Medios alternativos: ser o no ser, he allí el dilema

El columnista Hernán Cano invitó en estos días (12/05/2010) a debatir sobre varios aspectos relacionados con el a quehacer de eso que se ha dado en llamar los medios de comunicación alternativos y comunitarios en Venezuela, y ciertamente este debate se vuelve perentorio en la medida en que, como él mismo sostiene y compartimos plenamente, la guerra mediática de los enemigos internos y externos de la revolución bolivariana arrecia día a día, esta vez de cara a las cruciales elecciones parlamentarias del 26-S.

Hay que comenzar diciendo, aún a riesgo de volver sobre un lugar común, que un medio de comunicación se realiza plenamente cuando se convierte en una necesidad para la opinión pública, llámese lector u usuario de medios radioeléctricos. Y si de demostrar ésta premisa se trata, como también considera necesario Cano, allí están las “pilas” de ejemplares de los diarios oposicionistas El Nacional y El Universal que se queda fríos en los quioscos. Una demostración a la inversa.

Constatar en este sentido el impacto actual de los MAC en la opinón pública venezolana, no es tarea fácil aunque si realizable, por ejemplo, por un observatorio de medios calificado. Esta sería una tarea, a nuestro entender, propia de las casas de estudios superiores del país y en particular de la Universidad Bolivariana, por razones obvias. Pero para decirlo en lenguaje publicitario: “Lo bueno se hace esperar…”. A buen entendedor…

Más aún, si se tiene claridad sobre lo que sucede en Venezuela, país con inmensos recursos energéticos codiciados además por una súperpotencia, hoy más militar que económica, los EE.UU., que ha venido poniendo a prueba todo su poderío propagandístico teórico-práctico –llámese laboratorios de guerra psicológica o guerra de IV generación, etc- para debilitar la conciencia de soberanía adquirida por la gran mayoría de los venezolanos, que no han dudado en defender en 14 oportunidades y con su voto el proyecto político de defensa de esa soberanía: el Bolivariano; y así, finalmente, agredir militarmente a nuestra nación, siguiendo el guión Irak.

Tal vez un enfoque preliminar desde el cual se debe, en parte, abordar la pertinencia o no de la comunicación alternativa y comunitaria en Venezuela en estos tiempos sociopolíticos tan dinámicos y riesgosos para la nación misma, ese el que sostiene que la comunicación es un bien común de toda la humanidad tan necesario como ese otro que es el agua potable; éste realiza su esencia sí y sólo sí su correlato principal se expresa con gran amplitud en la praxis social cotidiana: el derecho de todo ciudadano o ciudadana no sólo a recibir pasivamente información, sino que, convirtiéndose en sujeto -o agente del cambio social-, también recabarla, procesarla y difundirla por el medio que más fácil tenga a su alcance, desde el más rudimentario hasta el más tecnológicamente sofisticado; siempre y cuando esta información y/o mensaje sea portador de una inobjetable significación social y de un inobjetable interés publico. Y más importante aún: de una inobjetable veracidad.

Dentro de este orden de ideas, siempre hay que volver sobre lo que sucedió mediáticamente el 11, 12 y 13 de abril: se consumó el más abyecto silencio mediático que se conozca en la historia nacional e internacional, por parte de quienes ejerciendo el monopolio comunicacional se propusieron ocultar la verdad de los hechos acaecidos durante las 47 horas que duro el golpe de estado de Pedro Carmona Estanga, siendo dos de esta cadena de sucesos los más extraordinarios y decisivos para el proceso revolucionario venezolano que se proyectan hacia el futuro con una fuerza telúrica e inconmesurable en lo político –de ello la oligarquía mediática tiene plena conciencia e insiste en jugar al olvido-, y cuyo orden de importancia es difícil definir: en primer lugar, la movilización masiva del pueblo venezolano en defensa del gobierno legítimamente constituido del presidente Chávez, y en segundo lugar: la consumación de una premisa clave para la victoria popular y revolucionara: la unidad cívico-militar.

Ahora bien, si se quiere ver desde la arista de la lucha de clases el problema de la comunicación alternativa y comunitaria, necesario es decir que su razón de ser y existir está y estará ligada indisolublemente a la defensa de los intereses históricos de las clases mayoritarias en el país, a saber: los trabajadores, los campesinos y los pequeños productores del campo y de la ciudad, las mismas que se han venido expresando día a día y desde hace 11 años a favor del proyecto bolivariano por una sencilla razón: sienten que por primera vez en Venezuela hay un gobierno y un Estado que defiende sus intereses y sus conquistas sociales.

Esa es una verdad más grande que una catedral y por lo tanto necesario difundir. Pero a la par, hay que estimular el pensamiento crítico emancipador para que los y las ciudadanas que comparten esta verdad puedan armarse de argumentos científicos y defender esa verdad; hay que ejercer cotidianamente la resistencia política y cultural antihegemónica, anticapitalista y antiimperialista ; hay que poner en manos de la opinión pública las mejores ideas del humanismo-socialismo; y por último: hay que estimular la organización social, la movilización, la contraloría social y la aplicación permanente de las tres R en el ámbito de lo público.

Medio de comunicación que asuma estas tareas puede ser considerado un medio alternativo, independientemente de la realidad informativa concreta donde actúe (comunitaria, general, interpretativa y/o de análisis, etc.), o de su soporte físico: impresos, radio, televisión, digital…


mov.soc.mac@gmail.com


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Carlos Machado Villanueva

Integrante del Movimiento Social de Medios Alternativos y Comunitarios (MoMAC).

 mov.soc.mac@gmail.com

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