La canción es la expresión más sencilla y sincera del espíritu de los pueblos. A través del canto, generación tras generación, las etnias de la tierra han dejado su rastro de sensibilidad en la humanidad contemporánea.
El wayúu canta su jayeshi en la árida sabana. El yekuana canta su ademi en la húmeda selva. El complejo e inexplicable mundo de los sueños o la crónica cotidiana del humilde oficio del cazador, son motivos de inspiración del canto indígena, la canción originaria.
Así también, los momentos cruciales de la historia de las naciones, son cantados con esencias del corazón de los pueblos.
Nuestro “Gloria al bravo pueblo” antes que himno, fue la canción popular que insufló bríos a los soldados patriotas de la gesta independentista. “La Bayamesa”, canción marcial de los bravos mambíes, es hoy el glorioso Himno de la República de Cuba. “La Marsellesa” simboliza musicalmente a la Revolución Francesa. “La Internacional” es el canto unitario del proletariado mundial y coro ritual que cantamos los comunistas, igual que “O bella chao”.
La resistencia popular en la Guerra Civil Española nos legó un largo y hermoso repertorio de canciones espontáneas que la gente improvisó para ensalzar su causa y desenmascarar al enemigo. “La Tortilla” y “Carmela” son para muestra dos botones que han sido luego versionadas en diferentes latitudes y estilos.
Mención aparte y honorífica merece el cancionero de la Revolución Mexicana. “Nuestro México febrero 23”, “El 7 leguas”, y la inmortal y popularísima “Carabina 30-30”, han recorrido el mundo en las voces de las cantoras y los cantores indoamericanos, y sus músicas han inspirado a creadores de otras nacionalidades a colocarles letras diversas, siempre dentro del espectro del canto comprometido.
Y, qué decir de la magnífica producción musical de la Revolución Cubana.
También de son vive el hombre…
La humanidad le debe mucho a la Revolución Cubana. Ojalá algún día la historia recoja el aporte en sacrificios hechos por Cuba a la independencia de África. Independencia en todos los sentidos. Con la liberación de Angola y Namibia, la caída del Apartheit, la excarcelación y elección de Mandela, pero también graduando médicos, maestros, ingenieros, que luego han ido a servirles a sus pueblos con gran mística como se les formó en la Isla de la Dignidad.
Pero lo que le debemos más a Cuba, es su gigantesco acervo musical. De la “vieja trova” al estilo del maestro Carlos Puebla, hasta el original sonido de la Nueva Trova de Silvio y Pablo, la canción cubana ha abierto caminos de Revolución en todo el planeta. “Tu querida presencia”, una sola de las varias canciones que Carlos Puebla hizo al Che, ha sido cantada en decenas de idiomas, pasando por el griego, el ruso, el francés, el polaco, el búlgaro, el italiano, el creole, el zulú, el vietnamita y el inglés.
La Canción con mayúsculas se hace militante y hermana de la Revolución. Adquiere vida propia y se transforma en instrumento de lucha y victoria. La Nueva Trova Cubana es el ejemplo más convincente de lo que decimos. El tradicional genio musical del Caribe se incorpora en una guitarra audaz y una voz metálica y original como la de Silvio Rodríguez, una de las mentes más brillantes del siglo XX y lo que va del XXI. Revolucionario irreductible que prefiere ser llamado el necio antes que “traicionar la gloria que se ha vivido”. Con él, Pablo Milanés (heredero del filing), Vicente Feliú (dragón que canta claro), Noel Nicola (la ternura y el ocaso), Lázaro García (nostalgia y espejo), Amaury Pérez (poesía y búsqueda), Sara González (fuerza y entraña), constituyeron y constituyen hoy un ejército ideológico, espiritual, más poderoso que toda la maquinaria tecnológica comunicacional del imperialismo. Cuando éste se empeñó en aislar, los muchachos de la Trova tejieron un indestructible puente de afectos en los corazones nuestroamericanos. Contra el amor no puede nadie.
El Sandinismo canta Revolución…
Otra Revolución que triunfa por las armas en nuestro continente es la Nicaragüense. El Frente Sandinista de Liberación Nacional agrupa a los patriotas nicas contra la corrupta dinastía de los Somoza, que es apoyada, por supuesto, por los Estados Unidos. El 19 de julio de 1979 la guerrilla revolucionaria derroca al tirano e instaura el gobierno popular.
La consigna sandinista es Patria Libre o Morir (PLOMO), pero además de plomo, los heroicos descendientes de Augusto César Sandino y Carlos Fonseca Amador, cantan a todo gañote la alegría de su lucha. Cabe recordar a Carlos Mejía Godoy y los de Palacaguina, que hicieron famosos temas como “El cristo de Palacaguina”, “Quincho Barrilete”, “Son tus perjúmenes”, “Clodomiro el ñajo”, “Monimbó”, “La flor de pino” y “Alforja campesina”. También Luís Enrique, el hermano menor de Carlos Mejía Godoy, tuvo su propio estilo y aportó temas gloriosos como “Juana”, “De la palabra vida”, “Eran treinta con él”, y muchas otras.
La canción sandinista estuvo siempre ahí donde el movimiento popular la necesitara. Incluso en la cárcel, de entre los horrendos barrotes de la dictadura pro-imperialista, brotó la poesía de un Tomás Borges quien junto a sus compañeros de la Dirección Nacional del Frente, cantó aquella bellísima canción al “Tayacán, vencedor de la muerte”, Carlos Fonseca.
Temas inolvidables que nos rememoran la emotividad de ver el despertar de la Revolución en Centroamérica: “No pasarán”, “Cuál es la consigna”, “Nicaragua, Nicaraguita”. Honor y gloria a la Patria de Sandino.
Chile de Violeta, Chile de Víctor…
Antes de Allende, durante Allende y después de Allende, la canción chilena labró mucha conciencia patriótica y revolucionaria. Violeta Parra y toda se estirpe cantando al pueblo trabajador, al campesinado, al estudiantado, llamando a lucha, invitando a mundo mejor.
Víctor Jara es un hito histórico en Nuestra América. ¿Quién lo duda? En su cuerpo martirizado se materializa la leyenda del Cristo crucificado. Su canción lastimera revela el dolor del humano humilde condenado a una pobreza cruel. Pero también convoca a rebelión. Responsablemente revolucionaria, la canción de Víctor Jara, es denuncia y construcción. Canta lo hermoso de los valores humanos populares (Si tuviera un martillo), ataca sin cuartel la vanidad de la burguesía (Las casitas del barrio alto); y reivindica la acción revolucionaria y el internacionalismo (Zamba al Che).
Con Víctor, muchos de su generación como Patricio “El Pato” Mans, excelente cantautor, los grupos Inti-ilimani, Quillapayún e Illapu, magníficos músicos al servicio de la causa socialista, crearon una cultura de la canción revolucionaria que traspasó la largurucha geografía chilena y recorrió toda Nuestra América incluida la de habla inglesa, y llegaron por fuerza del exilio a Europa, donde aún son referencia de todo cuánto tenga que ver con eso que allá llaman Latinoamérica.
Como el maíz…
En toda esta tierra que la voz indígena llama Abia Yala y que el Popol Vuh nos enseña fue poblada por “hombres de maíz”, la canción comprometida, necesaria, urgente, protesta, solidaria, en fin, la canción revolucionaria, ha tenido poderosos efectos generadores. Del Río Bravo al Estrecho de Magallanes, la canción es el fruto común de nuestra inmensa alma creadora.
Brasil tuvo a su malogrado Geraldo Vandré y tiene su Chico Buarque. Uruguay su Daniel Biglietti, su Zitarrosa, sus Olimareños. Argentina su Atahualpa Yupanki y Mercedes Sosa. Bolivia su Benjo Cruz.
Como el maíz, la papa, el tomate y los frijoles, la canción revolucionaria tiene raíces profundas en Nuestra América. Con ella nos hacemos montaraces guerreros de la Revolución o nos enternecemos en arrullos por la vida que vendrá. Con ella nos llenamos de conciencia y crecemos para la Patria Humanidad. Con ella nos elevamos para construir la República Humana de que nos habló Bartolomé de Las Casas. Parafraseando al Apóstol de Cuba, José Martí, digámosle a la canción lo que él le dijo al verso (que a los efectos, son lo mismo): “o nos condenan juntos, o nos salvamos los dos”.
caciquenigale@yahoo.es
"... los Estados Unidos que parecen destinados por la providencia a plagar la América de miserias en nombre de la libertad..."
Simón Bolívar, El Libertador.