Iraq: siete años de invasión

El 20 de marzo de 2003, sin el aval expreso del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas, el entonces presidente de los Estados Unidos George W. Bush, ordenó  a sus tropas militares invadir y bombardear al pueblo de Iraq, con el pretexto de desarmar a ese país de un arsenal bélico de destrucción masiva e interrumpir el apoyo logístico brindado por Saddam Hussein al supuesto terrorismo internacional.  

En ese momento, toda la opinión pública de los cinco continentes quedó atónita por la brutal descarga de misiles que realizaba la aviación militar de Estados Unidos sobre las distintas zonas de Bagdad. Luego, los reportajes y fotografías mostraban las mutilaciones causadas por esas bombas de racimo a la población civil, la cantidad de cadáveres y las humillantes escenas de ultrajes hechas por los militares estadounidenses a los prisioneros.  

Uno de los primeros Presidentes a nivel mundial en oponerse a esta aberrante guerra, a la violación de la soberanía y de los derechos humanos, fue el Presidente venezolano Hugo Chávez Frías, quien no escatimó mostrar -a través de los medios de comunicación- fotografías de los niños, ancianos y mujeres mutiladas y quemadas por el experimento belicista gringo. Esto produjo a nivel internacional una reacción sin proporción contra el gobierno de Venezuela. El Departamento de Estado publicó en la red mundial de medios de comunicación de derecha su malestar por las declaraciones del Presidente Chávez y con notas diplomáticas a gobiernos amigos incitó a que se pronunciaran y vetaran la muestra de solidaridad del Presidente Chávez hacia el pueblo de Iraq. El Presidente George. W. Bush, volvió a recordar aquellas palabras emitidas tras los autoatentados del 11 de septiembre de 2001: “Quien no acepte esta lucha contra el terrorismo está contra los Estados Unidos”. No solo Estados Unidos exigía solidaridad a la invasión de Iraq, sino también pedía solidaridad a que se reconociera sus razones de guerra obviando las leyes internacionales y desconociendo al Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas. Objetivo que lograría el 22 de mayo de 2003, al aprobar el Consejo de Seguridad la Resolución N° 1483, “legitimando” la invasión, la ocupación de Iraq y ratificando la administración colonial de EEUU sobre ese país. Con ello, se formalizaría la sumisión del Consejo de Seguridad a la hegemonía global estadounidense y se daría a conocer “que las relaciones internacionales se rigen por la ley de su fuerza militar en beneficio de su supremacía económica y estratégica como única superpotencia; por la subsidiaridad de las potencias medias a los intereses estadounidenses, por la marginación política e indefensión de los Estados más débiles, y por la exclusión de los pueblos en las decisiones políticas internacionales.” 

No solo la aprobación de la Resolución N° 1483 por el Consejo de Seguridad entregaba a Iraq a la administración estadounidense, sino establecía el mantenimiento del pago de la "deuda de guerra" -de unos 31 mil millones de dólares- al que se condenó a Iraq en el marco de las sanciones impuestas tras la Guerra del Golfo de 1991 y, para ello, se destinaría un 5% de los ingresos totales de la comercialización del crudo en el mercado internacional. De igual manera establecía una prolongación de seis meses del programa "petróleo por alimentos", y obligaba al secretario de NNUU, Kofi Annan, a transferir inmediatamente mil millones de dólares a un fondo controlado por la Administración militar estadounidense. Con ello, el Consejo de Seguridad daba respuesta a la exigencia de EEUU de librar parte de los fondos de dicho programa para la reconstrucción del país y ponerlos bajo la administración de su Oficina para la –supuesta- Asistencia y la Reconstrucción de Iraq. 

A siete años de su aprobación, esta Resolución, con la complicidad del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas, no solo ha contribuido al asesinato de más de un millón de iraquíes, casi en su totalidad  civiles, no solo ha contribuido a la ruina de la agricultura, la economía, al saqueo cultural de su pueblo, a la división religiosa, sino que ha contribuido para que Estados Unidos se asegure de la explotación del petróleo y del gas para sus futuras generaciones, y, para establecer presencia militar con las pretensiones de vigilar, dividir y dominar la región de Medio Oriente.  

Según el Pentágono, -hasta esta semana- habían muerto en Iraq 4.338 soldados y otros 31.700 habían sufrido heridas (no habla de las cifras de muertos iraquíes), en un conflicto que se ha prolongado más que las intervenciones de Estados Unidos en la Primera y la Segunda Guerra mundiales juntas. El gasto militar a pasado las cifras de 713 mil millones de dólares. Se ha incrementado las disputas internas entre chiítas y sunitas, la insurgencia se ha incrementado y, combate con armas sofisticadas a las tropas militares invasoras. Los desplazados ascienden a un millón y están siendo atendidos por los gobiernos de Irán, Siria y Líbano.  

Las promesas de campaña del Presidente estadounidense Barak Obama, de retirarse de Iraq, no tienen una fecha definida. El Consejo de Seguridad cada día es más inseguro.  

“La comunidad internacional – con palabras de Hassan Nasrallah Secretario del Hizbullah-, que no se preocupa más que por sus intereses y sólo respeta al más fuerte, ¿será capaz de ser neutral con el [mundo].”  

roajavier4@gmail.com



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Javier Alexander Roa


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