¿Y ahora qué?

Cuando a la oposición se le acaba el combustible es que hay que comenzar a preocuparse.

Quedan apenas tres semanas para las cruciales elecciones de la AN y los temas brillan por su ausencia. Es ahí cuando la cosa se pone peligrosa. Falta de propuestas equivale a desespero y este conduce fácil a los atajos. Eso explica el último rumor de que Chávez tiene cáncer. Pretenden llenar de desesperanza a su gente.

Lo patético es que no tienen de dónde más sacarle partido al desatino de los contenedores ni a la foto porno, que sólo sirvió para que los chavistas le arrimaran la candela al asunto. Ya el "hermano" Uribe pasó a la historia y por ahí, por ahora, sólo por ahora, no tienen mucho que esperar que no sea seguir trayendo paramilitares para que les hagan el trabajo sucio.
Desde que esta diatriba se agudizó, le hemos dedicado particulares líneas a esos hombres que antes se decían izquierdistas y que ahora "ejercen" su ideología desde el búnker de Globovision.

La oposición, tan torpe ella, sigue valiéndose de esos personajes, sin percatarse de que los suyos los ven con asco y los chavistas como traidores, es decir, no suman, restan. Pero los utilizan, los meten en las listas, encabezan marchas y hasta integran la llamada mesa de la unidad. ¿Cómo no se percatan de que nadie los quiere? Hay unos cuantos ahora disfrazados de "ninises", esa ascética postura que pretende hacerse aparecer por encima del bien y del mal; esos que dicen que no están ni con uno ni con otro. ¿Quién les va a creer el cuento? Todos son antichavistas, sólo que unos se sitúan más hacia el centro, pero siguen estando en la derecha. Son ex izquierdistas, admítanlo de una vez.

El otro cuento, el de la campaña mediática internacional, sigue ahí, rampante. A la cruzada de CNN se sumó el New York Times en una jugada tan burda que se quedó pasmada. En Venezuela hay una delincuencia desatada, lo decimos sin ambages, pero la distancia entre eso y afirmar que aquí ocurren mas muertes que en Irak, adonde ellos llegaron y asesinaron a más de un millón de personas, o que en México, sitiado por el narcotráfico y en cuya fronteras se cometen atroces asesinatos en masa a diario, o en Colombia, de donde nos llegan todos los días decenas de personas huyendo de los crímenes del paramilitarismo, es una falacia tan burda que sólo distrae a los que quieren creerla.

Ahora se preparan para recibir como heroína a una reina de belleza que, en su desfile final, salió con una banderita de siete estrellas. Ese es el pobre símbolo de la resistencia: escamotearle logros a los emblemas patrios. El desconcierto los lleva a escupir sobre la nacionalidad y a reivindicar, como el paraíso de la felicidad, ese pasado reciente en el que se alternaban en el trono adecos y copeyanos, sin que los cerros existieran, a no ser que fuera necesario irlos a buscar para llevarlos a votar. Ese es el pasado que la "reina" reivindica en su "magistral proeza". Ella ni siquiera sabe que la octava estrella representa la tierra guayanesa. Debe pensar la pobre, en su alienada cabecita oposicionista, que así le esta diciendo al mundo que aquí no queremos a Chávez.

Serán pesadas y peligrosas las próximas tres semanas. Acostumbrados como estamos a vivir de susto en susto, no está demás que sigamos con las alertas prendidas. Lo peor que puede pasarnos es subestimar al lobo y encontrarlo de pronto durmiendo bajo la cama.

mlinar2004@yahoo.es


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Mariadela Linares


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