Los periodistas de la patria de Bolívar, que fueron parte integrante de aquellos entusiastas militantes del ejercicio de nuestra profesión, que fundaron el Colegio Nacional de Periodistas, CNP, en 1976, así como los que tocaron después a sus puertas para fortalecerlo un buen tiempo, deben hacer lo posible por devolverle el sentido ético y veraz que le caracterizó hace un par de décadas.
Fue heredero el CNP, en aquel entonces cuando fue creado, de una fortaleza ética y revolucionaria de la cual fue despojado.
Traía el CNP para aquel tiempo en sus hombros, no sólo las siglas de la Asociación Venezolana de Periodistas, AVP, sino la amplísima trayectoria que trazaron los hombres que hicieron posible esa organización al igual que el Sindicato Nacional de Trabajadores de la Prensa, SNTP, otra de nuestras organizaciones golpeadas por la política bastarda de la mentira.
¿Qué tenemos hoy?
Un par de organizaciones gremiales terriblemente maltratadas, que han servido de excusas para dar alojamiento a la agresión, al hospedaje de la mentira externa e interna y a la promoción de la insensatez.
Recordamos haber escrito que nos separábamos del CNP, que nos alejábamos de nuestra madre organización profesional, hasta que su actual directiva dejara de serlo y sigue siendo un planteamiento veraz.
La pena que tenemos, es que somos más de 20 mil profesionales y no llegan a tres mil quinientos los que votaron en las pasadas elecciones; con esos numeritos es más que suficiente para entender, para comprender, que el CNP continúa siendo manejado por una directiva totalmente ilegítima, porque unos mínimos miles no pueden decidir (si es que se llegó realmente a esa cifra), a un gremio con una afiliación superior unas siete veces.
¿Puede alguien creer en organizaciones cuyas bases han sido demolidas por el odio y la mentira y vueltas a elaborar con yeso y papel, como lo han estado desde entonces?
Por eso es que los jóvenes egresados de las escuelas de Comunicación Social no se acercan por el CNP, pese a los llamados y lo que algunos llaman “facilidades” para que los nuevos profesionales se inscriban.
Hace cuestión de varios días, una joven egresada de una escuela de Comunicación Social se lamentaba porque no teníamos un Colegio de verdad y puso como ejemplo el funcionamiento de otro gremio (por supuesto lo omito para evitar comparaciones, porque no siempre son buenas). Pero, en todo caso, lo que quedaba en el aire era simplemente una interrogante, ¿Por qué nosotros los periodistas no tenemos un colegio, un gremio?
Ese planteamiento da una idea acerca del deterioro que tenemos en nuestras narices y, por si fuera poco, no podemos ignorar ese periodismo comunitario en radio, televisión e impreso que está desarrollándose a galopes y que tiene que ser tomado en consideración, lo que no hará una directiva como la que tenemos, por el simple hecho que, quienes han estado haciendo el periodismo comunitario, que algunos nombramos como alternativo, han sido quienes han defendido la legitimidad de la Primera Magistratura del país, cuando quienes se han identificado con el golpe de Estado de 2002, son quienes integran las directivas de nuestros gremios periodísticos.
Así, tan fácil como es hablar de las barajitas del mundial de fútbol.
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