Pero lo más lamentable de todo esto, es que altas autoridades gubernamentales que deben ser rectoras de la conducta humana a nivel de comunicación, son las primeras que vienen dando el mal ejemplo en la Nación; es vergonzante y oprobiosa la conducta asumida por algunos narradores o moderadores de programas que se transmiten en horario diurno o nocturno que de acuerdo con la Ley “RESORTE” y la LOPNA, se prohíbe terminantemente emitir palabras, gestos y otras actuaciones que atenten contra la moral y la buena costumbre tanto de niña, niño y adolescente así como del resto de la sociedad auditora de dichos programas radiales o televisivos; pero lamentablemente las autoridades responsables de controlar a tan indebida conducta, se hacen de la vista gorda y no sancionan a los violadores de la ley.
Como pedagogos que fui durante 34 años de servicio, yo en diversas instituciones educativas tanto públicas como privadas, jamás escuché a docente alguno emitiendo grecerias o vulgaridades cuando facilitaban conocimientos para instruir a sus alumnos(as), lo que significa que no es en la escuela ni liceos o universidades, donde la gente aprende a pronunciar groserías; lo que evidencia que es en el hogar o en el medio ambiente familiar y urbano donde la juventud se instruye para ser vulgar e inmoral. A mí me cuesta mucho creer que el cambio revolucionario socialista, permita alegremente a la ciudadanía la pérdida de la moral y las buenas costumbres en el ámbito comunicacional o de otra naturalesa conductual; por tal motivo se hace imperiosa de la necesidad de aplicar la ley para sancionar ejemplarmente tanto a medios de comunicación social radial, escrito o televisivo, así como al locutor o moderador que incurra en actos inmorales que irrespeten a la ciudadanía auditora de programas radiales o televisivos, independientemente del cargo que ostente bien sea en la administración pública o en la empresa privada; ello lo está demandando hoy por hoy el pueblo honesto de Venezuela; ya que para hacer un buen revolucionario socialista, no hace falta ser un pulgar comunicador social.
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