Pareciera un llamado que no está en la dirección correcta, pero en virtud de que en la nación estadounidense su gobierno económico-militar-transnacional anda loqueando y haciendo lo que le da la gana, lo único que parece quedarle a la gente es el recuerdo de un Bill Clinton saxofonista, un músico que, como es de esperar, debe ser un hombre que maneja muy bien su cerebro derecho y puede darse el lujo de inspirarse, de emocionarse, sentir algo de solidaridad e interpretar una música distinta a la que interpretan las bandas marciales que acompañan a las tropas de ese país, sin contar con que a veces la música que les acompaña suena a metralla.
Decimos este tipo de cosas, porque es que los que están detrás del gobierno del señor Obama, son altamente fríos, sacan pura cuentas y no les importa si los que mueren son negros o amarillos y mucho menos mestizos como nosotros y ello es así porque e n vez de sentir una pizquita de solidaridad con los adoloridos, con la gente que nada tiene, que lo acaba de perder todo, pues ellos se empeñan en generar terror entre los ciudadanos, como el generado cuando llegaron con sus helicópteros al derrumbado, caído palacio gubernamental de Haití, porque la cuestión va más allá de un simple terremoto. En esa nación las autoridades están caídas y eso lo saben los gobiernos de los diferentes países que han acudido, con mucha alma y pasión, a dar un apoyo a los haitianos.
En realidad, todos saben que cuando sacaron al Presidente Aristide, que era lo que vendría para esa pobre nación; todo lo que vendría en el futuro estaba manejado y la prueba más patética es la que acaba de ocurrir con el desembarco de tropas estadounidenses en la propia nación de Alejandro Petión. Ni el mismo Leonel Hernández, líder de República Dominicana, nación que también fue invadida por las tropas estadounidenses cuando Juan Bosch era la máxima figura política y gobernante llorado, pudo darse de cuenta de ese manejo, que viene planificado desde hace décadas, porque si lo han olvidado los lectores y activistas políticos, la elite dominante en Estados Unidos planifica a cincuenta y cien años, mientras los latinos suelen tomar la planificación como un ejercicio de academia, que no pasa de cinco años.
Esa es la gran verdad. Por eso es que hay que decirle a alguien en ese país, que piense a ver la manera como recogen a sus locos, que andan sueltos en el mundo entero, amenazando a las personas y, cuando la amenaza no basta, pues comienzan a silbar los envíos del plomo. Así de sencillo. Y por eso se nos ocurrió pegarle un grito, desde aquí a Bill Clinton, a ver si puede hacer algo.
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