Aquí, precisamente en este país, no puede hablarse del Colegio Nacional de Periodistas, CNP, y que tiene una historia de lucha que no se detiene porque es totalmente falso, ya que la lucha del gremio se detuvo porque cayó en manos de las empresas que manejan la comunicación en el país.
¡Por favor!
Vayan a otro país, por ejemplo, Estados Unidos y grítenlo allá, lo más fuerte que puedan, porque aquí nadie se los cree, ya que es una mentira del tamaño de La Florida.
Sus directivos actuales y los que están jugando a la continuación de más de lo mismo, no se atreven a ir por las calles y exponer con razonamiento, el rol de los medios de comunicación y la presunta falta de libertad de expresión que tanto gritan, porque nadie les cree.
¡¡Salgan a patear las calles¡¡
Hablen con las ciudadanas y ciudadanos y díganles sus presuntas verdades.
Eso sí, no lo hagan en las puertas de sus medios, intérnense en los barrios, en los callejones, en las escaleras, donde vive la mayoría de las personas.
Imagina uno que estas elecciones serán más de lo mismo y le harán creer a los ingenuos que ha votado un gentío que, como todos sabemos, no pasará de tres mil votantes, en una población de más de veinte mil egresados, buena parte de ellos no colegiados.
Es más, si tomamos en consideración –de acuerdo a una presunta investigación de la Universidad Católica Andrés Bello- que hay unos 28 mil estudiantes de comunicación social en las universidades que tenemos, y si también tomamos en consideración que el sector privado de esos medios está botando a la gente, ¿Cuál será el panorama que le espera a esas directivas anodinas?
¿Esas directivas generarán ideas y proyectos para crear los empleos que van a requerir los futuros egresados?
¡Claro que queremos un gremio!, pero un gremio con conciencia, que entienda que el periodismo que se está haciendo ahora en el país y en el resto de América Latina no es el periodismo necesario en los tiempos de cambios que vivimos.
Necesitamos un periodismo basado en la verdad y cuyos miembros se desvivan por la verdad, incapaces de mentir y que los periodistas sean los reales intermediarios entre la ciudadanía y las diversas instancias sociales de la nación, no un periodismo que ignore los problemas y se enfrasque en una oposición eminentemente conspirativa, que salga fuera del país a mentir, porque en su propia nación nadie les cree las baratijas que intentan vender.
Y olvídense del tango, que la historia de lucha no se detuvo, la detuvieron las empresas, que es otra cosa.
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