El tema ya lo toqué en más de una oportunidad por esta misma ventana de Aporrea, pero refiriéndome a la güabinosa y centro derechista gestión del ex izquierdista Ignacio “Lula” Da Silva. En los buenos tiempos de su liderazgo en el PT, comandando huelgas y protestas en las ciudades industriales de Sao Caetano, Santo André, Sao Paulo, etc., la gente lo llamaba cariñosamente “O Lula”. Tenía un discurso contestatario, propio de la izquierda solidaria que busca la mejor distribución de las riquezas de cualquier país y apoyando a la clase marginada para salir a espacios sociales más dignos. Para ese señor hablar de izquierda en estos tiempos es cosa superada, algo pasado que ya no debería existir. Así lo declaró públicamente y después trató de desmentirse diciendo que fue una broma. Recordando la canción de los Bee Gees, “comencé una broma…” pero acabó en tragedia. La tragedia que vive el pueblo brasileño que una vez confió en las promesas de un líder que en la cima de la popularidad proclamaba las reivindicaciones de los humillados de siempre. El líder se alió a la derecha oligarca y acabó traicionando sus principios, sus ideales socialistas y su compromiso con el pueblo sufrido de Brasil. La miseria ladra en todos los estados de ese gran país. La clase dominante ahora es más fuerte y hasta la amazonia ha sido alquilada a grupos depredadores. Se abrazó con el asqueroso asesino George Bush, ruega para entrar en el dictatorial Consejo de Seguridad de la ONU y se hace el loco cuando los del Movimiento Sin Tierras lo precisan. Conclusión, otra esperanza muerta del socialismo auténtico, otra traición al soberano. Y así los pueblos van perdiendo la fe y por masoquismo, por venganza o por resentimiento, acaban votando por los candidatos lacayos de la derecha.
Nuestro presidente Chávez ha sido muy claro en su discurso desde la época cuando fue candidato presidencial y ha tenido que librar duras batallas conflictivas por las medidas que ha tomado en varias oportunidades. Pero ha tenido el respaldo de la mayoría porque no traiciona su proyecto, sus ideales y se mantiene firme en la dura batalla por asistir a los marginados de siempre. Las misiones Barrio Adentro, Milagro, Negra Hipólita, el acceso multitudinario a la educación gratuita, las pensiones dignas a jubilados del Seguro Social, la guerra al latifundio, el avance en el sector alimentario y el pago de impuestos justos para todos, son algunas luces que el venezolano ve en el camino transitorio a un posible socialismo a lo venezolano, sin copias extranjeras. Por eso Chávez se mantiene lejos del efecto “chinchorro” y su popularidad sigue trepando altos guarismos. Es un sentimiento nacional y está resteado con su pueblo. No tiene complejo alguno en definirse como izquierdista puro y enemigo acérrimo del capitalismo depredador que humilla a las clases desposeídas. La Mass media mundial lo sataniza pero los pueblos no son estúpidos y la mayoría no se deja manipular.
En la república de El Salvador ganó las elecciones un tal Funes (¿to?) que dice no estar de acuerdo con la línea radical de nuestro líder. El grisáceo Tabaré Vásquez también se distanció rápido. Su pobre gestión ha llevado al candidato del Frente Amplio, el pepe Mujica, a tener que esperar una segunda vuelta. Este último ya se distanció del pensamiento socialista bolivariano pensando que así conquistaría votos de la derecha y elegirse como presidente. Prefiere tomar el ejemplo de Lula, como también lo hizo Funes y lo que no saben es el abismo de fracasos que les espera pues quien traiciona a su pueblo tendrá que arder en la hoguera del desprecio y el resentimiento de quienes los eligieron. Hasta el criminal de Obama dijo que le gustaba el estilo de Lula. “We love Lula”.
Todo dirigente de la izquierda socialista que envidia el poder termina adhiriéndose a la derecha porque sólo lo anima la obsesión del poder por sí mismo y luego de estar en la cima comienza a remar en el turbio pantano de las alianzas con los partidos derechistas que lo arrastran a sus cuevas ponzoñosas de privatizaciones, componendas, entrega de ministerios, gobernaciones y etc. Eso sí es el fin de la historia. Si no hay conciencia social no hay principios que defender.
El Síndrome Lula es la amenaza vibrante que acabará con cualquier líder de la izquierda socialista que no se mantenga firme en sus ideales revolucionarios. Tenemos los ejemplos de Evo y Rafael Correa, quienes han sido muy claros en sus palabras y hechos y el pueblo los acompaña en cada elección. No han sido unos cobardes traidores. No existe la política de centro ya que éste último es el mismo limbo, el vacío. Hay que definirse.
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