Según el conclave, la reacción de los gobiernos de EEUU y la UE incrementó las posibilidades de una recaída al volver al sistema bancario más propenso a una crisis, imponer limitaciones a instituciones como la Reserva Federal y caer en grandes déficits fiscales.
La mayoría de los economistas anticipó un crecimiento moderado de la economía estadounidense en 2010, de casi 3%. La cifra supera el desempeño de los dos años de crisis anteriores, pero eso no es suficiente para reducir el desempleo y el consumo a los niveles previos a la recesión.
En la visión de los especialistas reunidos en Atlanta, los bancos constituyen la preocupación más inmediata.
Al ofrecer enormes paquetes de rescate a bancos comerciales y firmas de valores, señalan varios economistas, los gobiernos les dieron una especie de seguro contra catástrofes y un incentivo para asumir riesgos aún mayores en el futuro.
Pero podrían pasar -según el Journal- años para que las autoridades impongan los controles, como requerimientos de capital más estrictos, que impedirían que los daños se contagien a los contribuyentes y a la economía en general la próxima vez que los bancos se metan en problemas.
"Nuestra respuesta nos ha hecho más vulnerables a una crisis mayor", indicó Tom Sargent, economista de la Universidad de Nueva York. "Es perturbador".
De acuerdo con los economistas reunidos en Atlanta, la crisis no terminó para los bancos.
El mercado bursátil de EEUU podría enfrentar problemas en 2010 debido a que los billones de dólares en estímulos monetarios y gastos gubernamentales han comenzado a agotarse en la mayor economía del mundo, según los especialistas.
En este escenario es probable que los bancos afronten pérdidas durante muchos años a medida que los embargos hipotecarios se acumulan y el mercado de bienes raíces comercial empeora.
"Si el gobierno de EE.UU. pudiera decir [a los bancos] de forma creíble: 'nunca los volveremos a rescatar, [el sistema bancario] colapsaría", indicó Kenneth Rogoff, de la Universidad de Harvard.
Para acelerar la recuperación de los bancos, Brunnermeier, el economista de Princeton, cree que los gobiernos deberían colocar límites mucho más estrictos sobre los dividendos en efectivo y los pagos de bonificaciones, que agotan el capital que los bancos necesitan para absorber las pérdidas y seguir prestando.
"Si los bancos realmente sienten que están asegurados, entonces tenemos una situación peligrosa", afirmó Robert Hall, de la Universidad de Stanford, el presidente de la asociación reunida en Atlanta. "Los incentivos generarán una posición muy riesgosa. Si ganan se quedan con el dinero y si pierden es problema del gobierno", aseguró.
"La principal historia de 2010 en EEUU podría ser la reacción de la economía cuando el gobierno retire el respirador artificial. El consenso es que el sector privado tomará la batuta, pero los riesgos negativos para la economía a medida que la ayuda federal desaparezca son significativos", apunta el Journal.
El panorama para el 2010
La percepción generalizada entre los especialistas es que la debilidad de la demanda consumidora en EEUU y en Europa, impulsada por el alto desempleo, el difícil acceso al crédito y el estancamiento (o reducción) de los salarios, es la principal amenaza a la sostenibilidad de una débil recuperación económica.
Lo que se puede percibir claramente es un fuerte contraste entre los anuncios de salida de la recesión por parte de la Reserva Federal y los bancos centrales europeos , y los datos oficiales que siguen mostrando tendencias negativas, o una recuperación débil, que no alcanza -según los especialistas- para una reccuperación plena de la economía en variables claves como el consumo, el crédito y el empleo.
Las paquetes de estímulo y otros programas que han implementado para reactivar sus economías son increíblemente costosos y dejan tras de sí déficit fiscales que reducen y lentifican el crecimiento.
Si mantienen los planes de ayuda a empresas y bancos, en especial los programas de estímulo fiscal, corren el riesgo de impulsar la inflación, y si los retiran demasiado pronto, podrían descarrilar la recuperación, señalan los especialistas.
En diciembre pasado, el Fondo Monetario Internacional pronosticó que los niveles de deuda del Grupo de los 20 países líderes industrializados y en desarrollo promediarán más de 100% del Producto Interno Bruto.
"Si los riesgos de una recaída se materializan y la recuperación flaquea, se necesitarán previsiblemente más medidas para apoyar la demanda por el lado fiscal", explicó el FMI en su informe.
Mediante los estímulos estatales asignados al "rescate financiero", Wall Street y las bolsas mundiales reciclaron una nueva "burbuja" especulativa, no ya con dinero proveniente del sector privado, sino con fondos públicos (de los impuestos pagados por toda la sociedad) puestos compulsivamente al servicio de un nuevo ciclo de rentabilidad capitalista al margen de una ascendente crisis de la economía real que marcha por vía paralela.
La "fiesta" especulativa con la que Wall Street y las bolsas mundiales cerraron el año contrasta con la situación de postración que padece la economía estructural de EEUU y las potencias centrales que no consiguen despegar con lo que los especialistas llaman un "principio de crecimiento débil" que no alcanza para la reactivación del empleo y el consumo.
Pero fiesta especulativa de Wall Street y las bolsas choca con la siguiente ecuación que se observa en la economía real de EEUU y las potencias centrales::
A) El déficit fiscal (caída de la recaudación) impide la reactivación del gasto social por parte del Estado, B) la contracción del crédito (destinado a la producción) impide la reactivación del consumo, y D) el desempleo (despidos masivos por falta de ventas) produce el resultante conflictivo social de la no reactivación plena (pese a un crecimiento débil) de la economía.
El déficit presupuestario de EEUU
alcanzó la cifra récord de US$1,4 billones, según informó la Oficina de
Presupuesto del Congreso estadounidense (CBO, por sus siglas en inglés).
Esto significa que el saldo en rojo de la administración pública estadounidense
se triplicó con respecto al año anterior.
El déficit equivale así al 9,9% del Producto Interno Bruto (PIB) estadounidense, una cifra que no se ha registrado desde 1945, según indica la CBO en su análisis mensual sobre el presupuesto.
Simultáneamente, la economía real del Imperio y de las potencias centrales continúan colapsando en todas sus variables, y una crisis social (con desempleo y pobreza creciente) asoma de la mano de los despidos y ajustes económicos masivos en Europa y EEUU.
En el 2010, la crisis social (consecuencia de la caída del consumo, los ajustes y los despidos laborales) ya se perfila como un emergente inmediato de la crisis recesiva- laboral que detonó escalonadamente como consecuencia de la crisis financiera que se extendió desde EEUU hacia Europa.
Las señales son claras: La crisis financiera que devino en recesión primero, amenaza con convertirse (por el efecto combinado de la desocupación y del recorte del gasto público) en un colapso social de difícil pronóstico en EEUU y en la principales naciones de euro afectadas por la misma pandemia de desocupación y agravamiento de la pobreza entre los sectores más vulnerables. .
Según sugiere en Nóbel de Economía Paul Krugman, son los grandes bancos beneficiados por los rescates los que lanzan pronósticos y versiones de "extremo optimismo" sobre una recuperación de la economía que la mayoría de los especialistas no avizoran que esté ocurriendo.
Esta falsa percepción -señala- se extiende a Obama y a su equipo económico que mantienen vínculos demasiado estrechos con Wall Street. "Obama no estaría viendo lo obvio; es decir, no entiende por dónde pasa la realidad y eso es demasiado grave", apunta Krugman.
Joseph Stiglitz, por su lado, afirma que la crisis global no ha concluido: no ha finalizado la expulsión de mano de obra, el consumo sigue siendo débil (y se mantendría así por un buen tiempo), y si se mantiene el desempleo por encima de la tasa del 10 por ciento, habrá mayor morosidad. No se le ha puesto fin a la montaña de las deudas de las familias. Las causas que llevaron a la burbuja creada en los últimos años están presentes, resume el Nóbel de Economía.
La mayoría de los analistas (entre ellos Krugman y Stiglitz) coinciden en que un retiro de los billonarios subsidios estatales a las macro empresas y gigantes bancarios (que impulsan el actual récord del Dow Jones) va a producir una recaída de la crisis financiera.
Y una posible recaída de la crisis financiera en EEUU, a su vez, no solo terminaría con el ascenso bursátil sino que además llevaría a los capitales especulativos internacionales a refugiarse nuevamente en el dólar y en los activos del Tesoro estadounidense, retroalimentado la "iliquidez" y agravando la crisis del crédito orientado a la producción y el consumo.
En suma, un círculo vicioso, que además de terminar nuevamente con la fiesta especulativa en Wall Street, podría arrastrar a la primera economía imperial (la locomotora de la economía global) a una recaída de la crisis económica con efectos letales de arrastre sobre el resto de las potencias centrales, emergentes y subdesarrolladas.