Miles de tropas estadounidenses se aprestan para formalmente tomar Colombia. Desde hace años mediante el infame Plan Colombia, soldados, “contratistas”, oficiales, equipos, helicópteros y aviones han tomado Colombia con la excusa ridícula de “luchar” contra el terrorismo, el narcotráfico y los paramilitares y lo único que ha pasado es que el narcotráfico y el paramilitarismo ha aumentado.
La marihuana colombiana, es la más poderosa del mundo, aparte de la californiana, los envíos de cocaína hacia EEUU han llegado a extremos fantásticos al punto que utilizan submarinos desechables para llevar la droga a sus insaciables consumidores. El control del narcotráfico sin ninguna duda pasa por manos norteamericanas. Es así como los países de mayor producción y exportación de drogas están tomados por tropas gringas como Afganistán (amapola para heroína) y Colombia (cocaína).
La toma de Colombia por EEUU mediante la invasión aprobada por Álvaro Uribe, disfrazada en un convenio para el uso de siete bases militares busca alcanzar dos objetivos fundamentales para el imperio. Controlar la droga, uno de los mas grandes negocios de la actualidad y la mente de su pueblo y dominar la energía, que es el mayor negocio del mundo. Punto. Es lo que desean los Estados Unidos de América.
El informe sobre la necesidad de tener bases en Colombia es muy claro. Repeler los gobiernos antiestadounidenses (como el nuestro) y además, como lo repite frecuentemente Walter Martínez citando a un oficial yankee, para controlar a Venezuela y su reserva energética es necesario tomar militarmente a Colombia.
Desde la implemetación del Plan Colombia y el Plan Balboa, Estados Unidos y Colombia están en guerra con Venezuela. Son gobiernos aliados que pretenden desestabilizar el país, a sus vecinos y gobiernos amigos y pulverizar la revolución bolivariana. El territorio venezolano es utilizado como resguardo y guarida de la guerrilla y paramilitares, y como laboratorio y zona de tránsito de los capos de la droga. El ejercito colombiano desplaza poblaciones enteras que huyen a Venezuela. Las mafias fronterizas contrabandean gasolina que es para nuestro pueblo tachirense y que venden en Colombia. Y ahora resulta que nosotros estamos llamando a guerra.
Pues no, la guerra tiene años implementada allá. La impulsa el desgobierno colombiano, con el apoyo de su tutor Estados Unidos. Nos espían, matan a los Guardias Nacionales, secuestran a los ganaderos y comerciantes, cobran vacunas a humildes trabajadores como kiosqueros, taxistas, empanaderas, buhoneros y profesionales. Ellos matan a su gente en nuestro territorio, como lo hicieron con los que armaron un juego de fútbol y nos acusan de asesinos y de que debemos investigar hasta las ultimas consecuencias cuando ellos saben que es ajuste de cuentas.
Más de cincuenta años de guerra en Colombia se desbordan hacia Venezuela y países vecinos y nos acusan de querer hacer la guerra. Tienen un poderoso ejercito, armado, financiado y entrenado por los gringos. Tienen a los paras, que hicieron una farsa de desarme y que responden directamente a su fundador Álvaro Uribe Vélez y tienen a miles de tropas que se han apoderado del suelo colombiano y nosotros queremos la guerra. Tienen por norma la mentira y la provocación y si nosotros protegemos la soberanía ellos nos acusan de querer la guerra. Los tambores de la guerra retumban en Colombia que ha vivido en ella y conoce el olor de la pólvora y la sangre. Nosotros no. No la queremos, por favor quédense con su droga, con su paramilitarismo, con su guerrilla, con su mafia y con sus gringos. Déjennos vivir en Paz.
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