Augusto siempre Augusto

Por lo general nos pasa a los que escribimos artículos de prensa que queremos escribir sobre nuestros amigos en vida y decirle cuanto lo admiramos y queremos, y el tiempo va pasando y cuando nos damos cuenta, es porque ellos se han marchado al infinito y a nosotros se nos tranca el habla y las palabras se nos comprimen dolorosamente en el alma y no encontramos cómo decirle al amigo todo aquello tan inmensamente grande que sentíamos por él.

Eso nos pasa con la muerte de Augusto Hernández de quien quisiéramos resaltar su calidad humana, pues su obra periodística que será inmortal en el tiempo, ya es de todos conocida, y tirios y troyanos la destacan. Con el autor del libro “Sólo para adúlteros”, compartimos gratos momentos entre tertulias y tragos. Siempre nos recibió en su casa del Valle de Pedro González (cuando vivió ahí) con la mayor alegría. Muchas veces fui con mi esposa María, quien es médica, y hasta en ocasiones le prestaba ciertos auxilios a Augusto en sus ataques de asma. Por ella sintió un afecto especial que fue recíproco. “María te quiero mucho”, le decía con un tono único, sincero y profundo. “Siempre vengan por ahí, ustedes son mis benefactores”, también nos indicaba.

Porque para Augusto sus amigos eran clase aparte y le daba un trato inigualable, y también a los compañeros de sus amigos, pues recuerdo que llevé a su casa muchos amigos, y Augusto los trató muy bien, e incluso un día me llevé a unos panas tacarigüeros y estos hicieron un sancocho en su morada y el autor del “Toque de pimienta” se sintió contentísimo y más margariteño aún, tomándose aquella sopa con chimbombó y pepino.

Y después que se mudó a Pampatar, porque su enfermedad se agravó, mis visitas fueron menos frecuentes, por lo general iba con mi hermano Roberto y ahí junto con Sonia (quien le insufló vida, alma y corazón), su pareja, nos trató siempre bien. Pero si iba María, Augusto se mostraba siempre afectuoso y agradecido con ella.

En definitiva, Augusto podría dar un aspecto de hombre de carácter fuerte, pero en el fondo tenía un corazón grande y tierno para sus amigos y seres queridos.

Por otra parte para finalizar esta nota que me sale del propio corazón para decirle que lo admiré y lo quise, debo decir que el mejor homenaje para él es seguir haciendo un periodismo de opinión objetivo, crítico y que contribuya a construir la Patria que queremos. Salud amigo y guárdame un puesto en una barra de un bar celestial.

emalaverg@gmail.com


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Emigdio Malaver G.

Margariteño. Economista y Comunicación Social. Ha colaborado con diferentes publicaciones venezolanas.

 emalaverg@gmail.com      @Malavermillo

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