigente electo (nefasta medida de intervención gubernamental en los asuntos internos de los sindicatos) con lo que, formalmente, descabezó al sindicato y congeló sus cuentas bancarias y sus cuotas; en paralelo soltó a la jauría de seudo periodistas, opinadores y levantacejas para despotricar contra el “corrupto” sindicato y sus dirigentes. Finalmente aprovechó la ocasión del jolgorio ocasionado por el triunfo de la selección mexicana de futbol para, por la espalda, propinar su artera puñalada. Por la tarde del domingo, ya debidamente maquillado y desprovisto del antifaz de asaltante, el famoso pillo colocóse la máscara de niño héroe y, envuelto en lábaro patrio, informó por cadena nacional de televisión, de las razones de su muy dolorosa, cuan indispensable, medida. Debidamente protegido por la imposibilidad de réplica, el espurio hizo gala de su mayor especialidad: mintió y volvió a mentir.
Miente Calderón al achacar a los trabajadores y a su sindicato la causa de la debacle de la empresa. Habla de que el número de empleados en LyFC es mayor que el de la Comisión Federal de Electricidad (CFE), que produce y distribuye tres veces más energía; pero no dice que LyFC y sus trabajadores realizan todas las tareas que en CFE se dan a contratistas a un mucho mayor costo, tal es el caso del mantenimiento de equipo y el tendido de líneas. Culpa a los trabajadores por las pérdidas de energía por robo, que significa casi la tercera parte del suministro, sin mencionar que la mayor parte de tal pérdida corresponde al no pago de energía por las dependencias del gobierno federal, incluida la casa presidencial, y a los arreglos que se dan con grandes empresas consumidoras; en menor escala, el robo de energía a nivel doméstico ha sido combatido institucionalmente por el propio sindicato, sin contar con el respaldo oficial para tal labor. Miente Calderón al hablar de privilegios salariales y previsionales de los trabajadores sindicalizados ¿comparados con quien? ¿Con los sueldos de hambre en que ha caído la mayoría de los trabajadores como resultado del modelo neoliberal o con los de la alta e inútil burocracia panista enquistada en el poder? Respecto de los primeros la respuesta es afirmativa, pero la solución no es la de colocar a los electricistas en condición similar de hambre, sino la de colocar a los demás en la condición de dignidad lograda por muchos años de esfuerzo del gremio eléctrico. Por lo que hace a la segunda no hay comparación, menos aún si de productividad se tratase. Para mayor escarnio, el tal Calderón no hace referencia a que, debido a la contumaz descapitalización de la empresa, se le obliga a comprar la energía en bruto a la CFE a un precio de transferencia fijado por la secretaría de hacienda, que resulta ser superior en casi un 30% al precio de venta, de donde se derivan las millonarias transferencias de recursos a que se refiere el gran embustero.
Todo lo anterior ha sido permanentemente denunciado por el SME sin que tal información pueda brincar el cerco mediático para que sea del conocimiento público. Ahí está la señora Dresser, tan alabada por sus correligionarios y tan mal leída por muchos supuestos progresistas. Dice la Denisse: en México basta que haya una tormenta para que se vaya la luz o que se caiga un árbol para que se registre un apagón; casualmente, lo primero sucede hasta en las mejores ciudades del mundo y allá, como aquí, hay una brigada desconocida y hasta vilipendiada que rápidamente corrige la falla; lo de los árboles tal vez no suceda en otras ciudades, pero por carecer de árboles; yo prefiero seguir contando con una ciudad arbolada, aún a riesgo de que, eventualmente, se caiga uno y corte la línea eléctrica. Que no venga la señora con el cuento de que la competencia de los privados va a evitar los apagones ¡por favor! Igual sucede con tantos otros distinguidos comentaristas a sueldo del patrón, todo sea por negar la luz de la verdad a quien debiera estar informado. ¡Bendita libertad de expresión que niega la de información!
Viene al caso felicitar a los hermanos argentinos y a su presidenta: lograron meter en cintura a la mediocracia mediante la aprobación de la ley que dispone que el espacio radioeléctrico se distribuya en tres segmentos iguales: uno para los particulares de operación comercial, otro para el estado y el tercero, para la sociedad civil (ONG, universidades, iglesias, partidos, asociaciones comunitarias, etc.) Es el más importante paso a la democracia que se haya registrado en los últimos tiempos. Enhorabuena.
De regreso a la triste realidad mexicana. El agravio es mayúsculo. Es hora de brindar la total solidaridad a los compañeros del SME. Es hora de hacer a un lado la mezquindad y los intereses de grupo para llegar al paro nacional y enderezar el rumbo del país. Sin protagonismo de ninguna especie, Andrés Manuel ya se sumó. ¡A la carga!
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