Hasta ahora no logramos entender las razones por las que ciertos comunicadores siguen comulgando con la idea de ser divos. Sabemos que se trata de ese modelo importado, de vivir la vida como si ciertos hablantes de las televisoras tuviesen por morada la isla de la fantasía.
Y es uno de los tantos vicios arraigados en Latinoamérica y parte del mundo, dentro de esa estrategia con la que vienen mercadeando, desde hace décadas, el modo de vida americano, que al final lleva a muchos endeudarse por el simple hecho de pasarse una semanita en las costas de Miami.
La cuestión es que en el periodismo audiovisual de hoy, unos cuantos no están haciendo las cosas con sencillez y lógica, como para que la gente reciba y entienda el mensaje, sino para que quienes logren escucharlos sepan que tienen ante sin uno de esos sabios que se la saben todas.
Pero la cuestión es que lo siguen haciendo erróneamente.
¿Cómo es eso de que yo quiero saber que opinión tiene usted acerca del robo de los cambures en la bodega de Xavier?
El interpelado en una de esas entrevistas fácilmente podría dejar mal parado al comunicador si se le ocurre decirle:
-¿Tiene usted algún interés, una motivación especial en torno al robo de las manos de cambures? ¿Eso es asunto suyo?
Y ese es el tipo de cosas que puede ocurrir, porque el comunicador da esa impresión, de que el asunto tiene que ver con él, porque no hace las cosas con sentido común.
¿Qué le cuesta al comunicador dejar de pensar en él y darse cuenta que su trabajo tiene un sentido mayor? ¿Qué él trabaja para un medio que, presuntamente, informa a un colectivo? Eso implica que el comunicador debe preguntar directamente al entrevistado y siempre en función de una audiencia:
¿Podría decirle a la teleaudiciencia o a nuestros televidentes o radioescuchas como va el caso de las joyas perdidas en el centro comercial La Espuela, por favor?
Ese comunicador que aparece en las pantallas, que se supone intermediario entre los actores de un acontecimiento y el público, pareciera andar mas bien tras un camino alfombrado para alcanzar una estatuilla o un cargo mayor, que le permita elevar su nivel económico, porque en el fondo de eso es lo que se trata.
Los que están al frente de una cámara o de un micrófono, deberían entender, de una buena vez por todas, que son intermediarios entre los acontecimientos y el público que necesita saber. Esos comunicadores no son los dueños del medio.
Otro de los errores cotidianos de los comunicadores es ese que dice:
-Yo quiero preguntarle….
¡Por Dios, pregunta directamente y no pierdas tiempo ni exasperes a quienes ven el canal!
Y, para ser sinceros, ocurre en los medios de comunicación privados y oficiales. Se escuchan, con frecuencia, muchas tonterías en el medio audiovisual, lo cual no debería ocurrir y para ello hay que aclarar las cosas, es decir, que se haga opinión en los programas de opinión, pero en un noticiero eso es otra cosa.
La cuestión más clara, es que lo que debe hacerse es periodismo y no divismo.
Lee el siguiente blog: wwwpertinentes.blogspot.com (Premio Aníbal Nazoa/2010) Mención Opinión)