Haití jamás fue pobre desde el punto de vista financiero, económico, ambiental y menos aún desde el punto de vista espiritual. Todas las noticias que nos han llegado en los últimos 50 años, tratan el tema de la desgracia que ha vivido el pueblo Haitiano y ninguna de ellas ha destacado la bella historia de un país próspero económicamente y de un pasado feliz.
Para el año 1750 y los decenios siguientes, la monarquía consideró a este pequeño y colonizado país como una joya económica de la corona Francesa, ya que la inversión extranjera de este reino estaba colocada en Haití. Mundialmente los medios de comunicación en forma deliberada han generado sus noticias dejando claramente marcado que las razones de la miseria de la República de Haití obedecen a hechos místicos, desviando así la verdadera objetividad de dicha pobreza. El imperio más poderoso del mundo, Estados Unidos fijó sistemáticamente como estrategia y objetivo, desde la primera década del siglo XlX, la prohibición de emitir cualquier noticia de guerra sobre el tema del haitianismo.
Hoy, sigue vigente la catastrófica censura contra un pueblo que se negó a aceptar las violaciones de su soberanía y la expoliación sistemática a los recursos primarios de sus suelos, entre ellos, el oro, que era trasladado a la metrópolis Española, para beneficio y enriquecimiento de los países Europeos.
En consecuencia, estas deudas financieras y económicas hicieron acreedor al pueblo empobrecido de Haití. El siglo XXI marca un hito en los procesos de cambios y de liberación nacional de los pueblos pobres del mundo y especialmente en el continente latinoamericano, razón por la cual, estas sumas en su conversión dineraria, y por concepto de indemnización, deben ser canceladas por los imperios de ayer, que no son otros que los colonizadores de la época: Francia, Inglaterra y España. A estos países se une EE.UU. para conformar la estrategia de animadversión contra un país pequeño constituido por negros esclavos traídos de África.
Necesariamente debemos destacar que, en el decenio que va después de finales del siglo XVIII, Francia, Inglaterra y España, quienes tenían los ejércitos más poderosos de la época, fueron cruentamente derrotados, humillados y evacuados de la isla, por un ejército constituido por negros esclavos, quienes eran despreciados por los colonialistas blancos. Medio siglo de rebeliones de los esclavos haitianos, de lucha abnegada y represión constante, derrotaron, antes que Rusia y España, a los ejércitos napoleónicos dominantes en la época. Resaltamos que ha sido la primera revolución en el mundo encabezada por esclavos que logró su independencia el 01/01/1804, aboliendo la esclavitud y estableciendo una nación soberana. De allí, el pecado cometido por los haitianos y la enemistad que reina entre los imperios de ayer y de hoy y Haití. Asimismo, podemos afirmar, que éste pueblo era un mal ejemplo para las nacientes libertades burguesas y en especial para Estados Unidos en el año de 1776, donde quedaron plasmados muchos de sus privilegios, entre otros, el sistema esclavista.
Los imperios son insensibles ante el hambre, la muerte y la desgracia de los pueblos pobres del mundo y en especial, del pueblo hermano hoy empobrecido. En reseña de prensa, observamos que el Fondo Monetario Internacional otorgó a Haití un préstamo sin interés de 114 millones de dólares con un periodo de gracia de 5 años, que se adiciona a lo ya adeudado de $178 millones. Si no tiene para comer, ¿cómo va a pagar después de los 5 años de gracia?, a sabiendas que es un plazo muy corto, en el entendido de que Haití no puede recuperarse en un lapso menor de 20,30 o más años.
Sin embargo, el pasado 25 de enero, en reunión de cancilleres de los países del ALBA, el Presidente Hugo Chávez ordenó condonar la obligación dineraria de Haití contraída con Petrocaríbe, Venezuela y el ALBA, cumpliendo así, con hechos reales, el Internacionalismo, la solidaridad y la cooperación con los pueblos del mundo.
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