Las sombras sobre las Aguas del Níger

En días pasados, reflexionaba sobre la República de Haití y el devastador efecto que ha dejado el terremoto que prácticamente destruyó ese país, a la fecha de terminar de redactar este artículo la situación y el drama que temíamos se afianza con la incapacidad de la comunidad internacional para apoyar de manera efectiva la reconstrucción de ese país. El tema de Haití me remitía a la cuestión “Negra”, las inexorables analogías de una mítica y contrastante madre tierra del otro lado del hemisferio que de momentos en el cotidiano vaciamiento de nuestros orígenes por el efecto de los mass medias terminamos olvidando. En la carta de Jamaica de 1815, Bolívar dibujaba la naturaleza americana al situarnos como un “pequeño género humano”, al que atribuía condiciones híbridas suficientes para convertirse en un polo de integración, como luego lo planteara en el Congreso Anfictiónico de Panamá, convocado en el 1824, desde el corazón del antiguo Virreinato del Perú.

Esa condición del americano no sólo llevó a Bolívar a plantearse el mestizaje como una categoría especial, sino que algunos autores como Vasconcelos y Rodó la desarrollaron en una visión compleja de la identidad. En trabajos posteriores como los de Canclini se podrá revisar el aporte de la hibridez en el desdoblaje de la globalización como discurso totalizador, y el apuntamiento a las globalizaciones que se generan desde los propios vitrales de las ciencias sociales en términos de la modernidad. Pero el acento de este artículo no está en la revisión de nuestro tiempo americano, sino de nuestro tiempo planetario, en especial de lo que África significa y nos significa en un proceso trascendental para la consolidación de una nueva relación del poder mundial. Claro está, el énfasis de nuestra política exterior en priorizar los procesos de integración regional, sub- regionales y la formación de bloques estratégicos para la República. Por eso no ha sido aventurado el reafirmarse en bloques económicos como la OPEP, en bloques políticos como la UNASUR, y un importante número de iniciativas de integraciones nuevas y fortalecimiento de las anteriores que, por motivos de dirección de este artículo no referiré.

En el siglo XIX, oleadas de afroamericanos promovidas desde Estados Unidos arribaban a las costas de África, para constituir una diáspora que, años más tarde, declararía la independencia y fundación de la República de Liberia; lo importante de este evento es que la imagen del retorno desde América, aparecía en el imaginario del hombre negro, como quien regresa a una tierra de donde fue arrancado brutalmente por la trata de esclavos que llevó a un proceso que Darcy Ribeiro señala como uno de los más dantescos de la humanidad. Lo cierto es que, éste intento de República, evidenció por un lado el choque de los afroamericanos con los nativos y los subsiguientes conflictos generados por el control del territorio. La lucha contra el Aparthaid evidenció las condiciones contrastantes de África, con unas inmensas riquezas energéticas y acuíferas, pero donde las guerras civiles han destruido generaciones enteras, y los efectos de éstas a largo plazo, se evidencian en una juventud frustrada que decide arriesgar su vida en medio de “pateras” recordando aquellos barcos que transportaban esclavos a América.

Si hacemos las listas de Guerras Civiles, deberíamos pasearnos por prácticamente todos los 53 países que hoy la conforman, según el reconocimiento de la comunidad internacional, y señalar casos heredados de la sociedad colonial que aún no se definen, como la lucha de los Saharaui contra Marruecos por el reconocimiento de su independencia. África está dividida no sólo en varios idiomas producto de la imposición que en casos como el de Sudáfrica llevó al aniquilamiento de los idiomas propios y la imposición del Afrikaans, así como en un pequeño país llamado Guinea Ecuatorial, el español se convirtió en el idioma oficial. Esas guerras no han sido fortuitas ni simples, tienen sus orígenes en la injerencia extranjera que nunca ha salido por completo del África, pero, para no caer en el reduccionismo de situar como expresión de fuerza sólo a los Estados Unidos, debemos identificar también a Europa, a las corporaciones y “señores de la guerras” de origen Europeo que han permitido equipar y armar a milicias que luego han terminado en conflictos de alto impacto en la población civil y el enrolamiento de niños soldados en flagrante violación del derecho internacional público.

Recordemos cómo a las puertas de Kinshasa llegó la Guerra del Coltán en 1998, en una clara estrategia de guerras regionales diseminadas y alentadas por empresas vinculadas al ramo minero extractivo. La República Democrática del Congo es la tierra de un gran patriota como Patrice Lumumba, y la más duramente castigada por esa estrategia, llevando al empobrecimiento y aniquilamiento de millones durante prolongadas guerras, que se convierten en un ciclo interminable del terror. Milicias y ejércitos que entregan sus recursos mineros a esas empresas para financiar el equipamiento militar, en gobiernos que duran pocos meses o algunos inclusive semanas y terminan en cruentos golpes militares. A pesar de que, oficialmente no nos encontramos en la Guerra Fría, la lógica militar occidental sigue operando bajo los códigos geopolíticos heredados de la misma, ejemplos como el de Irak son suficiente para demostrarlo e inclusive la vieja tesis de Mackinder sobre el Hearth Land expresada en el proyecto de radares y misiles en República Checa y Polonia.

Para hacer un pequeño balance sólo el año pasado, el presidente de Guinea Bissau Joao Bernardo Vieira fue asesinado por militares en su residencia, en la vecina República de Guinea o Guinea. Conakry, el capitán Musa Dadis Camara se instaló como jefe de una junta militar a la muerte del presidente constitucional, el mismo Camara a inicios de 2010, fue víctima de un atentado por grupos cercanos a su seguridad. Por ello, contextualizo este artículo para referirme A la situación presentada en el Níger el 18 de Febrero, momentos recientes del golpe de estado contra el presidente Tandja Mamadou, un nuevo golpe militar sacude al África, desestabilizando la región. Para colocar sólo un punto sobre la situación del Níger, se considera un importante reservorio de Uranio a nivel mundial, con importantes inversiones chinas y francesas. El uranio es fundamental en la industria militar, en estos días hemos visto la subida de tono contra el proyecto nuclear Iraní por parte de Estados Unidos, la base de la controversia el enriquecimiento de uranio, que desde el argumento de los Estados Unidos, significaría la posibilidad de Irán para fabricar una bomba nuclear. Pero no todo el uranio se destina a fines militares, también sirve como base de la energía nuclear que permite reducir los niveles de dependencia del petróleo.

El selecto grupo que poseen un alto arsenal de armas nucleares, está integrado por Estados Unidos, Rusia, China, Francia y Reino Unido, además India, Pakistán y Corea del Norte, en menor medida poseen este tipo de armas. Este grupo es el principal consumidor de uranio, y por supuesto la competitividad por adquirir un mineral escaso se ve reflejada en la geopolítica al tratar degarantizar las principales reservas, lo que incluye al Níger en esos planes. La respuesta de nuestro país ha sido respaldar la continuidad democrática en NÍGER, y la preocupación evidencia el creciente interés de VENEZUELA por ampliar las relaciones con el continente africano, lo que nos ha llevado por primera vez en nuestra historia republicana, a poseer un Viceministerio encargado de fortalecer las relaciones con África, ampliar nuestro grado de cooperación con mayor número de embajadas, asignándole una alta jerarquía, descontinuando la permanencia casi exclusiva de relaciones mediadas por encargados de negocios. Debemos sumar la concreción de algunos proyectos como la formación de profesionales en los campos de la Medicina, Petróleo y Gas, además de otros avances tecnológicos, fundamentales para lograr la independencia sobre sus recursos por parte de muchos países africanos.

Así, en las corrientes del fértil Níger hoy se repite la historia de intervenciones, golpes militares y saqueos a las riquezas del territorio africano. Sus estructuras democráticas son demolidas con la misma fuerza que el Sahara se extiende en la mirada los nigerinos.

(*) Prof.

Universidad Bolivariana de Venezuela

estudiosterritoriales@yahoo.es


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José Fortique (*)


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