Mañana se cumplen nueve años del día en que un puñado de militares "preñados de buena voluntad" junto a un grupo de civiles criminales, condujeron a una multitud envenenada por los medios del odio, hacia un callejón sin salida que culminó con un montón de muertos y un Presidente secuestrado. Seguimos esperando que se completen los presos que paguen por semejante fechoría. Los que están tras las rejas eran entonces simples sargentos al servicio de un montón de generales, de uniforme o de civil, que todavía andan sueltos.
La semana pasada escribimos sobre los que son, a nuestro juicio, dos de los retos más importantes que tiene que abordar el Gobierno de cara a las elecciones del año próximo: la vivienda y la electricidad. Hoy, después de ver la reacción y la utilización mediática del incidente eléctrico del pasado jueves, marcamos una enorme distancia de la postura de estos zamuros del periodismo. Las fallas en el suministro eléctrico, lo sabemos, son el producto de muchos años de abandono y falta de mantenimiento a un sistema diseñado para una población mucho más pequeña que la que existe ahora y con un nivel de consumo infinitamente inferior. Reconocimos el domingo anterior, y lo ratificamos, los enormes esfuerzos del ministerio del área por modernizar lo existente y crear nuevas y mejores fuentes de energía.
El incendio forestal que provocó el apagón de esta semana puede que haya sido producto de la casualidad. Tal vez.
Pero visto el morbo y la satisfacción que generan en ese sector desquiciado de la oposición, los inconvenientes que por las razones que sea sufre la población, no dudamos en pensar que debe haber muchos fósforos por ahí dispuestos a prender candela donde quiera que hagan bastante daño. La falta de ética en algunos medios que intencionadamente magnificaron el asunto e instaron en forma continua a la población a utilizar las vías electrónicas para expresar su descontento, incrementando con ello el desasosiego y la zozobra; lejos de interpretarse como una nueva forma de hacer periodismo, es más bien otra faceta del terrorismo mediático que sufrimos en este milenio.
Al presidente Chávez la Facultad de Periodismo y Comunicación de la Universidad de La Plata, en Argentina, le otorgó hace poco el Premio Rodolfo Walsh a la Libertad de Expresión "por el compromiso, valor, trabajo arduo, por un proyecto nacional popular en pos de lograr la justicia social". Desde aquí le hubiésemos agregado un monumento a la paciencia y a la tolerancia frente a esa prensa destructiva que lo cerca cada vez que se produce un resbalón, sin importar las consecuencias.
Por otro lado y mucho más al norte, en San Diego, California, la Sociedad Interamericana de Prensa, mejor conocida como SIP, le entregó al presidente de Globovisión, Guillermo Zuloaga, el Premio a la Libertad de Prensa 2010. Se lo merece con creces. Esa libertad la ha ejercido a plenitud. Diríamos, como expresó Lula, hasta con "exceso de democracia".